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C. DEL RÍO
Domingo, 7 de mayo 2023, 02:12
Se podría pensar que cuarenta años después de haber pisado por primera vez el Ayuntamiento de Avilés en calidad de concejala socialista, a Mariví Monteserín Rodríguez (Boal, 1958) le podría faltar motivación, energía o ilusión para renovar su cargo como alcaldesa. Nada más lejos de ... la realidad. Y no lo dice ella sino todo su entorno, el que la trata y la conoce desde hace años, el que destaca una vitalidad y pasión por Avilés en absoluto impostada. «'Te admiro porque tienes una paciencia infinita'», reconoce su amigo y presidente de la Autoridad Portuaria de Avilés, Santiago Rodríguez Vega, que le dijo cuando se presentó a la alcaldía en 2015, tal es la dedicación y el tiempo que absorbe.
Entraron juntos como concejales en 1983 y compartieron tres legislaturas ostentando el gobierno. Mariví seguiría una más, en esta ocasión en la oposición. Por eso Santiago puede ser una de las personas que mejor conozca a una política de raza, que comenzó a militar en la socialdemocracia en la adolescencia y que nunca se ha arrugado a la hora de asumir responsabilidades. No da la imagen de ser una persona atrevida y, sin embargo, siempre lo ha sido y eso ha supuesto que las nuevas generaciones de mujeres socialistas la consideren una referente.
Mariví tenía 23 años cuando debutó como concejala. Después dio el salto al Congreso de los Diputados y hasta su regreso como alcaldesa en 2015 desempeñó diferentes responsabilidades en su partido y en fundaciones afines. Casi siempre en temas relacionados con la igualdad y la educación, dos de los intereses que más han marcado su trayectoria. Aunque ahora como alcaldesa ninguno escapa a su radar.
Resumir en unos párrafos la trayectoria política de Mariví es tarea imposible porque desde que abandonó su trabajo como directora comercial en una empresa asturiana de fabricación de muebles tras haber estudiado Magisterio en la Escuela de Profesorado de Oviedo y haber realizado un máster de Gestión, su vida ha estado ligada a la política. Tanto en el ámbito municipal como el nacional. Curiosamente nunca en el autonómico.
Santiago R. Vega
Autoridad Portuaria
Isabel M. Lorenzo
Fundación ONCE
Disfrutó especialmente la portavocía de Cooperación Internacional durante la IX Legislatura, de 2008-2011, no solo porque le interesa y le preocupa lo que ocurre en el ámbito internacional sino también porque tiene firme convicción de que todo lo que pasa en el mundo acaba repercutiendo en la vida municipal. De hecho, sigue empezando el periódico por las páginas de internacional. Lo hace a primera hora de la mañana. Entre las siete y las ocho y media de la mañana, cuando desayuna con tranquilidad y lee la prensa mientras empieza a realizar y recibir llamadas.
Esa amplia mirada desemboca, según Santiago Rodríguez Vega, en una «gran capacidad para imaginar». Entiéndase: no a lo loco. «Lanza propuestas y objetivos ambiciosos, asumiendo los riesgos, pero tras reflexionarlas. Y esa capacidad imaginativa le permite interpretar y adaptar al terreno de lo concreto y de lo local sus ideas». Algo tendrán que ver las lecturas que se acumulan sobre su mesita de noche, que lo mismo pueden versar sobre educación como energías renovables. Porque, para estar al día, Mariví lee mucho ensayo. De otros temas, como el feminismo y la igualdad, se puede decir que tiene un máster.
Ya tenía rodaje en ello cuando conoció a Isabel Martínez Lozano en el Congreso del PSOE del año 1997 que, en su calidad de coordinadora de Participación de la Mujer, contó con Mariví para «poner en marcha los primeros cursos de formación porque teníamos por delante la tarea titánica de aumentar la participación de las mujeres en el partido». La avilesina «era una de esas mujeres jóvenes que formaban parte de una generación de mujeres líderes».
Y, en la línea con Rodríguez Vega, destaca su capacidad «de análisis y reflexión, más en esta época en la que es tan común la improvisación, ella va más allá del momento actual». Además, siempre ha admirado su honestidad y rigor. «Hace las cosas con rigor y está en política por convicción. Es una mujer de principios, nunca la he visto hacer nada diferente a lo que piensa aunque eso supusiera quedarse en segunda fila», señaló.
Como Mariví es muy amiga de sus amigos, Isabel Martínez Lorenzo es una de las que viene una vez al año a verla y en esas visitas, en las que casi seguro que la alcaldesa la lleva a Casa Marisa porque es uno de sus restaurantes de referencia, ella se ha dado cuenta de que «encaja bien la opinión de la gente» y «va por la calle fijándose y explicándote el porqué de haber elegido un tipo de suelo, además anota mentalmente que el lunes tiene que llamar al jefe de obras porque algo no está bien colocado».
Ella es una de esas personas de su amplio círculo de amistades que han tenido la suerte de disfrutar de la buena mano en la cocina de Mariví, algo que desveló la ministra de Educación, Pilar Alegría, el pasado fin de semana. Tuvo buenas maestras: su madre, su abuela y Juana Mari Esparza.
En esas comidas, sean en casa o sean fuera, la conversación es una de las debilidades de la candidata socialista. Ella es una gran conversadora, teniendo como tiene una gran mochila llena de experiencias y encuentros. Depende los comensales, puede que aproveche para destacar el trabajo realizado antes de ser diputada, cuando desde la secretaría de Organización que llevaba Leire Pajín trabajó en las manifestaciones contra la Guerra de Irak. Supuso recuperar el viejo activismo, luchar por una paz que ella (que se declara pacifista no antimilitarista) anhela y sembrar el terreno para el triunfo de Zapatero.
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