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P. LAMADRID
GIJÓN.
Sábado, 27 de agosto 2022, 01:18
Hay una profunda preocupación en la industria por la evolución de la actividad productiva, que ya muestra signos de desaceleración. La patronal asturiana del metal advertía el jueves de que encadena cuatro trimestres con crecimientos a la baja, hasta el punto de que entre abril ... y junio se quedó en un escaso 0,48%. Femetal achaca esta ralentización, principalmente, a la actividad de la metalurgia y la siderurgia, que ha registrado comportamientos negativos durante los seis primeros meses del año, con caídas del 7,29% y del 10,42% en el primer y el segundo trimestre, respectivamente.
Precisamente, la patronal europea del acero, Eurofer -de la que forma parte Arcelor-, alerta de que los datos del primer trimestre confirman «una marcada desaceleración en la tendencia positiva observada en 2021, lo que refuerza las perspectivas más sombrías para el resto del año y lo más probable es que tenga efectos indirectos también en 2023», afirma su director general, Axel Eggert. Según sus previsiones, se espera que el consumo aparente de acero experimente su tercera recesión anual en solo cuatro ejercicios (-1,7%), mientras que la evolución de la demanda de acero sigue sujeta a una gran incertidumbre.
«Llevamos casi un año enfrentando precios de la energía que se disparan y cuellos de botella en las cadenas de suministro, y las terribles consecuencias de la invasión rusa de Ucrania durante medio año». Sin embargo, lamenta Eurofer, no hay señales de que la incertidumbre vaya a disminuir en el corto plazo, mientras que las importaciones de acero en la Unión Europea, procedentes de países con normativas medioambientales más laxas, siguen siendo significativas. «Esto es perjudicial para una industria siderúrgica saludable en la UE», añade Eggert.
A pesar del crecimiento sustancial del consumo aparente -la suma de la producción y las importaciones menos las exportaciones- de acero en 2021 (un 15,2%) y, aunque más atenuado, en el primer trimestre de 2022 (un 6,5%) -hasta un total de 37,1 millones de toneladas-, este volumen sigue estando por debajo del pico registrado en 2018, antes de la pandemia. Así las cosas, la siderurgia europea espera una tendencia a la baja para el resto del año, lo que llevará «a una recesión moderada y a una nueva reducción a la mitad del crecimiento de la producción de los sectores que utilizan acero.
A pesar de los persistentes problemas de la cadena de suministro y la invasión rusa de Ucrania, los sectores que utilizan acero marcaron el quinto crecimiento interanual consecutivo durante el primer trimestre de 2022 (un 4,9%). Se debe a que los datos favorables conseguidos por la construcción, la ingeniería mecánica y el transporte compensaron los resultados negativos de la automoción y los electrodomésticos, que han sufrido con más intensidad el impacto de la subida imparable de los precios de la energía y la falta de materias primas.
La patronal siderúrgica calcula que la producción de los sectores que utilizan acero continuará su expansión a lo largo del año, pero el crecimiento se reducirá a la mitad en comparación con la perspectiva anterior de Eurofer (un 1,1% frente a un 2%). Esto es el resultado del «rápido deterioro» de las perspectivas industriales y económicas mundiales. Ante este escenario, Eurofer anticipa que las condiciones desfavorables derivadas del conflicto bélico, con el empeoramiento de los problemas de la cadena de suministro, la crisis energética y los altos costes de producción tendrán un impacto negativo en los próximos trimestres también en aquellos sectores que se salvaron hasta ahora.
Según los cálculos de la patronal, el incremento de la producción se acelerará solo «de forma moderada» en 2023 (un 2,2%), debido a la alta incertidumbre general que probablemente continúe y disminuya solo a partir del segundo trimestre del próximo ejercicio.
El complejo panorama económico internacional ya se deja sentir en las plantas asturianas de Arcelor. Con la llegada del segundo trimestre, comenzó a registrarse un parón en la demanda de productos que salen de las fábricas de Gijón y Avilés. Según explicaron fuentes de la multinacional siderúrgica, los más afectados por esta caída son el alambrón y la chapa galvanizada, que se utilizan en la automoción.
Se trata de un sector muy castigado por la falta de microchips, unas piezas esenciales en la fabricación de vehículos, que ha llegado a recortar e incluso a paralizar la producción en factorías europeas. Pero el de la automoción no es el único que atraviesa dificultades. También la industria se ve afectada por la coyuntura mundial, lo que ha se traducido en una reducción de la demanda de chapa, que también se produce en las instalaciones asturianas.
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