Los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos compiten estos días por atraer el voto de los trabajadores de la industria de automoción en Míchigan. Este es uno de los Estados indecisos que pueden inclinar la balanza el 5 de noviembre. Los discursos de ... Donald Trump y Kamala Harris se parecen más de lo que cabría esperar. Ambos prometen ayudas al sector, bajar los costes de la vivienda y frenar a China, que no cumple las reglas de juego del comercio mundial. Han hecho del proteccionismo una receta común, como ya lo ha sido durante los últimos cuatro años con Joe Biden en la Casa Blanca.

Publicidad

Newsletter

El contraste de la campaña de Kamala Harris con la de Hillary Clinton es enorme. Harris se centra en ofrecer una economía que funcione para los perdedores de la globalización. La ex secretaria de Estado se presentó en 2016 anunciando a bombo y platillo que sería la primera mujer presidenta de Estados Unidos. La entonces aspirante demócrata podía haber subrayado su extenso curriculum y su enorme capacidad de trabajo, pero eligió este otro mensaje. El llamado «techo de cristal» que impide todavía el acceso de mujeres a algunos puestos se rompería y Hillary haría historia. Era su turno y le tocaba interpretar ese papel. La entonces candidata ganó en voto popular, pero perdió las elecciones en la votación indirecta del Colegio Electoral frente a Donald Trump, un candidato acusado más de una docena de veces de acoso sexual.

Noticias relacionadas

Kamala Harris no es menos feminista que su compañera de partido, incluso se ha situado a lo largo de su vida política más a la izquierda. Pero se ha dejado aconsejar por el equipo de campaña de Barack Obama y proyecta un mensaje moderado y optimista, intentando representar lo nuevo frente a lo viejo y desgastado. No ha insistido en la política de identidad típica del ideario demócrata, que da un papel estelar a las minorías y, de paso, las encasilla. Harris ha rebajado la importancia de llegar a ser, si gana, la primera mujer presidenta, y además miembro de dos minorías raciales, afroamericana e india. Hace campaña por la libertad de las mujeres para decidir sobre el aborto, frente a las restricciones impuestas por el Tribunal Supremo y los Estados controlados por los republicanos. Trump, por su parte, proclama en sus mítines que los votantes tienen que elegir entre un presidente blanco y una presidenta negra, alentando el racismo aún presente en la sociedad estadounidense. En quince días sabremos si el tratamiento protocolario del nuevo ocupante de la Casa Blanca es por primera vez «Madam President».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad