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M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Lunes, 18 de noviembre 2019, 03:19
Todo comenzó cuando Emma Tusell tenía diez años. Entonces murió su padre, Félix, un hombre que disfrutaba grabando en vídeo a sus hijos y que dirigió desde 1970 la productora familiar, Estela Films, que había montado su abuelo Jordi en la España de 1948. Así ... descubrió el valor especial de esas grabaciones de carácter familiar. Cuando a su madre, Mercedes Sánchez Rau, también vinculada al medio cinematográfico -donde ejerció como diseñadora de vestuario- y ganadora de un Goya por 'Ay Carmela', le diagnosticaron una enfermedad mortal, decidió grabar ella y, de manera inconsciente, sin saberlo entonces, tomó una decisión aún más determinante. «Siento que ya estaba gestando la peli, que la estaba haciendo como una necesidad de atesorar esos recuerdos». Hace cuatro años, todo el material grabado entre los diez y los cuarenta años que ya ha cumplido comenzó a tomar forma de película. Fue para ella, madre de dos hijos, el parto más largo, más duro y más doloroso de toda su existencia. El bebé da estos días sus primeros pasos en la Sección Oficial del FICX.
No es fácil hacer arte con un material tan sensible como es el de la propia vida. Y ese ha sido el empeño de esta mujer acostumbrada a construir historias en la sala de montaje. No en vano es editora y guionista y ha trabajado en películas como 'Magical Girl'. Pero esto es diferente: «Aquí me he desnudado, he contado cosas que no había contado a nadie antes y ante las que siento pudor. No era el fin, pero ha sido un ejercicio terapéutico», afirma. Ha llevado a la pantalla asuntos que le removían, que le dolían, pero -arguye- ha merecido la pena: «No todo el mundo puede decir que tiene su vida en una película».
Fue un parto tormentoso. «Lo más dulce llega ahora, al mostrarlo al público», explicaba ayer la realizadora, que relata cómo lo que en principio nació como un homenaje hacia sus padres no se podía quedar en la superficie, sino que debía ir hasta el fondo, contarlo todo, no dejar nada fuera, narrar lo duro y lo bonito. De ahí la dificultad, porque además -sostiene- hace ya mucho tiempo que sabe que los recuerdos son pura subjetividad, y en esa idea quería incidir de manera contundente en su obra. «Quería hablar del poder de la imagen cuando alguien ya no está, pero en realidad subyace no tanto el hecho de atrapar los recuerdos, sino de hablar de la subjetividad». Porque con sus propios hermanos los recuerdos varían, se conservan, se entienden de manera diferente, de modo que optó con contar su verdad, pero contraponiendo otra voz cuestionándola. «No quería sentar cátedra y decir esto que yo cuento es la verdad. Quería confrontar los recuerdos con otra persona que los pone en duda».
Es una forma de hablar de la incapacidad que todos tenemos para recordar lo que fue la verdad, porque cada uno lo vive de una manera diferente. Sus hermanos, al ver la película, constataron la premisa. «Como está muy remarcado el tema de la subjetividad y he buscado este personaje antitético, mi hermana Anna no se sintió herida viendo la película. Se sintió cómoda, porque, además, como mi personaje es ultrasensible y superdramático, creo que nadie lo tomaría en serio», afirma la directora. Su hermano Félix, al frente ahora de la productora familiar, recurría a Woody Allen y su 'Melinda y Melinda' para incidir precisamente en esas dos caras de la misma historia, cómo algo puede ser al tiempo dramático y cómico. «Yo, al verla, pienso: '¿Cómo es posible que hayamos vivido los mismos acontecimientos y nuestra visión sea diferente?'», anota. La pregunta está en el aire: ¿Podría él hacer una nueva versión con el mismo material? «Sería interesante», dice ella. «No soy tan valiente», zanja él, sentado junto a Carmela Oliart, productora de la película, que es una de las hijas de Joaquín Sabina.
La cinta está hecha al cien por cien en la sala de montaje. Es fruto de un guion escrito en la postproducción y eso la hace especial, única. Pero es que, además, había que jugar con las diferentes texturas de las grabaciones, procedentes de distintos aparatos, formatos y épocas. Se buscó, como apunta Javier Cerdá, protagonista y director de fotografía, no tanto unificarlos, sino jugar con ellos. El pasado es más colorista, más alegre; lo que acontece que se acerca al presente se hace más oscuro. «Este montaje no tiene nada que ver con 'Magical Girl', aquella película tenía un guion perfecto, muy sutil, que jugaba con el ritmo interno de los actores, mientras que 'Video Blues' se ha construido al cien por cine en el montaje», anota Tusell en la comparación con un trabajo más convencional que tiene su firma.
Le ha gustado a Emma Tusell la experiencia de observar en Gijón al público del FICX viendo su vida pasar ante sus ojos en la que es su ópera prima como directora. Pasado el dolor del parto, queda disfrutar de la criatura a través de los ojos de los otros.
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