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Marta Moras
Trabajar menos… pero para jubilarse más tarde
Newsletter 'Claves económicas'

Trabajar menos… pero para jubilarse más tarde

Mientras el Gobierno trata de acortar la jornada laboral por imposición, se afana también en retrasar la salida de los trabajadores con nuevos incentivos y modalidades de retiro

Viernes, 21 de marzo 2025, 10:01

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La vida, y las personas, están llenas de incongruencias. Y el Gobierno también. Una de ellas es que, al mismo tiempo que el Ejecutivo de coalición trabaja intensamente para que el primer recorte de la jornada laboral vea la luz en España después de más de cuarenta años congelada, trabaja de forma paralela, aunque con mucho más éxito, para alargar la vida laboral y retrasar la jubilación. ¿En qué quedamos? ¿Trabajamos menos para vivir mejor o trabajamos más para, por tanto, vivir peor? ¿O lo que queremos es trabajar menos pero durante más años? ¿Así viviremos mejor o peor?

Bien es verdad que los 65 de ahora nada tienen que ver con los de años atrás. En la actualidad, por suerte, se vive mucho más tiempo: la esperanza de vida se acerca a los 84 años cuando a inicios de siglo no llegaba a los 80; son además diez años más que en 1975. Puede resultar lógico, por tanto, que haya que alargar en cierta manera la vida laboral.

Asimismo las personas acceden cada vez más tarde al mercado de trabajo a consecuencia de una mayor formación: es muy destacable que el 75% de los nuevos empleos creados el pasado año fueron a parar a manos de universitarios o estudiantes de Formación Profesional superior. Eso de comenzar a trabajar a los 14 años (algo no tan raro antaño) ya no solo no se da, sino que es delito, y los jóvenes de ahora, principalmente los universitarios, demoran su incorporación a su primer puesto hasta los 22 o 23 años. Y a veces ni eso.

El anterior ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá (ahora gobernador del Banco de España), diseñó una reforma de las pensiones enfocada a retrasar la edad efectiva de jubilación. En este caso no ha entrado a modificar la edad legal de retiro (¿qué Gobierno se atreve a meterse con diez millones de votantes?), como sí quiere hacer el Ejecutivo con la jornada legal de los trabajadores españoles: prohibir por ley jornadas superiores a las 37,5 horas.

Y Escrivá está logrando su objetivo, aunque su otro importante reto, alcanzar la sostenibilidad del sistema, sigue siendo la gran asignatura pendiente. Así, la edad media de jubilación ha escalado un año desde 2018 y por fin se sitúa por encima de los 65; es más, 2024 cerró con una edad de retiro de 65,2 años, todo un hito. Es verdad que esto es consecuencia en parte a la reforma de 2011, que va retrasando progresivamente la edad legal de jubilación y los años necesarios de cotización, pero también están teniendo mucho efecto los incentivos puestos en marcha para alargar la jubilación más allá de la edad legal incluso y el nuevo diseño de las penalizaciones para reducir el retiro anticipado, una figura que en España se utilizaba muy a menudo, en exceso.

De esta manera, por primera vez en la historia siete de cada diez trabajadores que se jubilaron el año pasado lo hicieron a su edad, a la ordinaria, cuando les tocaba, un porcentaje que años atrás era prácticamente la mitad de los nuevos pensionistas. Y en la otra cara, por primera vez también, el número de personas que abandonaron antes de tiempo el mercado laboral y se acogieron al retiro anticipado cayó por debajo de la barrera del 30%, un nivel muy inferior a ese 44,5% que lo hacían en 2016. Además, la edad a la que se prejubilan también se ha retrasado más de un año.

Y otra buena noticia para las arcas de la Seguridad Social es que el porcentaje de trabajadores que retrasan su jubilación más allá de la edad legal se ha duplicado con creces en menos de una década y a inicios de 2025 ha traspasado el doble dígito: ya son más del 11%, todo un récord. Esto se debe a los nuevos incentivos: ahora se puede escoger también un cheque de más de 12.000 euros por cada año de retraso o un modelo mixto: parte al contado y un porcentaje adicional durante todo el periodo de jubilación.

Además, desde el 1 de abril no será necesario esperar un año entero de retraso a partir del segundo año de prolongación y cada seis meses se podrá acoger al incentivo que incrementará la futura pensión en un 2% o la cantidad al contado equivalente. También a partir del próximo mes entran en vigor las nuevas jubilaciones parciales y activas, más ventajosas y con menos requisitos, con el objetivo de fomentar también entre los mayores compaginar la pensión con un empleo. El reto, nuevamente, es ir retrasando el momento en que un trabajador se convierte en jubilado.

Así las cosas, el mercado laboral se encamina a trabajar menos tiempo al día, pero trabajar durante más años, o al menos jubilarse más tarde. Pero mientras el Gobierno apuesta por acortar la jornada laboral por imposición y –por el momento- sin ayudas, su fórmula de retrasar el retiro se basa –también de momento- en incentivos. ¿Por qué esta forma tan diferente de hacerlo? ¿Será porque el recorte de la jornada le sale gratis al Gobierno puesto que son las empresas quienes pagan el pato mientras que las pensiones suponen una factura cada vez más abultada para el Estado? Las cuentas, en cualquier caso, siguen sin salir…

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