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La fragmentación obliga a pelear hasta el último voto

El PSOE quiere capitalizar el discurso del miedo a la derecha, en pugna con Podemos e IU, y PP y Ciudadanos se disputan el papel de alternativa a la hegemonía socialista | A izquierda y derecha los partidos extreman la batalla por hacer ver al elector que solo su opción dará un futuro a Asturias

ANDRÉS SUÁREZ

OVIEDO.

Sábado, 25 de mayo 2019, 02:44

La estrategia del voto útil es tan vieja como la propia política. Consiste en hacer ver al ciudadano que solo la opción que uno defiende será buena para conseguir un objetivo concreto, mientras que el resto equivalen poco más que a tirar la papeleta a la basura. Esta herramienta electoral se ha utilizado siempre, pero se ha llevado al extremo a medida que la fragmentación se ha ido reforzando y han aparecido más y más partidos y, por tanto, la competencia se ha endurecido. En esta campaña ese juego se ha disputado tanto a izquierda como a derecha. En el primer caso, el PSOE ha intentado presentarse como única vía para hacer frente a una hipotética alianza de PP, Ciudadanos, Foro y Vox que pudiese gobernar la comunidad. En el segundo es especialmente llamativa la pelea entre los populares y el partido naranja por erigirse en alternativa a la tradicional hegemonía socialista en el Principado. Esta fórmula impregnó ayer en buena medida los discursos de cierre de los cabezas de cartel.

Vídeo.

La realidad es que hay muchas opciones en liza -hasta siete partidos están en disposición de obtener representación en la Junta General- y varios escaños van a depender de un puñado de votos, así que la competencia es radical. Una realidad que obliga a los partidos a distinguirse ante la sociedad. Y qué mejor distinción que la garantía a ojos del elector de que su voto va a servir para algo y no se va a ir directamente a la papelera. Este fenómeno se ha podido observar esta campaña en dos hechos muy concretos.

En el caso de la izquierda, el PSOE ha jugado sin disimulo esa baza. Su candidato, Adrián Barbón, ha repetido una y otra vez que lo sucedido en Andalucía, donde la alianza de PP, Ciudadanos y Vox ha desbancado a los socialistas de la Junta, podría darse en Asturias. El mensaje del 'que viene la derecha' lleva toda la campaña en boca del político lavianés, que llama a concentrar en su partido el grueso del voto de la izquierda para contrarrestar esa posibilidad y, sobre todo, la posible influencia que Vox pudiera tener en un hipotético gobierno regional. «Ante la involución, movilización», dijo en la entrevista que este periódico publicó ayer mismo.

IU, crítica con Barbón

Pero el discurso socialista ha creado malestar en otras fuerzas de la izquierda, que creen que Barbón quiere incrementar su granero de votos a costa de deteriorar a potenciales aliados. Es el caso de Izquierda Unida, desde cuyas filas se ha reprochado que el candidato del PSOE azuce la división en su mismo espectro ideológico en lugar de confrontar abiertamente con la derecha.

La coalición, de hecho, le ha pagado con la misma moneda y ha esgrimido que el único voto realmente útil es el suyo porque solo IU puede ejercer de contrapeso frente a un PSOE que, de gobernar con margen suficiente, sería «sumiso» a Madrid y al Ejecutivo de Pedro Sánchez, y que podría caer en la tentación de alejarse de la izquierda y anteponer la búsqueda de acuerdos con fuerzas como Ciudadanos. Ese papel de actor relevante para contrarrestar los vaivenes de una posible mayoría socialista y garantizar verdaderas políticas en apoyo de la ciudadanía también se ha podido escuchar en los discursos de Podemos.

Pero si duro y tenso ha sido el pulso por la izquierda, todavía mayor es el calado del debate en un centro-derecha en el que compiten hasta cuatro proyectos. Un terreno en el que hasta hace bien poco el PP se movía prácticamente en solitario mientras veía cómo el PSOE tenía que vérselas con nuevas y emergentes formaciones, y que sin embargo ahora es escenario de la más cruenta de las batallas. Y, también aquí, aparece el voto útil.

Porque esa es precisamente la baza que intenta jugar el PP para mantener una posición -la de aspirante a competir con el PSOE por la victoria o como mínimo el liderazgo de la oposición- que ve amenazada por el empuje de Ciudadanos, como llegan a apuntar algunas encuestas, como creen algunos dirigentes del partido naranja y como sospechan las voces más pesimistas que se escuchan en las filas populares. La candidata, Teresa Mallada, se ha desgañitado durante la campaña para convencer a los asturianos de que solo el PP puede dar la batalla a Barbón y ejercer como dique de contención frente a las políticas 'sanchistas' en Asturias, alertando de que Ciudadanos está más cerca de la izquierda que de otra cosa.

Para contrarrestar esos ataques, Ciudadanos ha optado por otra fórmula. Juan Vázquez ha preferido huir de la dinámica de frentes para situarse en un punto central desde el que podría llegar a acuerdos con formaciones que defiendan proyectos moderados. Desde el partido naranja se transmite la idea de que frente a un PSOE cuyas políticas ya han sido probadas durante largo tiempo en Asturias, y frente a un PP sumido en un proceso de rivalidades internas y decadencia electoral, solo su alternativa puede dar un horizonte de futuro a la comunidad.

Foro y Vox

Cuando se polarizan los debates, hay partidos que lo pasan mal. Es el caso de Foro, que contra viento y marea, y confiado en el tirón y la imagen pública de su candidata, Carmen Moriyón, intenta asomar la cabeza en un combate con tantos actores. El voto que pueda retener Foro es especialmente trascendente para el reparto de fuerzas en el centro-derecha: de ello depende tanto el papel que la formación de Moriyón pueda jugar en un hipotético escenario de alianzas postelectorales como el resultado de otros partidos que, como sucede con el PP o con Ciudadanos, aspiran a crecer a partir de los apoyos que pudiera perder la formación que en su día impulsó Francisco Álvarez-Cascos.

Y luego queda la incógnita de Vox, cuyas expectativas parecen haberse suavizado después de que el resultado de las elecciones generales no fuese tan sonoro como se esperaba. Si hace unas semanas en el seno del partido algunos de sus principales dirigentes hablaban incluso de acercarse a la decena de escaños en la Junta General, esas esperanzas son ahora más modestas. Con todo, la candidatura que encabeza Ignacio Blanco sostiene que solo su presencia destacada en el próximo Parlamento garantizaría un viraje en las políticas fracasadas que, a su juicio, se vienen aplicando en la comunidad en los últimos años.

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