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Chelo Tuya
Lunes, 10 de julio 2023, 00:46
Y de repente, llegó Alejandro. No es que, como cantan Víctor y Ana en su 'Niña de agua', «la casa no tuviera techo» ni «los días no estuvieran llenos», pero sí es cierto que la vida de Adriana Lastra (Ribadesella, 1979) dejó de ser a todas horas todos los días del año («sin dejar uno», reconocen los suyos) 'política, política, política'. Desde diciembre de 2022, a ese incansable y machacón 'política, política, política' se sumaron palabras inéditas en su discurso, como 'carrito' o 'ropita', tras el nacimiento de su hijo. Eso sí, se sumaron, ya que en ningún caso ha dejado ella de seguir con su 'política, política, política'.
Porque aunque se afilió al PSOE a los 18 años, en las Juventudes Socialistas de Ribadesella, Adriana Lastra es política de cuna. Hija de un taxista, Lorenzo Lastra, fallecido en 2019, y de una peluquera, Rosa Fernández, ser la tercera de cinco hermanas la ha preparado de sobra para el debate sin llegar a los gritos y la negociación con vistas a la victoria. Tanto es así que, pese a no ser nada futbolera, los suyos la definen como «la que siempre pide el balón», la que siempre cree que hay partido, por muy complicado que sea el marcador.
Vital
Riosellana: Nacida en 1979, hija de Lorenzo y Rosa, tercera de cinco hermanas. Madre de Alejandro, nacido en 2022.
Laboral
Antropología: Trabajó en una empresa familiar. Cursó estudios de Antropología.
Política
PSOE: Se afilió a los 18 años y a los 19 ya dirigía las Juventudes Socialistas de Ribadesella. Mano derecha de Sánchez.
Solo cedió la pelota unos meses. Los que fueron desde que le dijeron que el suyo era un embarazo de riesgo y hasta que acabó su baja por maternidad. Aquel paso atrás de la delantera del PSOE en ese momento era la portavoz de su grupo en el Congreso, la vicesecretaria general y la número 2 indiscutible de Pedro Sánchez sirvió para que muchos embarraran el terreno de juego.
Pérdida de confianza. Destierro. Ruptura personal. Fueron algunas de las versiones que la oposición hizo circular sobre un paso atrás que ella siempre ha defendido como «voluntario» y fruto de la «responsabilidad». Porque adoptó para su decisión de ser madre el mismo criterio que para lanzarse a la política. De hacerlo, hacerlo con todas las consecuencias. Y si lograrlo obligaba a reposo, pues reposaría.
De repente, ya no llegaban mensajes suyos en la madrugada o a primeras horas de la mañana. De repente, apagón en las redes sociales. Un silencio que chocó con el ruido que muchos armaron con su paso atrás. Sin saber que, como todos los que ha dado en su vida, solo lo hizo para coger impulso.
Del mismo modo que no le tembló el pulso para oponerse al que, hasta la crisis socialista de 2016, había sido su mentor político, el que fuera presidente del Principado y de la gestora del PSOE, Javier Fernández, y soltar aquel 'me abstengo por imperativo legal' en la investidura de Mariano Rajoy, tampoco ha querido dejar que feminismo y maternidad vuelvan a ser enredados: «Soy una mujer plena por haber sido madre, pero también lo sería de no serlo», respondió a todos los que intentaron sembrar dudas sobre si su marcha temporal tenía más que ver con desencuentros con Sánchez que con problemas de salud.
Quienes han estado a su lado en las duras y en las maduras insisten en que tan cierto es que en los peores momentos de Sánchez ella fue la que le empujó a seguir adelante, como que hoy mantiene intacto el respaldo del presidente del Gobierno. No puede olvidar él, como tampoco lo olvidan los que lo vivieron, que cuando la gestora le obligó a dimitir, Lastra fue la que volvió a pedir que le pasaran el balón para seguir jugando. Estaba ella convencida de que había partido. Y lo hubo. Y Presidencia del Gobierno con él.
De ahí que el presidente del Principado y secretario de los socialistas asturianos, Adrián Barbón, no tuviera ninguna duda a la hora de decidir que Adriana Lastra encabezaría la lista del PSOE al Congreso de los Diputado. Donde estarán muchos de los que con ella han discutido y negociado hasta el amanecer, sin perder, sin embargo, un trato cortés e, incluso, cercano. Salvo Vox. Y salvo Inés Arrimadas, la única política con la que la riosellana no llegó a conectar.
Y mientras vuelve a pedir la pelota, a decir que todavía hay partido, Adriana Lastra no olvida ahora en su 'política, política, política' palabras como 'carrito' y 'ropita'. Porque no es que, como cantan Víctor y Ana en su 'Niña de agua', «la casa no tuviera techo» ni «los días no estuvieran llenos», sino que para Adriana como para Víctor y Ana, «para la ternura siempre hay tiempo y ya está el rompecabezas amarrado».
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