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Estallido. El volcán en octubre de 2021. EP
La furia del volcán agita el voto de La Palma
Punto caliente

La furia del volcán agita el voto de La Palma

Dos años después de la erupción, las emociones, los bulos y el voto de castigo se imponen en la isla

Martes, 11 de julio 2023, 00:46

El volcán humea por una de sus chimeneas amarillentas de azufre. Esa niebla casi invisible todavía se dispersa por La Palma e influye en sus vecinos, que apoyaron un vuelco electoral a favor de Coalición Canaria en el Cabildo y en algunos ayuntamientos que estaban en manos del PP y del PSOE. Cuando cae la tarde, entre el edificio municipal -con su bandera arcoíris- y la iglesia -con su gran cruz- se instala una mesa de recolección de firmas por una 'ley nacional de volcanes'.

La «iniciativa legislativa popular», instalada en la calle Real de Los Llanos de Aridane, el centro económico de La Palma, busca 15.000 rúbricas para «recuperar todo el valor de lo perdido», explica Vicente Leal, el coordinador de esta iniciativa y dueño de la «casa más cercana del cono volcánico, afectada por piroclastos. Vale una millonada». «Hasta que no lo recuperemos seguiremos siendo afectados», dice. «La ley debe aprobarse con efecto retroactivo».

Con la tregua del calor, en una ciudad en la que todavía se imprimen las esquelas en papeles que se dejan sujetos con piedras sobre los bancos y los muros, los paseantes se detienen y preguntan. La mayoría firma. Leal asegura que su movimiento es «apolítico» pero que «las fuerzas que gobernaban estaban a espaldas del pueblo». Sin embargo, otros afectados del Cumbre Vieja le señalan como simpatizante del partido local, Coalición Canaria.

«Aquí nos conocemos todos» es una frase que se repite en un ambiente caldeado por la furia del volcán. «Hay grupos de personas que piensan que todo se ha hecho mal, y favorecen y retroalimentan el victimismo. Eso genera tristeza del alma y búsqueda de culpables sobre los que arrojar todos los demonios interiores», señala un exalto cargo que vivió la tragedia en primera línea.

La campaña transcurre en los despachos, donde cargos electos y candidatos hacen promesas

A eso de las 20:00 horas se detiene allí Sergio Rodríguez, el nuevo presidente del Cabildo y exalcalde de El Paso, otra población por la que pasaron las coladas. Saluda a los recolectores de firmas y a los transeúntes. Incluso a los tímidos o remisos que agachan la cabeza al pasar a su lado. «No soy nada protocolario», exclama. Sin embargo su mano derecha, Néstor Pérez, habla de una impermeable «agenda apretada» y de idas y venidas en «coche oficial». A su lado, Leal insiste: «Nos hemos reunido con todos los partidos».

Más que en auditorios, la campaña transcurre dentro de los despachos. En un mismo día, la asociación de productores de plátanos Asprocan se reúne con una candidata a Europa para explicarle qué necesitan que defienda en Bruselas si gana, y otro grupo de afectados se reúne con un cargo recién electo, que les promete una nueva partida de ayudas para electrodomésticos.

Hay votantes que ya no creen en las mediciones de gases mortales. «Siempre ha habido en esa zona y además salen también en Las Manchas y no desalojan», afirma un veterano restaurador de Puerto Naos, que prefiere que se omita su nombre. Y la ambigüedad política alienta los bulos y explota las emociones. «Es lo que nos promete Rodríguez (el ganador del Cabildo), crear una comisión con nuevos científicos para contrastar la versión del CO2», que todavía impide la reapertura de la zona turística más importante de la isla, cerrada por la emanación de gases letales. «Más que una promesa, es una intención», desestima Carmen Castro, que regentaba el Beach Bar de Puerto Naos.

El presidente del Cabildo Sergio Rodríguez con simpatizantes en la calle. D. Chiappe

En los corrillos y reuniones se habla de grupos de Whatsapp donde se señalaba a los regidores del PP y PSOE por -supuestamente- saber cuándo estallaría la tierra y avisar sólo a sus familiares, o que desde un ayuntamiento distribuían las bolsas de Cruz Roja como propias. El aire electoral huele al azufre que desprende el volcán.

Cosas del corazón

«En los plenos se hablaba todo el tiempo del volcán, ha sido el eje de la política aquí, y nunca oí una mala palabra de los equipos del PP ni del PSOE», dice una fuente popular en su sede de Santa Cruz. «No puedo decir lo mismo de otro partido». Allí no se espera la llegada de Feijoó, tampoco de Sánchez. Menos aún de Vox o Sumar, que tienen representaciones «simbólicas».

Otro factor particular de la isla del volcán es el gran peso que tienen las cadenas nacionales, donde no aparecen los partidos regionales. «Coalición es mucho más guerrera porque tienen que trabajarlo más en la calle», analiza Domingo Martín Ortega, portavoz de Asprocan, que asegura que hay partidos más proteccionistas y otros menos para evitar una competencia desleal al plátano canario. «Se demostró ahora. Sus líderes se patean más la zona que otros que estuvieron repartiendo subvenciones y creían que eso les daría votos. Pero el reparto no provocó el apoyo de la gente. El corazón sí».

En La Palma, los tatuajes evocan nostalgia. Abajo, Vicente Leal muestra cómo quedó su casa tras la erupción, y Domingo Martín Ortega, portavoz de Asprocan. D. Chiappe
Imagen principal - En La Palma, los tatuajes evocan nostalgia. Abajo, Vicente Leal muestra cómo quedó su casa tras la erupción, y Domingo Martín Ortega, portavoz de Asprocan.
Imagen secundaria 1 - En La Palma, los tatuajes evocan nostalgia. Abajo, Vicente Leal muestra cómo quedó su casa tras la erupción, y Domingo Martín Ortega, portavoz de Asprocan.
Imagen secundaria 2 - En La Palma, los tatuajes evocan nostalgia. Abajo, Vicente Leal muestra cómo quedó su casa tras la erupción, y Domingo Martín Ortega, portavoz de Asprocan.

La isla no pasa página. No puede, a pesar de las ayudas públicas: les sigue afectando la desaparición de la mitad de las camas vacacionales y la pérdida de 60 millones de kilos de plátano, su principal rubro agrícola, porque la ceniza rayó la cáscara y los comercios rechazaron la fruta.

Representantes de diversos sectores productivos coinciden en una apreciación: se impuso el voto castigo. «Hubiera perdido quien quiera que estuviera gobernando», sostiene Alexis Simón, uno de los dueños de las bodegas Tamanca y de un restaurante para 220 comensales que espera volver a abrir en julio. «No puede usarse el volcán para hacer política, pero se usa. Porque aquí, a diferencia del resto de España, importa más la persona y el momento, y a los que estaban los han castigado. Ahora bien, nuestro empuje no tiene nada que ver con lo electoral».

Ese castigo puede repetirse al que gobierna desde Madrid. «Sánchez vino once veces y yo dejé de contar», dice Castro. «No me gusta pero no lo ha hecho mal. Pero ahora queremos celeridad, transparencia y una campaña de imagen para que vuelva a venir gente. Que nos den una fecha para ir abajo o saber que ya no se podrá bajar para que nos indemnicen y empecemos en otra parte». El rugido del Cumbre Vieja tiene eco.

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