Secciones
Servicios
Destacamos
ELCOMERCIO.ES
Miércoles, 22 de mayo 2019, 10:46
Una rúbrica puede decir muchas cosas de su autor. Más allá sus propuestas electorales y su puesta en escena en actos públicos, analizamos lo que dicen sus firmas sobre las candidatas a la Alcaldía de Avilés: Mariví Monteserín (PSOE), Esther Llamazares ( ... PP), Tania González (Cambia Avilés), Carmen Pérez Soberón (Ciudadanos), Verónica Santos (PCTE) y Covadonga Barroso (Ganemos).
La firma de Mariví Monteserín nunca fue la típica de la infancia con el nombre y primer apellido o los dos apellidos con un simple trazo rodeándola, pero aún así cuando llegó al Ayuntamiento como concejala con tan solo 23 años en 1983 la firma incluía su nombre y primer apellido aunque no completamente legible. Se fue simplificando a medida que fue utilizándola.En aquellos años se firmaban todos los documentos, ahora la firma electrónica y la e-administración evitan que el boli sea un apéndice de alcaldesa y concejales. «Supongo que es como todo en la vida, con el tiempo va a la esencia y quitas adornos», explica Monteserín sobre una firma en la que solo son legibles dos emes y una te.
Esther Llamazares creó su firma pensando en su primer contrato laboral. «Tenía dieciocho años y era muy niña. Quería transmitir seriedad», recuerda.
Para ello, se fijó en la rúbrica de su madre, también llamada Esther, lo que refleja el valor que da a la familia. En ella se inspiró para crear la e inicial y de la que luego salen los dos apellidos.
«Las líneas inferior y superior son como un camino, como los proyectos que trazas. Soy muy perfeccionista y siempre me exijo al máximo», apunta. Las dos líneas también se pueden interpretar como muros, la intimidad en la que se muestra otra faceta de Esther Llamazares. «La seriedad es para el trabajo, en mi vida personal no soy así», apunta.
Esta firma acompaña a Tania González desde hace mucho tiempo, «lleva prácticamente igual desde los quince años», asegura la aún eurodiputada de Podemos. Se trata de una rúbrica ascendente que ella cree que representa «que soy una persona optimista y positiva, aunque no soy ninguna experta en grafología», reconoce. Quizá el elemento más destacado y «consciente» de su firma es la inclusión junto a su nombre de las iniciales de sus dos apellidos: González Peñas. Una presencia que para la política avilesina resulta «muy importante». Aunque, eso sí, ambos patronímicos aparecen representados de forma distinta, por un lado «González con letra» y Peñas de forma «más abstracta, con la 'P' y la 's' incorporadas al trazo», algo evocador que habla de arraigo.
Carmen Soberón 'diseñó' su firma a los quince años, aunque su configuración no es nada habitual en alguien de esa edad. «Fue un ataque de madurez», dice, reconociendo que su adolescencia fue «densa y profunda» y, según su madre, «insoportable». Su trazo, explica, evidencia una persona «nada fácil», a la que le gusta escuchar pero que también pierde la paciencia «con tontadas y con la gente poco constructiva», exigente consigo misma y con los demás, pero siempre«con buenas intenciones». De idear ahora su forma seguramente no sería igual, reconoce, porque las personas «no permanecemos inmutables», sino que las experiencias«van moldeando y enseñando».
Con cinco años Verónica Santos descubrió que era eso de firmar. En el funeral de su bisabuela veía como cada persona que acudía se inclinaba y escribía en un libro. Intrigada, preguntó a su tío, que no solo le explicó qué era un libro de firmas para expresar el pésame a la familia, sino que la invitó a participar y escribir en uno de los apartados. «Pero no sé», recuerda que le dijo a su tío. Él le enseñó entonces cómo hacerlo, «pones tu nombre y luego lo rodeas así». Desde entonces, Verónica conserva la misma firma. Ha intentado cambiarla en alguna ocasión pero «fue imposible». La suya es esa, «sencilla y clara», el nombre rodeado por un trazo, como protegido «quizás reflejando mi gran timidez».
La firma de Covadonga Barroso Sánchez, la candidata de Ganemos a la alcaldía de Avilés, tiene cinco centímetros de longitud, letra pequeña y nombre difícilmente descifrable por la diminuta letra y los trazos que la cubren y envuelven. La finaliza con un punto.
Covadonga recupera para la rúbrica su nombre completo, pero no incluye los apellidos. Sin embargo, en la firma hay un poco de sus padres. De su madre, el nombre completo, el María Covadonga. De su padre, la forma de iniciar la firma. «Cuando una empieza a plasmar su firma en los primeros documentos es aún muy joven como para tratar de trasladar una forma de ser en ese rápido trazo», explica. Ella cree que la suya surgió a imagen y semejanza que la de su progenitor por mera imitación y sin ni siquiera valorarlo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.