![El envejecimiento, el peso de la industria y la salud mental disparan el absentismo en Asturias](https://s3.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2024/09/28/Imagen%20(98405110)-kLxF-U2201364621468k5F-1200x840@El%20Comercio.jpg)
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Carlos García-Ovies y Ana Barandiaran
Gijón
Domingo, 29 de septiembre 2024, 20:43
En los últimos días, el debate en torno al absentismo laboral en Asturias ha subido de tono. Lo cierto es que, según los datos de la Seguridad Social, Asturias registra 19,4 días de media por trabajador en cuanto a bajas laborales, casi el doble ... que hace diez años y un 15,4% por encima del conjunto del país, que se sitúa en los 16,8 días. Además, según los datos de la Federación Asturiana de Empresarios (Fade), que incluyen también los de las mutuas, la duración media de estos procesos se ha disparado en los últimos cinco años hasta los 57,3 días. Solo a través de un buen diagnóstico puede llegar la cura; es decir, la aprobación y adopción de medidas que permitan aliviar este problema que no para de crecer, no solo a escala regional, sino también nacional e incluso europea. Sin embargo, responder a esta cuestión tan sensible no resulta nada fácil porque suscita un encarnizado debate entre empresas y sindicatos. Los datos muestran una tendencia clara, pero hay diferentes interpretaciones. Desde las organizaciones sindicales defienden que es importante aclarar qué es absentismo, algo que la organización Mundial de la Salud (OMS) define como «la inasistencia por causas justificadas o injustificadas al trabajo de un empleado».
No existe una explicación sencilla al incremento de las bajas laborales en los últimos años, sino que se trata de un cúmulo de factores que influyen en el aumento de las contingencias. «Hay que tener en cuenta factores que son claramente definibles, como que tenemos una de las poblaciones más envejecidas de España» explica el secretario general de UGT Asturias, Javier Fernández Lanero, que añade que «hay algunos sectores donde existe mucha precariedad laboral».
La salud mental es una de las causas que prácticamente no formaba parte del debate, pero se trata de una problemática que ha ido en aumento, sobre todo entre los jóvenes. «Desde la pandemia ha habido un cambio en el que los problemas de salud mental se han agudizado, y todos los temas relacionados con la ansiedad, con el estrés y con los trastornos adaptativos a los cambios que se producen en las empresas suponen un número importante de bajas», señala Lanero. Un componente en el que la OMS pone el foco es el del lugar de trabajo, puesto que «puede constituir un entorno que amplifique problemas generales que afectan negativamente a la salud mental, incluidas la discriminación y la desigualdad».
En esa misma línea, Gerardo L. Argüelles, responsable de Salud Laboral de CC OO Asturias, remarca que el Principado tiene «un modelo productivo con un fuerte peso de la industria y la construcción, basado históricamente en la industria extractora pesada, que tiene trabajos muy duros y penosos». Todo eso, insiste, también hay que ligarlo a la situación demográfica: «El 44% de la población tiene más de 54 años, frente a un 34% en el resto de España, y esto da lugar a que en una vida laboral más larga, la población sea más propensa a tener dolencias». Además, «a nadie le gusta estar enfermo, y hay que recordar que las bajas las da siempre un facultativo», zanja.
En cualquier caso, la estructura económica, con más peso de la industria, es un elemento a tener en cuenta, pero como el resto de factores su influencia es limitada y –por sí sola– no explica la brecha. La comparación con Aragón así lo demuestra. La proporción de trabajadores en el sector manufacturero es muy similar y, sin embargo, en Asturias hay un 13,4% más de bajas. El peso del sector público también es importante, porque tiene un absentismo por Incapacidad Temporal (IT) mucho mayor que el privado, pero en los últimos 20 años el empleo público se ha reducido un 8,1% en el Principado, mientras que a nivel nacional ha crecido un 27,9%.
Un estudio reciente de Mutualia presentado por el médico Juanma Legorburu cuestiona también que el número de bajas esté ligado a una peor salud. Según su análisis, «hay múltiples factores objetivos» que inciden en las cifras, como pueden ser la mayor edad de los trabajadores o la estructura industrial, pero matiza que «no explican la gran diferencia con otros territorios». Uno de los elementos que más influye, sostiene, es el nivel de riqueza, porque «a más renta y menos paro, más absentismo». Es algo que se observa en toda Europa, donde los países más ricos y protectores tienen más bajas. Madrid, sin embargo, con una renta per capita mayor, presenta la menor tasa de días perdidos por IT de España: 13,2. El factor del envejecimiento de la población también es cuestionable. El mercado laboral asturiano es uno de los más envejecidos del país, con un 24,8% de personas que trabaja o está en disposición de hacerlo por encima de los 55 años de edad, sin embargo, Castilla y León –la única región con un mercado laboral más envejecido–, presenta una media inferior, con 16,9 días por trabajador.
Listas de espera
En ese sentido, la presidenta de Fade, María Calvo, rechazaba esta semana que el factor edad sea determinante. «Es otro mantra, no es cierto, porque la incidencia está aumentando, sobre todo, en jóvenes», si bien es verdad que la duración es superior cuanto mayor es el trabajador, y señaló la necesidad de realizar un análisis exhaustivo que incluya el absentismo por grupos de edad. Además, pidió agilizar la burocracia en el sistema sanitario y modificar determinadas normas que «están acentuando el problema».
Junto a la presidenta de Fade, el director gerente de la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT), Pedro Pablo Sanz, señalaba que las causas globales de absentismo se agrupan en tres categorías. La primera son las elevadas listas de espera en todas las comunidades autónomas; la segunda, el «laberinto burocrático», que hace que en ocasiones la incorporación al trabajo de un empleado que ya está sano se retrase; y, por último, el «riesgo moral» que implica la decisión de un trabajador que en un momento dado dice «quiero o no quiero ir a trabajar».
Por otro lado, un dato llamativo que confirma la idea de que a más seguridad económica más absentismo es que, según un estudio de la mutua Fremap, el índice de bajas es el doble en las empresas de más de 250 trabajadores que en las pymes de menos de diez. En este sentido, también es un factor decisivo la mayor presencia sindical, e incluso se detecta que a mayor conflictividad, más bajas por IT. Asimismo, es clave la existencia de complementos para las prestaciones por Incapacidad Temporal. La correlación está demostrada porque en 2012, con la crisis financiera, el Gobierno de Rajoy los eliminó en el sector público y las bajas se desplomaron. En 2018 se volvieron a implantar.
Colapso sanitario
El colapso de los sistemas sanitarios tras la pandemia ha hecho que, a escala nacional, patronal y sindicatos pactasen facilitar que las mutuas tengan una mayor participación en las bajas por patologías traumatológicas, siempre que las altas siguiesen dependiendo del médico de cabecera. Desde Fade valoran el paso dado en el diálogo social español para «empezar a dar cabida, siempre que el trabajador lo consienta, a que las mutuas atiendan estas patologías». En Asturias, el pacto de concertación firmado la pasada semana recoge que, una vez que se implemente a nivel nacional esta medida, se traslade a la región lo más rápido posible.
Aparte de la merma en la competitividad, la patronal recuerda que este problema genera un lastre económico importante. En concreto, el coste directo para las empresas, que asumen el pago entre el día 4 y el 15, los complementos pactados en convenio –en muchos casos se abona el 100% del salario– y las cotizaciones sociales sumaron unos 114 millones el año pasado en Asturias, según cálculos de AMAT. En total, el coste de los procesos de incapacidad temporal para las empresas, las mutuas y la Seguridad Social ascendió a 477 millones en 2023.
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