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«Cuando yo andaba de guaje con mi güelu por las pumaradas, ya me decía él que se me daba mejor dar a la llingua ... que trabayar», contó anoche entre risas Samuel Trabanco sobre el escenario del Teatro Jovellanos. Este llagarero en el FICX no fue solo un llagarero, sino que fue una especie de estrella del cine, una especie «de John Wayne», como comentaban algunos después de ver la proyección de 'La gran manzana', la cinta que el gijonés David de la Cruz presentó en el festival de cine y que se ganó una rotunda ovación del respetable.
Tal fue la entrega del público, que el cineasta estaba desbordado y orgulloso de mostrar a su ciudad que la sidra «es mucho más que una bebida». Sobre todo, para la familia protagonista de la cinta que la lleva desde su sangre y sus raíces hasta el mismísimo corazón de Nueva York, donde «la gente se sorprende mucho con el escanciado, es una práctica muy visual y además es muy interesante comparar la vida rural con esa ciudad», comentaba.
Ese contraste entre el prau y los rascacielos hizo que el rodaje fuera complicado. «Tuvimos que ir con cámaras que no llamasen mucho la atención», explicaba el responsable de fotografía Adrián Gamonal, antes de aclarar que, por esos lares «gestionar las grabaciones es muy complejo porque es un entorno muy diferente a este. Es una jungla muy cambiante».
Y, en medio de ese caos, Antonio Llaneza confesaba que, hacerse cargo del guion, supuso «empezar haciendo una serie de entrevistas para conocer los temas y la historia de la familia y para hacer un pequeño esquema del rodaje».
Aquello dio lugar a más de 200 horas de brutos, en los que el rey absoluto –ya se sabe– fue Samuel Trabanco. «Se soltó a tope, es muy fácil estar con él», lo ensalzaba De la Cruz, al tiempo que confesaba que, aunque antes de los rodajes, le dieran «unas pautas, tiene un carisma que se transmite». Tal es su desparpajo que «podríamos estirar otra hora la película para dedicársela solo a él», se reía. Y Samuel emocionado celebraba el hito conseguido: «Nunca imaginé llenar el Jovellanos con la historia de la sidra y con la historia de mi familia», por eso agradeció que los hubieran elegido «para hacer un trabajo de este nivel». Sobre todo porque, después de verlo en la gran pantalla, se dio cuenta de que «estos chicos sabían lo que hacían». Anoche también lo descubrió todo el Jovellanos. La ovación llegó hasta Nueva York.
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