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La regasificadora de Gijón afronta su segundo invierno como apoyo para garantizar el suministro en Europa. Durante su primer año activa, se descargaron en sus tanques 12.609 GWh de gas natural licuado (GNL), lo que equivale al 119,6% de la demanda ... de gas natural de Asturias durante el mismo periodo. Por la ubicación geográfica del Principado, se abastece básicamente de EE UU, que se ha convertido en una potencia mundial gracias al despegue del 'fracking'. Esta técnica prohibida en España consiste en la inyección de agua, arena y aditivos químicos a alta presión en la roca que generan una fractura controlada en la bolsa donde está almacenado el gas, que asciende a la superficie. Con la victoria de Donald Trump nada parece que vaya a cambiar, sobre todo, cuando ha convertido prácticamente en lema «vamos a perforar, perforar y perforar», mientras los precios en los mercados internacionales se vuelven a disparar por el aumento de la demanda ante la llegada del frío y el uso de los ciclos combinados.
Sin la guerra de Ucrania, que amenazó el suministro energético de Europa, quizás la planta gasista asturiana no se hubiera activado. De hecho, se hizo como parte del paquete de medidas para dar respuesta a la crisis generada por la invasión de este país por parte de Rusia. El 24 de marzo de 2022, justo un mes después del ataque de Moscú, la Administración Biden anunciaba un acuerdo para vender GNL a Europa. El tratado, cocinado en las horas previas de la reunión de un G7 trascendental para visibilizar la reacción de occidente frente a Putin, supuso aumentar un 60% las ventas americanas de este combustible a la UE solo en ese año.
Nueve meses después, Estados Unidos se convirtió en el primer exportador del mundo de GNL con 114.000 millones de metros cúbicos (bcm), por delante incluso de Catar (108 bcm) y tal como señala el Statistical Review of World Energy de 2023. Todo ello, gracias al 'fracking', una industria que se ha desarrollado en tiempo récord. Hace solo diez años EE UU era el decimonoveno país del mundo en la venta de GNL con 0,2 bcm, una cantidad que ha multiplicado por la vertiginosa cifra de 572 desde 2013.
El presidente demócrata, Joe Biden, aprovechó bien la dependencia europea de este combustible, agravada por la guerra de Ucrania. Mientras avanzaban las prohibiciones para la extracción de gas en los países de la Unión, como en el caso de España, Bruselas vio en 2022 cómo se cerraba la única arteria que alimentaba de energía a su corazón económico, Alemania. El Nord Stream nutría desde Rusia con 167 bcm a las economías europeas. Una cantidad equivalente, nada más y nada menos, que al consumo de 550 millones de hogares, el doble de las viviendas contabilizadas en el continente.
La dependencia del gas es tal que se trata del único elemento que la Unión no ha vetado comercialmente con el país gobernado por Vladimir Putin. Sí lo ha hecho con el mercado de capitales, con el petróleo o el diésel, pero no con el gas que llega por barco. Solamente España es el séptimo país de mundo en compras de GNL con 25 bcm y Europa es la región mundial que más importa este combustible con 169 bcm. Porque a la vez que esto sucedía la crisis entre Argelia y Marruecos y después entre el primero y España afectaban también al suministro por el sur de la península.
De momento, en lo que va de año, EE UU es el tercer país que más gas ha exportado a España, 50.689 GWh hasta octubre, un 17,8% más que el ejercicio anterior. Y solo precedida por Argelia, en cabeza, con 86.156 de GN y 21.588 de GNL, un 37,9% más, y de Rusia, con 60.471 (+21,3%).
Como suele ocurrir con las guerras, en medio del conflicto surgen oportunidades económicas, en este caso, para la todopoderosa industria del petróleo y el gas estadounidense. Además, la administración demócrata del presidente saliente, Joe Biden, también ganó un importante tanto político con la situación, aunque no sirviera para aupar a Kamala Harris a la Casa Blanca.
A través de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) puso en marcha una inversión de 350.000 millones de dólares (322.000 millones de euros) para favorecer la transición energética. Una inyección que las petroleras de Texas y Nuevo México veían con recelo, y se trata de compañías con una extraordinaria capacidad de presión política. Las ventas de gas que Biden logró en Europa tranquilizaron a esos sectores con pingües beneficios, pero ahora aspiran a más. El plan de Trump pasa por rescindir los fondos no gastados en la IRA, recortar las medidas climáticas, como subsidios y programas de energía limpia, y por contra apoyar las energías tradicionales, como petróleo y gas, y la extracción vía 'fracking'.
Se prevé, por tanto, que sigan llegando barcos con GNL procedente de EE UU, mientras que Enagás, propietaria al 75% de la terminal –el otro 25% es de Reganosa–, plantea ya que en el futuro la terminal sirva para otras moléculas con menor impacto ambiental, a pesar de Trump.
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