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La noche de las calculadoras

Diego Carcedo

Domingo, 20 de diciembre 2015, 23:43

Como ya se nos ha olvidado hacer las cuentas de la vieja, que nunca fallaban, esta madrugada nos la pasaremos pulsando las calculadoras y tratando de que la nueva aritmética parlamentaria arrojada ayer por las elecciones nos anticipe cómo va a ser políticamente 2016. Las elecciones han discurrido con ejemplar normalidad y con unos resultados bastante previsibles, incluido el batacazo de los partidos tradicionales y la reafirmación de los emergentes, pero no nos han revelado -lo han dejado en manos de los políticos-, cuál será el resultado decisivo, que es quienes nos van a gobernar los próximos cuatro años.

Hasta ahora la alternancia entre el centro derecha (UCD, AP, o PP) y el centro izquierda (PSOE) nos había adormilado en la rutina del bipartidismo. Pero la crisis ha provocado reacciones, por fortuna democráticas, entre los ciudadanos y la nueva legislatura se vuelve más complicada con la entrada en liza de dos nuevas y potentes formaciones Podemos y Ciudadanos que por buena voluntad que pongan van a volver muy complicada la formación del nuevo Gobierno. Ninguno de los cuatro grandes, por llamarlos de algún modo, ha conseguido el 30% de los votos.

Ninguno podrá vanagloriarse demasiado. Nunca el voto se había dispersado tanto. Solo un casi inverosímil acuerdo entre el PP y el PSOE alcanzaría la mayoría absoluta en el Congreso. En legislaturas anteriores la mayoría podía conseguirse con el respaldo de alguno de los partidos nacionalistas CiU, PNV o CC--, pero en esta ocasión ninguna otra mayoría, que no sea entre PP-PSOE, podrá conseguirse con menos de tres partidos. Sumando escaños hay múltiples combinaciones posibles, pero formar un Gobierno no es solo una cuestión matemática, también cuentan otros factores, empezando por la compatibilidad de los programas.

La sociedad ha dejado un mensaje claro a los políticos. El resultado ofrece el peligro de una inestabilidad que hasta ahora no habíamos sufrido. Pero tampoco debe ser motivo de alarma si la sensatez y el pragmatismo se imponen. Las mayorías absolutas fuera son poco frecuentes. La mayor parte de los gobiernos parlamentarios europeos están formados por coaliciones o sustentados por acuerdos entre dos, tres y hasta cuatro partidos. El mensaje de las urnas es el inicio de una nueva etapa.

Una etapa que comienza hoy mismo, en la que los partidos sin esperar siquiera a sus ajustes de cuentas internos, tienen que avenirse a hablar de todo con todos y a negociar con amplitud de miras. La monopolización del poder ha agotado una etapa que facilitó la consolidación de la Transición y hay que reconocérselo. Pero a partir de ahora, todo va a ser distinto en el ámbito de la política. La flexibilidad y el acuerdo tendrán que ser factores primordiales.

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