Retrato de Adrián Barbón. Daniel Castaño

El barón que gobierna como un alcalde

Barbón. La victoria electoral reafirma al líder asturiano como uno de los bastiones territoriales del PSOE

Viernes, 2 de junio 2023, 21:42

Adrián Barbón (Laviana, 1979) eligió su casa para el primer mitin de la campaña que le ha aupado a la victoria estas elecciones autonómicas en medio de la debacle socialista. «No puede ser de otro modo: Laviana es mi vida. Nací, crecí y sigo ... viviendo aquí, como dice la canción, con la misma gente, en el lugar de siempre», escribió en sus redes, un medio que domina como nadie quien mamó socialismo y llegó al sillón del Ayuntamiento lavianés antes de cumplir los treinta. Un hombre al que -en medio de la debacle que ha forzado a adelantar las generales- los resultados de estas autonómicas y municipales han reafirmado como un peso pesado del socialismo español. El barón con mayor proyección del partido junto con Emiliano García-Page, quien revalidó su mayoría absoluta en Castilla-La Mancha en una noche electoral en la que pintaban bastos. Jornada de infarto en la que tampoco en la sede de la FSA las tenían todas consigo. Hasta que, con el escrutinio al 50%, Adriana Lastra mandaba a parar: «El PSOE sigue siendo la primera fuerza política en Asturias. Y eso se debe al liderazgo indiscutible de Adrián Barbón». El líder de un bastión inexpugnable que entronca directamente con el lugar que lo vio nacer, según el sociólogo Óscar Rodríguez Buznego.

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«La primera clave de su fortaleza hay que buscarla en la lealtad del votante socialista. Porque todavía hay un porcentaje elevado de personas que, ocurra lo que ocurra, siguen votando al partido. Y, además, esa lealtad es aún más fuerte en la cuenca minera, cuna del socialismo asturiano».

El núcleo duro donde este licenciado en Derecho llamado a regir los destinos de los asturianos durante cuatro años más aprendió a hacer «política de proximidad». Esa que provoca que en citas multitudinarias como los pasados Güevos Pintos el admirador confeso de Churchill fuese incapaz de dar tres pasos seguidos sin que le abordasen para pedirle un 'selfi' mientras que su principal rival en las urnas, el popular Diego Canga, pasaba prácticamente inadvertido.

«Barbón ha aportado tres rasgos de su personalidad y su puesta en escena que le han ayudado a obtener un resultado que ya puede considerarse de manera definitiva una victoria. Sobre todo, viendo lo ocurrido en el resto de España», apunta Buznego. «Uno es la cercanía, y ahí se nota el alcalde que lleva dentro. Otro es la amabilidad, en el sentido de que no es un líder político que polarice, que genere tensión a su alrededor, sino que trata de calmar los ánimos, es conciliador... Y, finalmente, hay otro sesgo suyo que destaca respecto a otros presidentes que ha tenido el Principado, que es su asturianismo. Ha puesto siempre por delante el interés de Asturias. Incluso ha dicho en varias ocasiones: 'Si tengo que contradecir al Gobierno de Madrid, aunque sea de mi propio partido, lo haré'. Un regionalismo moderado que está presente en la mayor parte de la ciudadanía asturiana y que propicia un encuentro entre Barbón y la opinión pública».

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Y esas particularidades -añade- «contrastan fuertemente con el estilo de Pedro Sánchez, que acaba de recibir un severo castigo. Así que el hecho de que Barbón muestre un modo de hacer política tan diferente le ha granjeado también un apoyo que le ha mantenido» en Suárez de la Riva.

«Ese carácter campechano gusta», concuerda su colega Carlos Gil. Y no solo a la izquierda. A una persona indecisa, por ejemplo, esa cercanía de chigre le atrae. A Barbón lo ves cantar con Revilla, con montera picona... Y, además, es joven, conecta con la gente». Pero que nadie se equivoque, porque «es también un estratega capaz de jugar la baza de la oficialidad cuando se da cuenta de que puede perder ese referente regionalista».

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Todo, en «una sociedad en la que un porcentaje importante de la gente vive de lo público» y «con candidatos en la oposición que no han sido los mejores»: «Canga es un tecnócrata llegado de Bruselas. Barbón, en cambio, es el nieto que todo el mundo quiere tener. Entrañable. Y, luego, como se preguntaban muchos, '¿qué pasa con Canga si no gana?, ¿se va a ir o no?'. Porque, al final, lo que queremos son políticos que se queden aquí».

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