Foto de grupo de los trabajadores que finalizaron la décima etapa de la 'Marcha del Aluminio'. E.PANEQUE

La 'Marcha', 300 kilómetros después

Las etapas a pie de los trabajadores de Alcoa concluyen hoy en Villalb | Mañana tendrá lugar una manifestación en Madrid entre el Estadio Santiago Bernabeu y la sede del Ministerio de industria de 12 a 14 horas a

EDUARDO PANEQUE

VILLACASTÍN (SEGOVIA).

Domingo, 23 de junio 2019, 03:46

Decía José Manuel De La Uz, presidente del comité de empresa de Alcoa, antes de partir: «La mejor noticia sería que no llegáramos a Madrid». Eran unas declaraciones a solo 24 horas de iniciar la marcha, las mismas que quedan ahora para que la manifestación que recorrerá la distancia entre el Estadio Santiago Bernabeu y la sede del Ministerio de Industria, ponga punto final a la 'Marcha del Aluminio'. En estos once días, la historia ha dado muchas vueltas y la épica que suponía en la segunda etapa hacerse una fotografía en el Alto del Pajares, lo será hoy en el Alto del León (Sierra de Guadarrama). La distancia entre una y otra no han sido únicamente las decenas de kilómetros en las piernas sino, tirando de tópico, el carrusel de emociones.

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En una semana los trabajadores han vivido cómo sus cabecillas eran trasladados de urgencia en taxi a Madrid para tomar un vuelo a las instalaciones de Quantum en Alemania, cómo volvían a una mesa de negociación con Alcoa en Madrid, otra técnica con el Gobierno o simplemente cómo se anulaban convocatorias. La sensación de que todo cambiaba cada minuto era constante cuando quizá, visto con perspectiva, no lo hacía tanto. De hecho, la empresa no se ha movido de sus posiciones en toda la marcha. Cada llamada de sus compañeros les cogía en plena ruta hablando con uno de los alcaldes que les han ido recibiendo durante el recorrido, o en un hostal o tratando de desconectar cerveza en mano. Porque hasta eso, fruto de la ensoñación, se fue definiendo prácticamente sobre la marcha sin que pareciera desorganizado.

Se contaban cuántos partían cada mañana, se hacía la lista de la compra y se efectuaban viajes en furgoneta mientras otros seguían sumando kilómetros. Y por fin llegó Medina del Campo. No se celebró que fuera la mitad del recorrido sino que allí se quedarían en un albergue juvenil donde, por fin, podrían lavar ropa para lo que faltaba por llegar. Conforme se alejaban del Principado paradójicamente la meseta se hacía más cuesta arriba. Los refuerzos, aquellos que podían sumarse utilizando los días que les quedaban de vacaciones, iban y venían. Lo mismo hicieron familiares y amigos que, siendo fin de semana y con las libranzas se montaban en un bus para hacer unos kilómetros junto al resto. Cualquier cara nueva era recibida con júbilo. «Una pasada poder apoyarles, es lo poco que podemos hacer los que estamos alrededor», animaba Nekane Hurtado, pareja de Joaquín Acevedo, responsable de la logística. Es también uno de los varios miembros del comité de empresa que han renunciado voluntariamente al privilegio de prioridad de permanencia en los términos establecidos en el acuerdo del ERE del pasado 15 de enero.

Rosario Miranda, Águeda Cueto, Eugenia Menéndez y Arancha Carcedo fueron otras mujeres que se calzaron las zapatillas. Ninguna trabaja en Alcoa porque, aún hoy, sigue siendo una empresa masculinizada. Solo están en plantilla una veintena de trabajadoras -varias se sumaron los primeros días de la marcha- quienes mayoritariamente hacen labores administrativas.

Cada uno se preparó como pudo. Con bastones, sin ellos, gorra o sombrero pero imprescindible: la camiseta amarilla que reza 'Asturias no se merece esto'. Los hay que incluso vinieron entrenados, tanto que lo hacían después de participar en la Travesera de Picos de Europa. Era el caso de Valentín Muñiz: «Vengo porque nos están tomando el pelo y seguimos sin una solución». Queda el asfalto madrileño que une el Bernabeu con el ministerio de Industria. Y después, esperar al resultado de los despachos.

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