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Todos los elementos se conjuran contra la competitividad de la industria asturiana. Los máximos históricos que registran la luz y el gas se deben, en buena parte, a la especulación que se registra en los mercados de los derechos de emisión. Por ello, esta crisis ... que atraviesa el sector la perciben de manera más acusada las empresas emisoras de CO2, dado que la tonelada supera ya la barrera de los 50 euros. Rondan la veintena en la región y pertenecen a sectores de lo más diversos, desde la alimentación hasta la siderurgia, pasando por la producción de celulosa.
Arcelor y Asturiana de Zinc son las más perjudicadas por el enorme volumen y las características de su actividad. Pero hay otras compañías tractoras en la región que se ven gravemente afectadas por esta situación que cada día se vuelve más insostenible. Es el caso, entre otras, de Química del Nalón, Saint-Gobain, Tudela-Veguín, Ence, DuPont, Fertiberia, ILAS-Reny Picot y CAPSA. Precisamente, fuentes de Corporación Alimentaria Peñasanta –en la que se engloba la marca Central Lechera Asturiana– señalan que «el impacto de la subida es tremendo» y subrayan que los costes del CO2 han aumentando «en más de un 700% en los últimos años».
Un incremento que se debe a la confluencia de los movimientos especulatorios y a los objetivos de descarbonización marcados por la Unión Europea, que este año inicia la cuarta fase (2021-2030), que establece que la cantidad global de derechos de emisión se recortará a un ritmo más rápido que en el pasado. En concreto, un 2,2% anual en lugar del 1,74%. La industria asturiana se teme lo peor porque las previsiones que maneja apuntan a que el precio del carbono seguirá subiendo incluso hasta triplicarse en el corto-medio plazo.
Unas perspectivas que, de cumplirse, supondrían una «elevadísima» carga económica en las cuentas de resultados de las compañías que están sujetas directamente al mercado de derechos de emisión, ya que «lastra y aumenta los costes de la energía eléctrica y los combustibles, ahogándonos aún más», reconoce CAPSA. El problema reside en que esta transición energética acelerada no deja tiempo a la reacción, de modo que «se prevén periodos transitorios muy duros y es muy posible que determinados sectores no soporten estas subidas, debido al impacto económico tan relevante que implica». Las empresas asturianas trabajan a marchas forzadas para mejorar su eficiencia energética, pero se encuentran con la enorme barrera que supone que «la tecnología no está suficientemente desarrollada para la mayoría de los sectores, es decir, no es técnica ni económicamente viable y no parece que lo sea en el corto plazo», afirman desde CAPSA sobre la expansión de fuentes renovables en su actividad, de manera que puedan llegar a prescindir de los combustibles fósiles.
En su caso, se trataría de sustituir el gas natural por biocombustibles o cambiar procesos productivos térmicos hacia procesos electrificados. Esta circunstancia afecta, sobre todo, a las compañías que, como CAPSA, disponen de cogeneración –procedimiento por el que se obtiene simultáneamente energía eléctrica y térmica–, por lo que muchas de ellas se ven abocadas a detener dicho proceso.
Esta situación de los costes eléctricos y del CO2, unida al encarecimiento de las materias primas, «está impactando de manera severa en las cuentas de las compañías industriales y, por ello, en su rentabilidad y su competitividad frente a compañías de terceros países», recalcan fuentes de Fertiberia, que este año ha triplicado sus inversiones en eficiencia energética y descarbonización para mitigar estos impactos. «Pero a corto plazo necesitamos que aquellos factores que son esenciales para la competitividad tengan el comportamiento más estable y predecible posible», porque solo así podrá «acometer la transformación» en la que se ha embarcado.
En los últimos años, Fertiberia ha invertido más de ocho millones en su planta de Corvera. En la actualidad, la empresa de fertilizantes está centrada en incrementar la producción de nitrosulfato amónico, al tiempo que evalúa «nuevos proyectos con carácter reestructurante» de la fábrica asturiana que permitirían a Fertiberia situarse «a la cabeza de la descarbonización del sector y que, sin duda, reforzarían la competitividad» de su actividad en el Principado. Para ello, «es fundamental que España sea un territorio que promueva y apoye a su industria para que esta pueda así competir a escala global», aseveran.
Por la naturaleza de su actividad, las grandes damnificadas de esta coyuntura son las empresas electrointensivas, sobre todo Arcelor y AZSA, cuyos gastos de producción se han disparado. De modo que el coste energético supone ya el 60%del total en el caso de la compañía de zinc. Así, el desembolso mensual por la energía eléctrica en junio sería superior al doble de la media que Asturiana de Zinc ha pagado en los últimos cinco años, lo que pone en riesgo la viabilidad de esta y otras electrointensivas.
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