La regasificadora de El Musel cuenta con autorización para cuatro usos distintos. JOSÉ SIMAL

La regasificadora de El Musel ya ha cargado de GNL casi 1.400 camiones cisterna desde su arranque

El destino del 44% son industrias y el sector transporte asturiano, que evitan los traslados a Bilbao y La Coruña para abastecerse

Domingo, 23 de junio 2024, 22:02

Hace un año, Enagás inició la fase de pruebas en la regasificadora de El Musel, aunque aún tendría que esperar a inicios de julio para la llegada del primer barco, con el que recibió su primera descarga de gas natural licuado (GNL) para ... realizar la conocida como 'puesta en frío', una operación especial que sirvió para probar que todo funcionaba correctamente antes de iniciar la actividad comercial. Tras más de una década en estado de hibernación, la terminal se arrancó con un cometido principal: ofrecer un servicio logístico para abastecer la demanda internacional de GNL. Sin embargo, más allá de ese servicio fuera del acceso regulado, tiene otros tres, el conocido como 'Boil off Gas' (BOG), que vierte a la red la evaporación continua de ese combustible; el almacenamiento y la carga de camiones cisternas. De hecho, en lo que se refiere a este último, la instalación gijonesa está cumpliendo con creces el cometido que se le asignó y desde el inicio de su actividad comercial, en agosto del pasado año, ya ha cargado cerca de 1.400 camiones.

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El hecho de recibir autorización para este uso regulado derivaba de la posibilidad de aliviar el exceso de demanda que sufren otras plantas, mejorar la eficiencia de suministro de GNL en la región y dar cabida al incremento de suministro previsto en esta tipología. Se trataba de «una necesidad existente en la cornisa cantábrica», según señalaba la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que dio el visto bueno a los cuatro usos para la terminal, a pesar de las alegaciones presentadas por Reganosa –ahora propietaria del 25% de la instalación asturiana– y que, durante años, intentó impedir su activación ante el temor de que afectara negativamente a su regasificadora de Mugardos, en La Coruña. Con el permiso para cargar camiones se pretendía, sobre todo, liberar la congestión de la de Bilbao y evitar también traslados innecesarios.

Así, el promedio mensual actual es de unas 190 cisternas por mes, que luego trasladan ese gas natural licuado a distintas industrias, principalmente del sector agroalimentario o el químico, y que también se destinan al transporte.

Una buena parte de esos camiones que ya no tienen que viajar hasta Bilbao o La Coruña se quedan en Asturias, el 44%, pero también se mueven a comunidades vecinas, que encuentran en la terminal asturiana una opción más cercana. Así, tras el Principado, los principales destinos son León, con el 18%, y Zamora, con el 15%.

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En la autorización administrativa del Ministerio para la Transición Ecológica para que entrara en funcionamiento la regasificadora, publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) en junio del año pasado, ya se advertía de que «la cornisa cantábrica viene registrando volúmenes altos de contratación en los cargaderos de cisternas disponibles». De ahí que el Gobierno esperara que «la planta de El Musel resulte clave en la descongestión del servicio, sin que se incrementen los costes del sistema gasista, al encontrarse las instalaciones ya construidas y listas para operar». Además, estimaba que «la disposición de dos nuevos cargaderos en la región, debido a la optimización de las distancias recorridas por los camiones a cargar, incremente la demanda de este tipo de suministro en la zona».

Una oportunidad en el proceso de transición energética

La regasificadora de El Musel se activó tras un largo periplo judicial en plena guerra de Ucrania y con la intención de la Unión Europea de independizarse de los combustibles fósiles procedentes de Rusia. A ese objetivo de carácter geopolítico se suma uno de mayor ambición, la búsqueda de la neutralidad climática para 2050. Sin embargo, hasta entonces e incluso más allá, el gas seguirá siendo un combustible de transición necesario.

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Igualmente, las oportunidades que abre la regasificadora van más allá del gas. La pasada semana, Alberto Sánchez de Rojas, consejero delegado de HyFive, que promueve un proyecto de metanol en El Musel, reconocía que entre las cualidades que habían encontrado en Gijón estaba la regasificadora, que cree que en el futuro podría diversificarse «como una terminal donde se gestionen otras moléculas, no solo la de gas». Y entre ellas apuntaba el CO2 licuado o combustibles verdes. El metanol necesita, precisamente, CO2 e hidrógeno.

Enagás, que posee en 75% de la terminal asturiana –el otro 25% es de Reganosa–, firmó en abril un convenio de colaboración con la Universidad de Oviedo para poner en marcha la Cátedra de Desarrollo de Vectores Energéticos Sostenibles. El acuerdo tiene el objetivo de que se realice un estudio técnico y económico para determinar cómo se podría adaptar la terminal de gas natural licuado de Musel E-Hub como una planta multimolécula (e-terminal), lo que permitiría almacenar y gestionar moléculas climáticamente neutras como el hidrógeno verde y sus derivados, pero también el CO2, el dióxido de carbono, que tendrá que empezar a capturarse de forma masiva si se quieren cumplir los objetivos de reducción de emisiones.

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De hecho, este último, de carácter estable, o el metanol tienen grandes ventajas frente al hidrógeno, que necesitaría una adaptación más compleja de la planta por el tratamiento que requiere y cómo afecta a los materiales.

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