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G. D. -R. / R. A.
OVIEDO.
Lunes, 27 de mayo 2019, 03:53
Lo dijo Marx: «La historia se repite dos veces. Primero como tragedia y luego como farsa». El PSOE se quedó ayer a las puertas de perder una Alcaldía que le costó 24 años recuperar. Su candidato y regidor en funciones, Wenceslao López, no ... tiró la toalla: «Un alcalde que lo ha sido con cinco concejales no puede descartar nada», afirmó, «primero escucharemos a todos los grupos y luego decidiremos».
Falta la confirmación del Pleno del próximo día 15 de junio, pero de nuevo parece que los socialistas dirán adiós a la Alcaldía por un pacto entre los conservadores y los liberales, entre la derecha y el centro derecha. La farsa es que el bastón de mando se lo pueda arrebatar un exmilitante de la AMSO, Ignacio Cuesta. La farsa es que los populares buscaron otra vez fuera de su tropa más militante un nombre para alcanzar la Alcaldía, el de Canteli. Como hace 28 años, como cuando aquel ingeniero que se autoproclamaba «un gestor» y no un político, llevó al PP al poder en Oviedo.
El resultado de los socialistas ayer en Oviedo es a la vez una victoria, una derrota y un interrogante. Una victoria porque «hemos subido casi un 50%» en apoyo, proclamó López. Una derrota, porque el PP ha ganado, «aunque haya perdido apoyo» respecto a los anteriores comicios y porque «aspirábamos a ser la fuerza más votada, pero nos hemos preocupado más de hacer que de hablar» y las urnas les han dejado segundos. El interrogante lo sembró el propio López hace cuatro meses en declaraciones a este diario y lo trató de despejar ayer: «¿Quién ha puesto en duda que yo no vaya a seguir?», proclamó.
Los ocho concejales conseguidos ayer, tres más que en los comicios de 2015-«un 60% más», redondeó López- le sitúan como segunda fuerza política, por detrás del PP de Alfredo Canteli y como única alternativa con opciones -aún mínimas- de disputar a los populares la Alcaldía en el Pleno. No sería, eso sí, al frente de un tripartito de izquierdas, un camino imposible tras la desaparición de IU (de tres concejales, a quedarse fuera de la Corporación) y la caída de Somos que pierde la mitad de sus seis ediles. La única opción sería lo que no sucedió en 1991. Que el partido de centro -Ciudadanos, hoy; el CDS, entonces- desoyese los cantos de sirena desde Manuel Pedregal.
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