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Miércoles, 2 de octubre 2024, 10:52
La pandemia impidió a miles de personas acudir a sus puestos de trabajo, pero casi cuatro años después de la irrupción del coronavirus, el teletrabajo es toda una utopía para muchos empleados. Amazon, por ejemplo, ha anunciado que sus equipos de oficina tendrán la oblicagión de acudir a sus centros a partir de enero del 2025. Una decisión con la que parece remar a contracorriente, ya que la digitalización acelerada desde la pandemia de la covid constituyó un punto y aparte para el trabajo remoto.
Antes de la crisis sanitaria del 2020, esta modalidad era prácticamente inimaginable para muchas empresas, pero a partir de entonces ha ganado cada vez más peso. Según el Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo, elaborado por The Adecco Group Institute, el trabajo telemático aumentó un 19 % en 2023, lo que representa una cifra de más de 3 millones de personas que trabajan telemáticamente en España. Esto es más del doble de los empleados que teletrabajaban en 2019, antes de la crisis sanitaria.
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Trabajar en formato remoto es una cuestión no siempre ha generado consenso. A veces, las empresas se han resistido a implementar el teletrabajo. Uno de los retos son los jefes que determinan si el teletrabajo encaja en el buen desarrollo de su compañía. La decisión estratégica depende en gran parte de ellos. Un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) ha realizado encuestas a 186 personas —la mayoría de más de 45 años y casi un 45 % son mujeres— de diferentes países europeos para definir los factores determinantes para los directivos a la hora de establecer el trabajo telemático en sus compañías.
La investigación nace a partir de la hipótesis de que las personas directivas son la clave para establecer y promover el teletrabajo en las organizaciones. En concreto, es fundamental que las percepciones de los jefes hacia el teletrabajo sean positivas y que consideren que poseen las habilidades necesarias para dirigir equipos que teletrabajen. Según señala el estudio, la inclinación de los jefes para adoptar el teletrabajo está principalmente influenciada por su percepción de que será una estrategia útil para la organización y, al mismo tiempo, fácil de implantar. El primer factor que influye en la percepción de utilidad del teletrabajo es el impacto que esperan que tenga en el rendimiento laboral.
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«Los jefes pueden medir la mejora del rendimiento laboral a través de indicadores como la cantidad de tareas llevadas a cabo, el desempeño de objetivos, la calidad del trabajo entregado, el absentismo, etc. A pesar de que es difícil cuantificar objetivamente el impacto del teletrabajo en la eficiencia y la productividad, la percepción positiva de los jefes sobre cómo afecta a sus tareas influye en la visión de utilidad», asegura Eva Rimbau.
Tal y como indica el estudio de la UOC, la implementación del teletrabajo en las empresas no depende tan solo de la visión de los superiores sobre los trabajadores y las implicaciones de utilidad o rendimiento laboral, también está condicionada por la percepción de sí mismos, es decir, su propia capacidad para consolidar esta modalidad de trabajo, y por su relación con los empleados y empleadas. «Es imprescindible que los mánager tengan confianza en las personas trabajadoras y gestionen sus equipos teniendo en cuenta resultados u objetivos, no la presencia o el número de horas trabajadas», aclara Rimbau. El resultado es un círculo: mayor confianza, mayores posibilidades de conseguir resultados positivos y, en el caso de los trabajadores y trabajadoras, asumir proactivamente más responsabilidades para satisfacer las cargas de trabajo.
La falta de contacto cara a cara y las dificultades para coordinar son algunos retos que los superiores asumen a la hora de hacer efectivo el teletrabajo. Por ello, la investigación muestra cómo la confianza de los directivos y directivas en sus capacidades para gestionar y supervisar desde la distancia un grupo es extremadamente importante. Además, tal y como apunta Rimbau, para conseguir esta autopercepción «los jefes tienen que desarrollar habilidades para construir, motivar, reconocer y responsabilizar a los equipos en una situación de teletrabajo, empleando herramientas digitales para comunicarse e interactuar eficazmente. Deben evitar el aislamiento profesional, fomentar la colaboración y la confianza, y adaptar el liderazgo y la supervisión al contexto digital». Los trabajadores no solo necesitan jefes, sino líderes que desarrollen los equipos en cualquier modalidad laboral.
La predisposición de los directivos y directivas para poner en práctica el trabajo telemático también se ve afectada por las influencias del entorno, «como la presión de iguales y superiores y la compatibilidad con la cultura organizativa», reconoce Rimbau. Si la alta dirección de una compañía o de grandes empresas de referencia en el sector respalda el teletrabajo, las personas en roles directivos estarán más predispuestas a adoptarlo.
Otro factor clave para implantar el teletrabajo son las capacidades de los mánager para liderar el cambio, pero, tal como destaca la investigadora, «cuanto más digitales y basadas en el conocimiento sean las actividades de una empresa, más fácil será aplicar el teletrabajo de forma extensiva y exitosa». Las barreras tecnológicas pueden representar un impacto en la implementación, por lo tanto, es esencial que tanto las personas trabajadoras como la empresa dispongan de los medios adecuados y que digitalicen sus procesos y maneras de trabajar.
La investigación, publicada en abierto, ha detectado que la opinión de los jefes sobre el teletrabajo es lo que marca la diferencia para su implantación en las organizaciones. El estudio lo han llevado a cabo Josep Lladós, el catedrático Antoni Meseguer, Eva Rimbau y Mar Sabadell, profesores e investigadores de los Estudios de Economía y Empresa y miembros del Digital Business Research Group (DigiBiz). El trabajo indica cuáles son las habilidades clave de los superiores con el fin de crear un contexto adecuado para teletrabajar y también las cuestiones que tienen presentes para impulsar el cambio. Esta investigación contribuye al objetivo de desarrollo sostenible de la ONU número 8, trabajo decente y crecimiento económico.
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