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Las torres de refrigeración de la central térmica de La Robla, demolidas este mismo mes. E. C.
La UE pide usar más carbón para abandonar el gas ruso, mientras España cierra sus térmicas

La UE pide usar más carbón para abandonar el gas ruso, mientras España cierra sus térmicas

La medida puede durar 15 años y se incluye en un plan de 210.000 millones, que potencia renovables e hidrógeno, para lograr la autonomía energética

N. A. ERAUSQUIN / O. HERNÁNDEZ

GIJÓN/BRUSELAS.

Jueves, 19 de mayo 2022, 00:58

La guerra de Ucrania ha dilapidado cualquier opción de que el gas sea el combustible de transición hacia una economía neutra en carbono que se esperaba. Si había alguna duda de ello, ayer, la Unión Europea dejó claro que hay que buscar otras fuentes energéticas, aunque esto lleve, incluso, a potenciar el uso del denostado carbón, mucho más contaminante, como fuente de generación. La Comisión, que detalló ayer el paquete de medidas REPowerEU, que tiene como objetivo reducir la dependencia de los combustibles rusos, plantea medidas de racionamiento para el gas entre los estados miembros y reducir la participación de las centrales de ciclo combinado en el mix sustituyéndolas por energía producida a partir de carbón, que aumentaría su participación a 100 teravatios por hora (tWh), un 5% más que en la actualidad, y por energía nuclear, hasta 44 tWh.

La cuestión se complica en España, que había puesto sus esperanzas en el gas como fuente de respaldo a las renovables, mientras que Francia apuesta por la nuclear y Alemania mantiene muy activas las centrales de lignito. La situación es muy diferente de este lado de los Pirineos, en el que solo una térmica, la asturiana de Aboño (921,7 MW), no tiene solicitado el cierre, aunque su propietario, el grupo luso EdP se ha comprometido a abandonar el carbón antes de 2025 y plantea reconvertir la instalación para la producción de hidrógeno. Queda por ver ahora si el plan de la Unión Europea frena de alguna forma las autorizaciones de desconexión de las centrales españolas.

En Asturias, además de la de Aboño, cuyo grupo 1 se adapta para quemar gases siderúrgicos, y el 2 se mantiene con carbón, está activa la térmica de Soto de Ribera, también de EdP. El grupo 3, de 361 MW, emplea carbón y ya tiene solicitado el cierre, mientras que los ciclos combinados, Soto 4 (426 MW) y Soto 5 (428 MW), utilizan gas natural como combustible. Además, hace casi dos años se cerraron las centrales de Soto de la Barca (Tineo) -propiedad de Naturgy- y de Lada (Langreo) -de Iberdrola-, que ahora están en pleno proceso de desmantelamiento, sin que aún se haya dado una alternativa a su actividad. Otras, como las de La Robla (León) y Andorra (Teruel), han visto en este último mes cómo se demolían sus icónicas torres de refrigeración.

Cambio de estrategia

Según fuentes comunitarias, la decisión de la Comisión Europea es una medida de carácter temporal, pero tiene un plazo relativamente largo, ya que podría extenderse hasta 15 años. Además, se desvía de la estrategia marcada previamente, y abrazada por España, para reducir la participación de las centrales de carbón en el mix y alcanzar el objetivo de que la UE sea neutra en carbono en 2050. El plan de Bruselas, no obstante, incluye también una fuerte apuesta por las renovables, la interconexión de los distintos países, que podría facilitar la puesta en marcha de la regasificadora de El Musel, y el hidrógeno verde, que también puede potenciar proyectos como el de HyDeal o el valle de EdP en Aboño.

En total, el plan se cifra en 210.000 millones de euros hasta 2027. Parte de esa cantidad, entre 1.500 y 2.000 millones, se destinarán a construir oleoductos en los países más dependientes del crudo ruso y otros 10.000 a infraestructuras de gas natural licuado (GNL). Todo, a pesar de que esta misma semana el Consejo Europeo aprobó que no se financiaría ninguna instalación más de combustibles fósiles.

Además, se desplegarán inversiones para que la producción de renovables del bloque suponga el 45% en 2030. La UE apuesta por duplicar la capacidad de la fotovoltaica del continente para 2025, con la obligación de instalar paneles en edificios. Tratará, además, de reducir a un año el proceso de aprobación de los permisos de los parques eólicos, que actualmente tardan hasta nueve en otorgarse.

Además, Europa tiene como objetivo producir diez millones de toneladas de hidrógeno verde e importar otro tanto para 2030.

Bruselas también trata de buscar suministradores de GNL y confía en que la plataforma de compras conjuntas sirva para agregar la demanda y reducir su precio.

Según las previsiones, el coste de la energía se mantendrá alto los próximos tres años, por lo que la Comisión ha ofrecido a los países una serie de medidas para reducir el impacto de este sobrecoste, como usar 'los beneficios caídos del cielo' para apoyar a los consumidores e introducir subsidios para los costes del combustible en la producción de energía.

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