El tren de carril, parado por falta de productos, y alambrón pendiente del desarrollo del conflicto

La cuestión trascendental es que está en juego el futuro de toda la división, amenazada de cierre por sus pérdidas -este año rondarán los 40 millones de euros-, y con ella el de la mitad de las instalaciones de cabecera. Es el argumento que esgrime la dirección de las plantas asturianas para aprobar un plan de productividad de largos, que sirva como gesto de buena voluntad ante el grupo siderúrgico. Es un momento crucial, ya que en las próximas semanas los responsables de Arcelor en Europa decidirán si continúa operativo el horno alto 'A', que se reactivó a finales de septiembre por un periodo inicial de tres meses. Acordaron retomar la actividad mientras un horno alto de Gante, en Bélgica, se somete a obras de mejora.

La continuidad de estas instalaciones es vital para las plantas de Gijón y Avilés. Como también lo es que se resuelvan los problemas surgidos en las baterías de cok, cuya primera fase ha registrado fallos técnicos de diversa consideración, mientras que la segunda acumula meses de retraso, aunque ahora se encuentra en fase de calentamiento.