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«Los países no pagarán la deuda pública porque nunca la pagan aunque, eso sí, pueden bajar la relación entre deuda y riqueza, la cuestión es a qué precio se la van a querer financiar los mercados». El que fuera vicepresidente del Gobierno de José ... María Aznar, director gerente del Fondo Monetario Internacional y presidente de Bankia, Rodrigo Rato, presentó ayer en la Antigua Escuela de Comercio de Gijón su libro 'Hasta aquí hemos llegado'. En él habla de su presencia en el mundo político y económico, su caída y su paso por la cárcel, así como de personalidades que participaron en todo su periplo personal durante estos años «complicados y terribles». Pese a que no quiere hablar de política, sí insistió en que «el presidente que necesita España es el que acierte y eso se verá el año que viene». De la vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, aseguró que es «capaz desde el punto de vista técnico» y le toca serlo «en una época muy difícil», pero también insistió en que «nos encontramos en una etapa en la que «el dinero es más barato» .
Rato, que estuvo acompañado de su mujer, la periodista Alicia González, que participó en la publicación, se lamentó de que «los plazos judiciales en España son muy largos y la justicia muy lenta» y aseguró que «no sé si se me perdonarán mis pecados, pero lo que sí es que han sido muy exhibidos y esto te agota». Porque recordó, «los 66 afectados tuvimos una exposición pública terrible y 51 devolvimos el dinero antes de la sentencia y eso es motivo de atenuante; se le aplicó a todos menos a mí». Y remarcó que «las tarjetas black no eran dinero negro, sino complementos» a un sueldo ya generoso.
Su renuncia en el FMI se debió a motivos personales, «aunque no lo crean, necesitaba ver más a mis hijos» y criticó la intervención de la política en cuestiones que considera competencia únicamente de la economía. Sí se planteó dejar su puesto en Bankia, pero dos motivos le frenaron: «es algo que yo había elegido y además, vas metiendo a gente a la que han comprometido y le debes fidelidad». Respecto a la situación económica actual matizó que «estamos en un momento en el que se está acabando un ciclo y podría empezar ya otro diferente. Estamos con inflación, con mucha deuda, con los tipos de interés muy altos y con cambios tecnológicos potentes y el empleo va bien en muchos sitios, pero veremos si tenemos la competitividad suficiente para afrontar este nuevo ciclo».
Hubo errores de gestión económica, dijo, y la prueba es que «Lagarde pidió perdón el otro día y eso nunca lo hacen los Bancos Centrales; se equivocaron en 2021 no viendo la inflación».
Pese a que reiteró que «no hago predicciones sobre el futuro», añadió que «las últimas semanas tengo la sensación del escenario de finales de los años 50 y principios de los 60 en Francia, cuando acabó la cuarta República. Lo que queda por ver es quién es De Gaulle aquí y qué hace el papel de Argelia o si se produce». Tiene claro es que «estamos muy cerca de nuevos acontecimientos y son serios» y advirtió: «las cosas no son sencillas y tendrán consecuencias».
No quiere con este libro ajustar cuentas con nadie, puntualizó, «sino conmigo mismo», aunque cree que lo que le ocurrió a él «le puede pasar a cualquiera», lo que le lleva a concluir que es preciso «meditar sobre la impunidad de algunas instituciones». «Yo no fui sometido a una inspección habitual» y «la famosa foto de mi detención estaba claro que daría la vuelta al mundo».
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