Los alumnos del instituto langreano Jerónimo González posan con las camisetas junto a su profesora tras el concurso. E. C.

Las aulas contra el cierre

Alumnos del instituto Jerónimo González expresan su rechazo al cierre de las plantas en un certamen estudiantil de la Fundación Alcoa

LAURA CASTRO

GIJÓN.

Viernes, 30 de noviembre 2018, 08:09

Su profesora de Tecnología, Rosana, les ha enseñado a rebelarse contra lo que consideren que no es justo y ellos demostraron ayer que tienen la lección bien aprendida. Los alumnos de Bachillerato del instituto Jerónimo González, de Sama de Langreo, aprovecharon un concurso estudiantil patrocinado ... por la Fundación Alcoa para dejar claro que lo que está haciendo la multinacional con sus trabajadores «no es nada justo».

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Llegaron a la Escuela Politécnica de Gijón, donde se celebró el certamen organizado por la Universidad de Oviedo, armados con sus proyectos tecnológicos y varias camisetas amarillas con el lema 'Alcoa no se cierra'. No sabían quién estaría allí representando a la compañía, pero tenían claro que habría alguno de ellos en el jurado. No ganaron, aunque reconocen que «habría sido la bomba». Pero lo que más querían era mostrar su rechazo al cierre y arropar a los 317 trabajadores de la planta de Avilés, cuyos puestos de trabajo penden de un hilo.

Ninguno de los implicados en el acto de «rebeldía», del que por cierto se sienten «muy orgullosos», tal y como confiesa una de las estudiantes, tiene familiares o amigos afectados por la clausura de la factoría aluminera. «Nos solidarizamos con lo que están viviendo. No ven a los trabajadores como personas, sino como números. No ven más allá ni tienen en cuenta el daño que van a causar a estas familias», agrega esta joven langreana. «No es justo», vuelve a insistir.

Cuando recuerda las reacciones de los asistentes al ver las camisetas amarillas se le escapa la risa. «La cara de todos los presentes fue un cuadro, sobre todo la de la representante de Alcoa», cuenta. Temían que les eliminaran del certamen o que les «cayera la bronca», pero nada más lejos. «Se lo tomaron bien. La mujer de Alcoa sonrió y todo», relata la joven.

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