El adelanto de las elecciones generales al 23 de julio tendrá una repercusión clara en la configuración de los gobiernos autonómicos, que difícilmente estarán formados en la mayoría de los casos antes de la cita con las urnas. El PP es plenamente consciente de que ... Pedro Sánchez pretende utilizar sus eventuales acuerdos con Vox para espolear el voto de la izquierda -a pesar de que la estrategia, útil en 2019, resultó claramente fallida tanto en las autonómicas de Madrid en 2021 como en las andaluzas de 2022- y no tiene ninguna intención de darle esa baza. Sus candidatos están dispuestos incluso a ir a una primera votación fallida sabiendo que a continuación dispondrán de otros dos meses para negociar. El PSOE intentará a su vez aprovechar la coyuntura para atenuar, en algunos territorios, la sensación de brutal derrota que dejó el 28-M.
Después de haber llegado a solicitar el lunes a primera hora su reingreso en la que era su profesión, médico forense, el extremeño Guillermo Fernández Vara dio este martes marcha atrás y, tras una reunión con su ejecutiva en Mérida, anunció que tratará de recuperar la presidencia pese a haber perdido la mayoría absoluta. Lo mismo que Javier Lambán. El presidente aragonés alcanzó en 2019 un complicado acuerdo de gobierno con cuatro formaciones distintas y aspiraba a seguir haciéndolo sumando a otra más, Aragón Existe. El domingo por la noche asumió que no podría ser, pero «tras la renuncia del PP a gobernar con su socio preferente de la ultraderecha», subraya un comunicado del partido, intentará formar una mayoría alternativa.
Que los barones empiecen a recuperarse del choque emocional de un resultado que, en la mayoría de casos, no previeron resulta crucial para que el PSOE vaya a la batalla de las generales con un ánimo que no sea el de que todo está perdido. Un mensaje contra el que se rebelan Pedro Sánchez y su equipo. «El PSOE apenas está a tres puntos del PP y con mucho margen de recuperación porque la segregación del voto de la izquierda ha impedido que se obtenga, en algunos casos, representación y la derecha en cambio ha engullido a Ciudadanos», alegó la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez.
Fue el propio presidente del Gobierno el que ante este martes llamó a Fernández Vara para pedirle que reconsiderara su salida, según fuentes socialistas, que también apuntan a otra razón para que los barones autonómicos que puedan recabar más apoyo que el PP en solitario con la investidura den el paso. Pretenden forzar a los populares a «mover ficha» y cerrar los acuerdos con Vox antes del 23 de julio. Además de devaluar su palabra al no dejar que gobierne, en el caso de Fernández Vara, la lista más votada.
Sin prisas antes del 23-J
Los tiempos, sin embargo, corren a favor de Feijóo y sus dirigentes territoriales. Los plazos para la formación de los gobiernos autonómicos varían en función del territorio. La constitución de las asambleas regionales está fijada para el próximo mes. En Aragón, por ejemplo, se celebrará el 23 de junio. En Extremadura no hay fecha aún cerrada, pero el plazo máximo finaliza el 27. A partir de ese momento, hay un margen aproximado de quince días para decidir la fecha de la investidura. Si en el primer intento no hay acuerdo, los parlamentos autonómicos tienen un plazo máximo de dos meses -hasta mediados de septiembre- para forzar una segunda investidura, para la que el candidato propuesto necesitaría mayoría simple.
En Génova reconocen que «no hay prisa» para esas negociaciones y apuestan por dilatar los pactos a fin de dejar con menos margen a Sánchez para rentabilizar a su favor esos acuerdos con Vox, además de preservar la imagen de moderación con la que Feijóo quiere presentarse a las generales. «Hay margen de tiempo más que suficiente, y no tenemos que tener ningún tipo de ansiedad ni ningún tipo de prisas a la hora de establecer esas relaciones con Vox y con otras formaciones políticas», respaldó este martes el presidente andaluz, Juanma Moreno, a su llegada a la sede del PP en Madrid para asistir a una junta directiva nacional teñida de satisfacción por el 28-M.
La estrategia de los conservadores pasa, en todo caso, por hablar primero de la constitución de las cámaras autonómicas y dejar dormir los posibles coaliciones con los de Santiago Abascal, al menos hasta que pase el vendaval del 23-J. «Esto se va a cocinar a fuego lento», admite uno de los barones del PP que necesita de los apoyos de la extrema derecha para su investidura.
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Retratar a los de Abascal
Los líderes regionales del PP sin mayoría absoluta están dispuestos a ir a una investidura fallida
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Entendimiento tóxico
El PSOE evita respaldar a la coalición de Otegi en Pamplona y presentará una candidatura propia
Feijóo ha dado autonomía a sus dirigentes territoriales de la Comunitad Valenciana, Aragón, Murcia, Extremadura o Baleares -aquellos que el domingo no consiguieron mayoría absoluta- para conducir sus pactos. Todos coinciden en intentar acudir a la investidura en minoría y que Vox se retrate. «Si me matan a mí antes de las generales, se pegan un tiro», asegura una de los dirigentes autonómicas que está dispuesta a dar ese paso. «Que voten que no, entonces nos darán el argumento para hacer la campaña de las generales», reflexiona otro líder territorial.
De igual manera que el PP no quiere atarse ahora a Vox, el PSOE ya se ha preocupado de marcar distancias respecto a EH-Bildu. El entendimiento con la izquierda aberzale se ha demostrado aún más tóxico de lo que los socialistas -con la excepción de Lambán y del castellanomanchego, Emiliano García-Page, el único superviviente de la bomba nuclear del 28-M- llegaron nunca a intuir, aunque no sea es el único factor al que en Ferraz atribuyen la debacle.
El puzle en Navarra
La navarra María Chivite, que gobernó la legislatura pasada en coalición con Geroa Bai y Podemos tras lograr una abstención «no negociada», insisten los socialistas, de Bildu, volvería a estar en manos de esta formación, pero con una dificultad. Su principal socio ha caído hasta los 7 diputados, los independentistas están más fuertes que en 2019 (9 escaños frente a sus 11) y además supera al PSN en Pamplona.
La cabeza de lista de Bildu en Navarra, Laura Aznal, ya reclamó que en cada institución gobierne la «fuerza progresista que más votos tenga»; es decir, un 'quid pro quo'. Y este martes mismo la candidata socialista a la Alcaldía, Elma Saiz, anunció que llamará a Geroa Bai y Contigo Navarra para optar al bastón de mando municipal, aunque los números no le den.
Desde Ferraz sostienen que no hay ninguna directriz y que se está dejando a los propios territorios que gestionen la situación. Pero insisten en que «por mucho que se mienta» tampoco se pactó con Bildu -que no obstante ha votado a favor de todos los presupuestos tanto de Chivite como de Pedro Sánchez- hace cuatro años. «¡Pero si le dimos la Alcaldía de Pamplona a UPN!», recuerdan con indignación.
En el País Vasco tampoco se atisba riesgo de un entendimiento que pueda dar munición a la derecha. El PSE, socio de coalición del PNV en el Ejecutivo, apuesta por reeditar los pactos que ya fraguó con los nacionalistas. Los socialistas aspiran a gobernar así la ciudad de Vitoria y los nacionalistas la diputación de Guipúzcoa. Pero en ambos casos necesitan del PP.
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