Secciones
Servicios
Destacamos
Las cosas estaban yendo viento en popa para el PSOE de cara a las elecciones europeas del 9 de junio, o así lo veían tanto en el Gobierno como en Ferraz, antes de que la aprobación de la ley de amnistía y sus ecos ... hicieran que el tren de la campaña cambiara, quién sabe por cuánto tiempo, de vía. De transitar por los paisajes de la política exterior en el que el avance de la ultraderecha emergía como amenaza compartida –un marco que ya resultó beneficioso a los socialistas en las últimas generales– a atravesar la accidentada orografía nacional. La duda, para los dos grandes partidos, es cómo impactará ese cambio en la decisión de voto de los ciudadanos.
Los comicios al Parlamento Europeo no suelen despertar un interés desmedido. En 2019 la participación fue del 60,7%, un porcentaje relativamente alto que se explica por su coincidencia con las municipales, pero cinco años antes no llegó al 44% y en 2004 rebasó esa cifra por poco. Aun así, al tratarse de la primera cita de ámbito nacional desde el 23 de julio, las del próximo domingo se interpretan como una ocasión clave para medir la resistencia de Pedro Sánchez y el fuelle de Alberto Núñez Feijóo.
En lo que va de legislatura, el Ejecutivo –atado por una mayoría compleja e ideológicamente heterogénea a la que apenas une algo más que una concepción del Estado en conflicto con las posiciones tradicionales del PSOE– solo ha podido aprobar la ley de amnistía, dos de los tres reales decretos leyes que ha impulsado y una norma tan poco conflictiva como la de enseñanzas artísticas. Pero en Moncloa defienden que eso cambiará superado el ciclo electoral que ha llevado a encadenar gallegas, vascas, catalanas y europeas en el primer semestre.
Sánchez y los suyos inciaron la campaña convencidos de que el resultado catalán –la victoria clara, aunque insuficiente, del PSC y el retroceso del independentismo– les serviría no solo de antídoto frente a las críticas de la derecha por su cambio de posición respecto al olvido penal del 'procés', sino de impulso. Y su temor a que el 'caso Koldo' o la investigación a la esposa del presidente, Begoña Gómez, con la que martillean Feijóo y Santiago Abascal (con ayuda de Javier Milei), les pasen factura es más bien nulo.
Los sondeos de las últimas semans vienen apuntando a una ventaja electoral del PP tan poco significativa, de dos o tres escaños, que casi les sabe a victoria. Las advertencias de Junts y ERC sobre sus planes para supeditar ahora la legislatura a la consecución del referéndum, empañan, sin embargo, su mensaje de que «el perdón es curativo». La esperanza de los socialistas es que pueda menos que la imagen del PP supeditado a un Vox que no se desinfla.
Alberto Núñez Feijóo ha ganado o ha visto cómo su partido mejoraba sus registros previos en todas las elecciones celebradas desde que aterrizó, en abril de 2022, en la planta noble de Génova: las andaluzas, las municipales y autonómicas, las generales, las gallegas, las vascas y las catalanas. Pero la honda frustración causada por la imposibilidad de alcanzar la Moncloa tras el 23-J por su insuficiente victoria, unida a otros tropiezos de menor alcance, han hecho cundir la especie de que al presidente del PP le cuesta dar con la tecla para contrarrestar las tácticas que despliega Sánchez.
Génova se resiste a hablar de cifras –lo máximo, que el partido no llega «a tanto» como el 35% de los votos– y sigue apostando por un triunfo que permitirá a Feijóo dar la vuelta a la pobre hoja de servicios exhibida por Pablo Casado en las europeas de hace cinco años, cuando el PSOE les aventajó en casi tres millones de votos, ocho escaños y 13 puntos.
En la multitudinaria manifestación de hace una semana en la Puerta del Sol, Feijóo no rehuyó el desafío que él mismo se ha impuesto al rescatar su exigencia de unas generales anticipadas; y en el Congreso afirmó el jueves que con la amnistía el PSOE ha firmado su «acta de defunción». Pero los populares, que dicen no estar incómodos con el intento de pinza entre los socialistas y Vox porque «cuando dos bandos se disparan, basta con que tú te agaches para que el tiro alcance a uno de los otros dos», asumen la posibilidad de que Sánchez resista frente a una victoria del PP menos holgada de lo pronosticado hace apenas unas semanas.
En Génova ya preparan el terreno para ese escenario y así sacudirse la presión. Dicen que si el presidente «sobrevive, es a costa de vaciar a su socios» y que «eso no le vale» en unas generales porque no sumaría. «Su bloque se va a debilitar», auguran, mientras vaticinan, en cambio, que el arco del centro a la derecha logrará 10 puntos más que 2019. En parte, gracias al trasvase a sus filas de un 7% de socialistas disconformes con la amnistía que detectan.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.