Clemente Ferrero, que vio arrancar y ahora cerrar las baterías de cok, en su casa de Villalegre. MARIETA
«Se cumple algo que yo pensaba hace tiempo, el progreso nos trae la ruina»
Clemente Ferrero - Trabajador entre 1955 y 1986 ·
Clemente Ferrero vivió la puesta en marcha de las baterías de cok, en las que entró a trabajar en 1955 para arrancarlas y se jubiló en 1986
YOLANDA DE LUIS
AVILÉS.
Martes, 1 de octubre 2019, 02:27
Clemente Ferrero tiene 92 años. Había pensado en ir a las minas, pero en 1955, el 5 de octubre, con 28 años y recién llegado a Avilés con su familia de la comarca del Páramo en León en busca de un porvenir mejor, comenzó a trabajar en las baterías de cok, todavía en construcción, para su puesta en marcha el 10 de febrero de 1956. Su trabajó se inició en los gasógenos para calentar la primera batería que se arrancó, que recuerda que fue la 2, apagada desde la semana pasada junto con la 1 y las cuatro que van de la 5 a la 8. No obstante, en esos años de crecimiento industrial, escasa formación y un respeto distinto al puesto de trabajo y los superiores, recuerda que en aquellos primeros momentos también trabajó hasta descargando camiones para la construcción de las baterías en los momentos que hizo falta.
Estos días vive el cierre de las instalaciones con dos sentimientos encontrados. Por un lado lamenta la pérdida de una actividad productiva en Avilés y, por tanto, también de puestos de trabajo. «Lo que yo dije hace muchos años se está cumpliendo: el progreso nos está trayendo la ruina», dice. Por otra parte, observa los acontecimientos con alegría por lo que supondrá este cierre en la mejora de la calidad medioambiental de la ciudad, «porque estoy muy preocupado por el cambio climático», afirma. Con nueve nietos y doce biznietos, asegura que «no sé que futuro van a tener estos jóvenes, no sé qué va a pasar con la juventud de ahora», lamenta.
En su trayectoria profesional, conoció las instalaciones de baterías desde el minuto uno y trabajó en varios departamentos. «Creo que no quedó máquina por la que yo no pasara, estuve también en la rampa de cok, manejé las temperaturas e incluso hice de administrativo», recuerda.
«Lo positivo es la mejora medioambiental, me preocupa mucho el cambio climático»
Por tanto, vivió en primera persona la transformación tecnológica que iba a cambiar los procesos productivos hasta su jubilación en 1986, en plena crisis industrial. «El trabajo era duro, muy duro, al principio la máquina que cargaba el horno no estaba perfeccionada, se cargaba y se calentaba mucho, hacía un calor insoportable, hasta que se perfeccionó, no obstante las temperaturas siempre fueron muy altas y había muchos gases». «¡Aquellos primeros años sí que producían contaminación!», dice.
Recuerda también como un momento de cambio importante en los procesos productivos cuando se unificó el control de las baterías en un panel central, ya que hasta entonces el control se hacía de dos en dos. «Aquellos nos parecía una discoteca, desde él se manejaban todas las máquinas y cuando tenías que hacer algo sonaba una sirena». En su puesto de trabajo vivió la puesta en funcionamiento de cada una de las baterías. La primera en 1956, y luego llegaron las demás. Aunque hoy se terminan de apagar las ocho que había en la actualidad, llegaron a ser diez, aunque nunca estuvieron en funcionamiento todas a la vez, señala Clemente Ferrero.
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