Lista para el gol desde el centro del campo

Quizá esa ha sido la pregunta más rara que le han planteado a Esther Llamazares (Oviedo, 1970), pero no la que ha llegado en el momento o a la hora más insólita. Porque la persona que encabeza la candidatura del PP de Asturias a las elecciones del Congreso de los Diputados tiene en la tableta, con la que está permanentemente conectada, una parte más de su anatomía. En ella teclea antes de que amanezca y lo sigue haciendo cuando ya culmina el día. Para ella son laborales todos los días del año, hasta el punto de que nunca se ha ido de vacaciones. Quien la conoce bien habla de una escapada a La Toja. Fueron tres días. Los tres, cuando el resto se levantaba se encontraba a Llamazares pegada a la tableta. Y al café. Y al cigarro.

La unanimidad entre quienes la conocen es total al definirla como «curranta». Lo fue desde niña, puesto que ya a los 14 años comenzó a trabajar en una tienda de ultramarinos. En una familia con otros siete hermanos, la formada por sus padres, todas las manos a la hora de colaborar eran pocas y las de Esther, Estherina para muchos, siempre estuvieron ahí. De los ultramarinos en su Valliniello a un videoclub en Luanco, de ahí a una autoescuela, a la Clínica Rozona y, luego, a su propia empresa. Y, claro, al fútbol.

Porque Llamazares, que completó sus estudios (Administración de Empresas, Secretariado Internacional y Protocolo) tras su boda, a los 20 años, colgó en ese momento las botas con las que llevaba chutando a gol desde los seis años. Pionera en muchas cosas, también lo fue en el balompié femenino. Con el Club de Fútbol Femenino Fondo, primero, con el Racing Principado y el México, después. Y compatibiliza su amor por el Barça con dos más: el Oviedo, pues entre 2012-2014 fue directora de marketing y publicidad, y el Real Avilés, donde trabajó entre 2014 y 2015.

Siempre con una mentalidad de mediocentro, el lugar que ocupaba en el césped, ha sabido repartir juego. Tanto en el campo como en la vida. Así, quien pueda pensar que ser adicta al trabajo es sinónimo de desorden se equivoca. Al menos en el caso de la candidata que se hizo viral en la última campaña electoral, a la Alcaldía de Avilés.

Regalar un mechero promocional y apellidarse Llamazares hizo que su candidatura se disparara entre las redes sociales. Debe ser lo único que ella no tenía previsto, porque agenda su día para mantener espacios sagrados entre vida y trabajo.

En rojo está marcada su cita de los viernes con su pareja, al igual que su comida de los domingos con sus padres. Entre ambas, otro encuentro al que nunca falla: la cena semanal con sus exsuegros y excuñadas. Y siempre con su hijo como motor vital.

«Conocerla es quererla» dicen los suyos, donde no tienen duda de que ha sido su personalidad la que la ha llevado de pasar de cuatro concejales a rozar la Alcaldía de Avilés, votada por personas que, en otro momento, dieron su voto, incluso trabajaron, para formaciones políticas de muy dispar color.

Una personalidad cuyo brillo llegó hasta Bruselas, desde donde Diego Canga, entonces candidato del PP a la Presidencia del Principado, la fichó como jefa de su campaña para las elecciones autonómicas. Y que la ha colocado en el primer puesto en la candidatura al Congreso de los Diputados. Con Il Divo y Bertín Osborne como banda sonora, y el número 6 a la espalda, ha ido variando su posición futbolera de mediocentro izquierda a la política de mediocentro derecha. Y desde esa ubicación en el campo electoral quiere chutar a gol el próximo 23 de julio.