ANDRÉS SUÁREZ
OVIEDO.
Lunes, 27 de mayo 2019, 03:06
El PSOE ganó ayer las elecciones autonómicas en Asturias con su mejor resultado desde 2007 y Adrián Barbón tiene despejado el camino hacia la Presidencia del Principado. El dirigente socialista aglutina por sí solo más escaños que todas las opciones del centro- ... derecha juntas, lo que le asegura la investidura. A partir de ahí tendrá que decidir la fórmula por la que apuesta para el gobierno, en solitario buscando apoyos puntuales o mediante pactos estables que incluyan posibles ejecutivos de coalición, y para ambos casos la suma de las fuerzas de la izquierda, incluyendo a Podemos e IU, supera con holgura los 23 escaños que dan la mayoría absoluta.
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El triunfo del PSOE es abrumador. Los 20 escaños cosechados por la candidatura de Barbón no entraban en los pronósticos ni de los más optimistas y suponen volver a una representación autonómica desconocida en las últimas legislaturas. El político lavianés mejora los resultados obtenidos por Javier Fernández en los tres comicios anteriores -2015, 2012 y 2011- y se acerca a los 21 diputados del tercer y último mandato de Vicente Álvarez Areces en 2007. La victoria de Barbón supone, además de un rotundo éxito electoral, una ratificación de su poder interno después de unos años convulsos en las filas socialistas.
Aunque el resultado del 26-M tiene algunas paradojas. El PSOE crece, sí, pero la suma de los partidos de la izquierda es menor que la de la pasada legislatura. Socialistas, Podemos e IU contaban hasta ahora con 28 escaños y ahora se quedan en 26 por el desplome que experimentan tanto el partido morado como la coalición. Esta merma de apoyos tiene una primera consecuencia directa: la reforma del Estatuto para impulsar la oficialidad del asturiano se queda en el alero porque la mayoría reforzada que exige su aprobación está en 27 escaños, uno más que los que representa esa triple alianza de la izquierda.
En la práctica, y como ya le pasó a Javier Fernández en el pasado, Barbón tendrá que buscar apoyos por la izquierda para gobernar. Pero las diferencias entre ambas etapas son radicales. El también secretario general de la FSA contará con una mayoría amplia a partir de la que negociar desde una posición de fuerza y sus potenciales aliados, Podemos e IU, no están precisamente sobrados a la hora de plantear sus exigencias. La opción de Lorena Gil pasa de nueve diputados a cuatro, mientras que la que representa Ángela Vallina cae de cinco a dos. Si eso no cuajara, al PSOE siempre le quedaría el 'plan b' de mirar a Ciudadanos.
En el resto del arco parlamentario hay una combinación de sensaciones. El PP, que concurría a estos comicios con el lastre del mal resultado de las generales del 28-A y sus trifulcas internas, salió del envite con un resultado que puede considerarse satisfactorio puesto que, pese a perder un escaño y caer de once a diez, mantiene su posición como referente del centro-derecha. Una posición a la que Ciudadanos no llegó ni a acercarse, penalizada la opción de Juan Vázquez por sus malos resultados en las alas, pese a resistir en el área central. Con todo, pasa de tres a cinco diputados.
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