Juan Velarde Fuertes (Salas, 1927) no pierde detalle de la actualidad española y mundial. A sus 94 años, el economista continúa con su labor al frente de los Cursos de La Granda en una edición con una localización nueva, pero con el espíritu de siempre ... tras más de cuatro décadas. Velarde ve con optimismo el futuro porque, asegura, Asturias tiene grandes cualidades para desarrollarse en el terreno económico, aunque el presente está marcado por la inquietud y la incertidumbre. Para despejar el camino, apuesta por mejorar las conexiones y las infraestructuras, lo que permitiría a Asturias extender su ámbito de influencia y emprender nuevas actividades.
-Hay indicios que apuntan el comienzo de la recuperación. ¿Cree que se logrará pronto?
-Creo que estamos en una situación muy preocupante. Es la reacción inmediata a un ligero alivio en la pandemia. En este momento tenemos dos cuestiones espantosas que no parece que se puedan resolver: el déficit del sector público y la inflación. El primero no es solucionable soltando el dinero en mayores cantidades porque la Unión Europea exige unas condiciones especiales. Estas concesiones, además, están generando inflación que, a su vez, complica todo.
-¿Qué puntos a favor tiene Asturias para superar esta crisis derivada de la pandemia?
-Asturias tiene posibilidades de crecer, si hay desarrollo en el conjunto de Europa, por su renta de situación. El que esté en el lugar adecuado tiene beneficios automáticamente. Es una ventaja que tiene la región para la importación y la exportación, que está ligada a la existencia de un talante asturiano tradicional favorable al comercio exterior. Los puertos de Gijón y Avilés son un conjunto extraordinario de comunicaciones interiores, que hay que intentar por todos los medios que se amplíen. Además, Asturias tiene grandes posibilidades para las industrias farmacéuticas, químicas y alimentarias. No hay que olvidar la importancia que se le ha dado en esta región a la enseñanza, lo que significó la creación de realidades derivadas de la Universidad de Oviedo y los centros tecnológicos de Gijón y Avilés. Y también está Mieres ahí. Esto nos capitaliza.
-¿Y qué necesita la región para impulsar la reactivación?
-Asturias necesita, para el futuro, la conexión. No solo la marítima, que por supuesto. También con el centro porque el crecimiento de Madrid es extraordinario. Necesita que se eliminen problemas con el peaje del Huerna. También es esencial mejorar la red ferroviaria, que es fundamental. Por otro lado, también es importante la conexión con Portugal. Esto tiene sentido porque se ha venido abajo la frontera hispano-portuguesa en lo económico y creo que Asturias debería pensar en ello porque es la conexión con el Atlántico. Las inversiones españolas en Portugal son gigantescas, pero las portuguesas en España también están aumentando y podrían venir a Asturias. Y, por otra parte, habría que replantearse las conexiones con Galicia.
-¿Qué opina de los grandes proyectos de hidrógeno verde que se conocen para la región?
-Creo que merecen la pena. No soy químico, soy un simple economista, pero leo que los expertos ponen el hidrógeno verde en vanguardia. Técnicos serios lo están diciendo y los economistas que se meten a trabajar con ellos lo ratifican, así que yo también. Estoy de acuerdo con esos proyectos, creo que por ahí hay que ir.
-El polígono de Villadangos aspira a ser un polo del metal. ¿Supone una gran competencia para Asturias?
-Ahora sí, pero creo que Asturias podría aprovecharlo si hubiera buenas conexiones. Considero que ese eje astur-leonés debería convertirse en un distrito industrial totalmente diferente. Es como la región minera alemana del Ruhr, una zona aislada y con muchas limitaciones para el transporte, pero que ha logrado desarrollarse. Así que deberíamos sumar fuerzas con León.
-Las esperanzas para transformar el modelo productivo recaen en los fondos europeos. ¿Cree que serán realmente un revulsivo tan grande?
-Tendrían que serlo, pero existen en el mundo varios polos que se están desarrollando y que van a competir entre ellos. Está el norteamericano, el asiático y está intentando hacer cosas el ruso. La que no cuenta para nada es África, que se limita a abastecer de materias primas. Y esta es una ventaja, también, de tener puertos porque estas llegan a través del mar. A mi juicio, debe haber optimismo en Asturias, pero exigencias también, sobre todo en transportes y educación.
-¿Los empresarios tienen más difícil hacer negocios desde Asturias que desde otras regiones?
-La acción del sector público no es la adecuada, en absoluto. A efectos económicos, el mapa de las autonomías es un desastre porque crea posibilidades a cada región de montar lo que le dé la gana desde el punto de vista administrativo, de controles, de ordenación del territorio... Y esto tenía que ser mucho más universal. Los economistas sabemos sobradamente que la dimensión del mercado es esencial. Tener mercados grandes, sin problemas de tipo administrativo, es fundamental. Desde el punto de vista económico, montar las autonomías como se montaron pone los pelos de punta. Y, claro, las autonomías que han conseguido borrar ciertos obstáculos van para arriba. Es una diferencia entre Asturias y Cantabria, que ha crecido muchísimo.
-En este contexto, ¿la presión de los independentistas sobre el Gobierno tendrá efectos colaterales en lo económico para Asturias?
-Sí, siempre. Porque eso produce reducción de mercado. Cataluña de repente tiene una especie de vocación por convertirse en Albania y esto no lo entiendo desde el punto de vista económico. ¿Con ese mercadito van a vivir los catalanes? No.
-Usted vivió en primera persona la creación del salario mínimo interprofesional, cuya cuantía está ahora en la mesa de debate político. ¿Cómo lo recuerda?
-Precisamente conocí La Granda como consecuencia de una reunión para analizar el nacimiento del salario mínimo en España, que yo defendí. A principios de los sesenta, era vicesecretario de Asuntos Económicos del Ministerio de Trabajo. El ministro de entonces había señalado que era necesario poner un salario mínimo y pasé a discutirlo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Vimos que un salario de 60 pesetas, que era la cotización del dólar, diarias no iba a originar ninguna complicación. No iba a frenar el empleo, ya que había grandes posibilidades de aumentos de productividad, por lo que se decidió poner en marcha el salario mínimo. Los ministerios económicos empezaron a decir que iba a haber un caos de paro, pero no fue así.
-¿Es el momento de subirlo?
-Es posible subir el salario mínimo siempre y cuando existan capacidades de aumento de la productividad. Si no, no. El incremento de costes derivado de los salarios que se puede originar con una subida inmediatamente generaría paro. Esto aparece en los libros más elementales de economía. Comprendo a la ministra de Economía, Nadia Calviño, que está aterrorizada ante la posibilidad de cargar con esta cuestión. Y también a la de Trabajo, que hereda esta situación y puede pensar que, si no lo sube, los trabajadores van a enfrentarse a ella.
-¿Cree que con 950 euros puede vivir una familia?
-No. Además, esto tiene consecuencias a largo plazo preocupantes. Pero, en este momento, con déficit presupuestario, tendencia a subir los precios y desánimo en muchas zonas de España, una subida salarial mínimamente importante podría originar el caos.
-¿La reforma de las pensiones que plantea Escrivá servirá para dar estabilidad al sistema?
-En las pensiones hay que cambiar radicalmente muchas más cosas. Ese límite de edad que hay para dejar de trabajar no tiene mucho sentido. Si una persona que llega a la edad de jubilación quiere seguir en su puesto y le viene bien al empresario, no entiendo por qué ese bloqueo, por qué no se habla de esta cuestión que en otros países se ha planteado. Obviamente, si es una actividad en la construcción y tiene que subir a un andamio, esa persona no podrá, depende del tipo de trabajo. Pero considero que no deberían existir estas barreras.
-En el aspecto económico, ¿bastarán las medidas planteadas por el Gobierno para mantener las pensiones sin que se desborde el gasto?
-Dentro del conjunto del gasto público, el tema de las pensiones debería ser totalmente diferente. Hay que replantearlo de arriba a abajo porque las atenciones a las personas mayores deberían realizarse de otras formas, no solo con aportaciones dinerarias, sino también con servicios.
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