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«Teletrabaja siempre que puedas. Además de contribuir a la flexibilidad y la conciliación, el trabajo a distancia promueve el ahorro y la eficiencia». El lema proviene de una campaña del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, preocupado por contener el consumo ... energético ahora que se ha disparado el precio de la electricidad y las tensiones con Rusia amenazan el suministro de gas a la Unión Europea. Pero esa modalidad de trabajo, que se impuso durante los peores momentos de la pandemia, ha ido perdiendo fuerza a medida que se recupera la normalidad.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondientes al segundo trimestre de este año, el 7,3% de los ocupados asturianos -es decir, 27.886- trabajan desde su casa más de la mitad de los días laborables. Hace dos años, coincidiendo con el estallido de la crisis del coronavirus, llegaron a ser 60.738, más del doble.
Aun así, Asturias es la comunidad autónoma donde más se sigue recurriendo al teletrabajo, tras Madrid (12,5%) y Cataluña (7,6%). Las empresas van recuperando la presencialidad, pero no todas y no del todo, muy en sintonía con la tendencia que la Asociación Española de Dirección y Desarrollo de Personas (Aedipe) ha constatado en un estudio reciente sobre las 'Nuevas formas de trabajar' que se implantarán ahora que la crisis sanitaria va remitiendo y otra crisis, la energética, determina el devenir económico.
Dicho estudio, que se cimienta sobre los datos recabados entre los directivos y responsables de recursos humanos de 527 empresas de toda España, entre ellas, varias compañías asturianas, concluye que, «a la vuelta de un par de años», el 38% de la población ocupada practicará el teletrabajo. Eso sí, de una forma híbrida, que combine la presencialidad y las jornadas laborales a distancia, en respuesta a la flexibilidad y optimización de recursos que cada vez se están haciendo más necesarias en el mercado laboral. «Este nuevo modelo obligará a redefinir las condiciones de trabajo casi de forma constante», precisa Luis de Sá, presidente de Aedipe y jefe de Recursos Humanos de Saint-Gobain en Avilés.
Primero, porque «no todo el mundo puede teletrabajar y hay que mantener una estructura presencial para que no se diluya el trabajo en equipo ni se pierda ese sentimiento de pertenencia que es tan importante dentro de una organización empresarial». Y segundo, porque «se necesita que las plantillas sigan siendo productivas con esa forma de trabajar más flexible».
El teletrabajo parcial llevará consigo, por tanto, la implantación de sistemas 'online' de seguimiento y control del rendimiento laboral. La instalación de aplicaciones informáticas dirigidas a medir la productividad ha pasado, de hecho, del 31% al 66%, según el estudio de Aedipe. «Este modelo híbrido permite, además, preservar la interacción social, en favor de la cohesión de los equipos, la creatividad y la innovación, sin las que las empresas se vendrían abajo», apunta Luis De Sá. En otros países europeos, donde las cifras del trabajo en remoto son muy superiores, como Reino Unido, el 'boom' de la flexibilidad laboral ha dejado vacíos tres millones de metros cuadrados de oficinas. En España -y Asturias-, en plena campaña del ministerio de Teresa Ribera para «el ahorro y la eficiencia», aquellas empresas que se acogieron al teletrabajo durante la pandemia de forma provisional o ya han recuperado la presencialidad o planean hacerlo a partir de septiembre.
Pesan los criterios sanitarios y epidemiológicos, en clara mejoría, pero la invasión rusa de Ucrania ha dibujado un nuevo horizonte de necesidades y problemas que también afectará a la forma en la que las empresas organizan el trabajo y gestionan sus recursos. Por no hablar de que el 30% de los trabajadores se muestran reacios a volver a la oficina, tal como revela un informe de Edenred sobre 'Expectativas laborales de empleados y empresas 2022'.
Todo apunta, no obstante, a que las compañías deberán, más pronto que tarde, replantearse el modelo de trabajo convencional. En el sector tecnológico especialmente, muchas ya han emprendido ese camino. Es el caso de Vodafone, que en su vuelta a la normalidad tras las restricciones sanitarias por el coronavirus ha optado por el teletrabajo híbrido. Los empleados de esta operadora de telefonía móvil -en toda España, incluida Asturias- teletrabajan tres días por semana: el 60% de su jornada laboral.
«Este programa de 'smart working' incluye, además, la posibilidad de teletrabajar una vez al año durante 20 días consecutivos desde cualquier lugar de España», explican a este periódico fuentes de la compañía. La implantación de este nuevo modelo, que ahora se fomenta desde Transición Ecológica como mecanismo de ahorro y eficiencia, viene propiciado por una transformación digital de la sociedad a la que no es ajeno el mercado laboral.
«Esta es una oportunidad para reinventar la forma de trabajar, ganando en flexibilidad y conciliación», sostiene esta empresa de telecomunicaciones. Para el Gobierno del Principado, el teletrabajo ofrece también la oportunidad de contener el consumo energético y aboga por su implantación entre los funcionarios autonómicos. Es, de hecho, una de las medidas que se barajan para complementar el plan de ahorro elaborado por el ministerio de Teresa Ribera.
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