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MANU ALVAREZ
Domingo, 26 de diciembre 2021, 02:12
El día en que fue elegido presidente de los empresarios españoles, hace apenas tres años, pidió expresamente un deseo para el momento en que tenía que subir al estrado a pronunciar su discurso: que le pusieran en el salón de actos de Ifema, a todo ... volumen, la canción de Bob Dylan 'The Times They Are A-Changin'. Los tiempos van cambiando. Vaya que si han cambiado. Antonio Garamendi ha conducido a una de las organizaciones más conservadoras de España a un pacto, entre otros, con quienes hace apenas unos años acampaban en la Puerta del Sol exigiendo una revolución a la antigua usanza. Este empresario vasco que ha roto moldes está convencido de que en poco tiempo se podrán apreciar las virtudes de un acuerdo que -advierte- se ha cuajado sobre todo «entre empresarios y sindicatos, a dos bandas».
-Es relativamente fácil evaluar lo que han perdido los empresarios con el acuerdo. ¿Qué han ganado?
-No me gusta el término perder para un pacto y una negociación...
-Usted ya me entiende.
-Estabilidad, seguridad jurídica, buen clima, distensión, una imagen impecable frente a las instituciones europeas, también ante los inversores extranjeros... La esencia de la reforma laboral de 2012 se ha preservado intacta y las empresas van a mantener un margen importante de flexibilidad.
-Pero muchos empresarios lo que reclamaban era más. Más flexibilidad, mayor margen de maniobra.
-Ya, es verdad, pero hay que ver de dónde venimos. Y venimos de nueve años en donde el término que más se escuchaba era derogación. La situación en la que vivíamos tan solo aportaba inestabilidad. Además, hay empresarios que toman como referencia la legislación vigente. Yo no. Yo tomo como referencia la que se nos venía encima. Había que ver lo que proponía el Gobierno en sus primeros documentos.
-Ustedes han cedido la ultraactividad de los convenios. No parece una gran cesión porque tampoco se aplicaba.
-Exacto. Primero hay que decir que las empresas siempre han estado por el diálogo y no por imponer unas condiciones concretas a sus plantillas. Pero es que en este caso se había demostrado que era así. El 70% de los convenios ya habían tumbado, de mutuo acuerdo entre empresas y trabajadores, la ultraactividad. Incluso alguna sentencia del Supremo ya lo había puesto en cuestión. Creo que el acuerdo, en este punto, debe interpretarse como una apuesta renovada por el diálogo.
-¿Cuánto ha condicionado la Unión Europea esta negociación?
-La UE nos había indicado la necesidad de reducir la temporalidad y estamos todos de acuerdo en que había que hacerlo. Pero no es cierto que la UE nos haya impuesto una u otra cosa. Incluso le diré que a mí no me parecía tan importante que la UE condicionase la reforma laboral a liberar los fondos europeos. Me resultaba más preocupante que no hubiese un buen acuerdo porque en ese escenario nos sobraban los fondos. Las empresas habrían cancelado muchas inversiones y los fondos están condicionados a la participación del capital privado.
-¿Ha ganado Yolanda Díaz o Nadia Calviño?
-No ha ganado nadie. Bueno, ha ganado el país. Uno de los objetivos que yo me había propuesto es sacar la política del mundo de la empresa. Cada uno a lo suyo. Yo me siento con el Gobierno que han elegido los españoles. Mi obligación es mantener a CEOE alejada de la política partidaria.
-¿Cuántas presiones ha recibido para hacer una cosa u otra?
-Un signo del liderazgo es la soledad... Si las he tenido, no han hecho mella en mí. Mi hoja de ruta es actuar con independencia, con sentido de Estado, porque me debo a mi país, y también con lealtad institucional. Y no siento que defienda al empresario, sino a la empresa. Y empresa es mucho más que propietarios. También están los trabajadores, los proveedores, la sociedad que la rodea...
-¿Cree que un Gobierno de signo político distinto al actual tendrá la tentación de modificar de nuevo y a corto plazo la legislación laboral?
-Sinceramente, no lo veo tan fácil. Una legislación que nace de un acuerdo tiene unos valores muy importantes, no se puede sustituir de cualquier forma. Y en este caso, además, la esencia, la clave, lo fundamental, es que haya acuerdo entre empresas y sindicatos. Ese es un lazo muy fuerte y no sería aconsejable que un Gobierno pretenda romper eso.
-¿Cree que vamos a vivir una reducción drástica del empleo temporal? Es una lacra en este país.
-Las cosas necesitan su periodo de maduración. Esto del mercado de trabajo es como un motor diésel. Necesita su tiempo. No se va a producir de la noche a la mañana, pero va a haber cambios sustanciales. Solo con la contratación indefinida especial que se ha pactado para el sector de la construcción se pueden convertir en indefinidos 800.000 empleos que ahora son temporales.
-Vamos con las discrepancias dentro de la CEOE. ¿Le preocupan?
-No es para tanto.
-Pero ha habido algunas organizaciones que se han opuesto al acuerdo.
-Una matización, nadie se ha opuesto en el comité ejecutivo. Nadie votó en contra. Ha habido cuatro abstenciones y hay que segmentarlas. Dos organizaciones territoriales, Madrid y Cataluña, lo han hecho porque querían más. Su punto de partida era la legislación actual y querían más flexibilidad. Los sectores del automóvil y el campo lo han hecho por aspectos muy puntuales que les afectan. Y seguimos trabajando con el Gobierno para intentar solucionarlo. De 370 organizaciones que hay en CEOE, han mostrado reticencias cuatro. Creo que está todo dicho.
-La pelota está ahora en manos del Gobierno. ¿Logrará la mayoría suficiente en el Congreso?
-Ese es su trabajo, nosotros hemos hecho el nuestro. Y ahí solo tengo que hacer una advertencia: si al texto le cambian una coma, quizá no puedan contar con nosotros para sentarnos en la mesa a partir de ese momento. Los acuerdos se alcanzan para cumplirlos.
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