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L. C.
LANGREO.
Domingo, 15 de septiembre 2019, 03:58
Vesuvius se ha convertido en el nuevo eslabón de la crisis industrial que vive Asturias. Tras el anuncio de cierre de Alcoa, de las térmicas de Lada y Soto de La Barca y los recortes anunciados por Arcelor, llegó el ERE para la planta de refractarios de Langreo ... , un nuevo mazazo para la cuenca del Nalón, duramente golpeada ya por el fin del carbón y por el fracaso de la reindustrialización.
Ni los vecinos ni los propios trabajadores contaban con esto. Vesuvius ya había amenazado con irse hace una década, y entonces alegó los mismos motivos que ahora: malas previsiones sobre el futuro de la siderurgia en Europa. Entonces «se equivocó y ahora lo ha vuelto hacer», lamenta la plantilla. Cada uno tiene su historia, su propia situación familiar en casa, pero comparten un mismo drama: afrontar la pérdida de un empleo en el que llevaban varios años sin tener la más mínima esperanza de encontrar otro ni en su concejo, ni en su comarca y ni siquiera en su propia región. «¿Dónde vamos a ir? Aquí ya no queda nada», insisten los trabajadores.
Ellos y su factoría representaron a finales de la década de los ochenta la oportunidad de vivir de la indutria sin depender del carbón. Y ahora, tiempo después, ese ejemplo se ha desvanecido, como tantos otros antes. Venturo XXI, Alas Aluminium... Los planes fallaron y se sienten «abandonados» por el Principado y también por el Gobierno de la nación. Los más veteranos recuerdan con nostalgia cómo era la cuenca del Nalón en el pasado. «Poderosa, atractiva para los trabajadores, rica...». Una imagen muy diferente de la que ofrece hoy: despoblación, cierres, sin oportunidades, sin perspectivas de futuro a las que agarrarse.
Y lo peor, dicen, es que la empresa da beneficios. Vesuvius no cierra porque tenga pérdidas ni porque los costes energéticos se hayan disparado como pasó con Alcoa ni porque los costes del CO2 pongan patas arriba sus cuentas, como en el caso de Arcelor. La multinacional se va porque prevé una mala época para la siderurgia europea. Sin embargo, no deja el viejo continente, solo cambia de región y de país. Concentrará una parte importante de su producción en la planta que tiene en Polonia, donde ha llevado a cabo inversiones para aumentar la capacidad productiva y la plantilla. Deja atrás más de dos millones de ayudas públicas destinadas a la reindustrialización de Langreo y a una plantilla de 111 trabajadores que vislumbran un futuro «muy oscuro y preocupante» para sus familias.
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