El economista norteamericano Joshua Angrist, premio Nobel en 2021, en la Fundación Ramón Areces de Madrid. R. C.
Joshua Angrist, premio Nobel de Economía en 2021 e investigador del MIT

«Los recursos deben evaluarse desde la ciencia, sin que importe la ideología»

Defensor de la educación de calidad, con sus estudios sobre los efectos de la causalidad busca el beneficio real de las políticas sociales

Domingo, 11 de diciembre 2022, 00:17

El científico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en Cambridge, Estados Unidos) y exparacaidista del ejército israelí, Joshua Angrist, venía de recibir un 'honoris causa' en la Universidad Rey Juan Carlos y bromeaba con el «sombrero asombroso» que tuvo que usar en el acto, junto ... a la toga naranja. «Tendría que habérmelo quitado», decía mientras enseñaba la foto en su móvil. El año pasado recibió el Nobel de Economía por demostrar con modelos matemáticos cómo la causalidad -es decir, la causa y el efecto de un evento fortuito o cambios de política- podía transformar la vida de las personas afectadas y responder así a «grandes preguntas de las ciencias sociales», decía el jurado sueco.

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Angrist (1960, Ohio) ha usado como muestras de sus investigaciones a veteranos de Vietnam, premios Nobel como él y estudiantes, entre otros sujetos de estudio, de los que pasa los datos extraídos de sus historiales por complejas ecuaciones. Dos de sus estudios más importantes abordan, por una parte, la educación, al desmontar mitos sobre los beneficios de tener aulas reducidas u ordenadores en clases, y, por otro lado, el impacto de la maternidad en la participación de las mujeres en el mercado laboral y donde halla que el nacimiento de un tercer hijo es crucial en la brecha de género, con un 18% más de desempleo en las mujeres. «La mayoría de mi trabajo no es teoría, sino análisis de datos», explica antes de su conferencia 'La ilusión de las elites', impartida en la Fundación Ramón Areces, en Madrid. «Lo que hago principalmente es medir cosas, que es lo que hace la mayoría de economistas».

-¿Cómo pueden sus estudios ayudar a afinar las políticas públicas de igualdad social?

-Investigo políticas públicas con métodos econométricos y, a veces, temas específicos relacionados con, por ejemplo, cómo mejorar los colegios. Es algo que beneficia a todos los padres y también a los niños porque en el futuro, si tienen una buena educación, tendrán mejores salarios. La educación de calidad es una herramienta importante para reducir la desigualdad. Las familias de pocos ingresos la usan para que sus hijos puedan cambiar a un estatus de clase media, y todo lo que haga que los colegios sean mejores contribuirá a ello. También he hecho trabajos con los que he visto el efecto que tiene el tener hijos en los ingresos de las mujeres y, sí, suele haber una penalización.

-Una vez que detecta la realidad, ¿hace recomendaciones a los poderes públicos?

-No hago recomendaciones. No es mi rol ni mi trabajo.

-¿Pero es consciente que sus datos se utilizan para orientar las inversiones públicas?

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-Publicamos artículos académicos y la gente que está interesada en política pública interpreta nuestro trabajo. En efecto, tenemos una influencia en las políticas públicas a través de nuestra investigación académica. Tengo un laboratorio de ciencias sociales y hago un trabajo científico sobre la educación y el impacto en el mercado laboral, pero dejo que los demás determinen qué es importante para el desarrollo de esas políticas públicas.

-En todo caso, ¿considera positiva la inversión en ayudas y servicios sociales?

-Es complejo. Por ejemplo, he investigado temas como el impacto del tamaño de la clase y si merece la pena dedicar más dinero para reducirlo. ¿Los niños en clases más pequeñas van a entender más? En un trabajo publicado en 1999 vimos que sí, pero recientemente lo hemos repasado con más datos y muestras más amplias y no hemos encontrado ningún beneficio a tener clases más pequeñas.

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Brecha de género

«He visto el efecto de tener hijos en los ingresos de las mujeres y, sí, suele haber una penalización»

-¿Y si concluyera que algunas de estas cuestiones que requieren más gastos sí dan beneficios sociales?

-Los problemas requieren de un análisis econométrico minucioso y los recursos se deben evaluar desde la ciencia, sin que importe la política ni la ideología. Lo recomendable es permitir que los científicos sociales recaben los datos necesarios y los analicen.

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-¿Lo cultural influye?

-En diferentes países las cosas son distintas, pero todo el mundo tendría que estudiar las mismas cuestiones.

La ilusión de las élites

-Alerta que la «ilusión de las élites», que sucede al matricular a los hijos en colegios selectivos, termina en decepción de los padres.

-Cuando hablo de la ilusión de las élites me refiero a la mala interpretación de los datos sobre la educación. El ejemplo es la relación entre las admisiones selectivas en colegios y la calidad educativa. Algunas escuelas, institutos, bachilleratos y universidades son selectivos y solo los mejores estudiantes entran. Y la gente escoge esos colegios porque cree que el futuro de sus hijos será mejor. Pero he observado que no existe relación entre el éxito de los niños y la naturaleza del colegio al que asisten. No hay un valor añadido en esos centros de estudio. A esos niños les va a ir bien en la vida en cualquier caso porque son buenos estudiantes. Tendrán un buen futuro independientemente de que vayan a ese colegio. El mensaje a los padres es que se preocupen menos de enviarlos a esos supuestos mejores colegios, porque no tiene necesariamente un beneficio real.

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Digitalización

«El uso de ordenadores en las aulas no beneficia a los alumnos»

-Usted también ha abordado los flujos migratorios y la desigualdad, y hace unas semanas terminó la Cumbre del Clima. ¿Cómo su método de estudio podría contribuir a conseguir los objetivos del milenio?

-No los conozco, no los he estudiado. No tengo experiencia en ese campo.

-¿Pero el comportamiento de las personas se puede predecir?

-Normalmente no.

-¿Y las conclusiones de sus tesis a partir de sucesos pasados podrían ayudar a construir el futuro?

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-Eso sí, siempre que viéramos que producir un evento trae beneficios. Entonces invertir dinero para lograrlo produciría esos beneficios. Pero otra manera de trabajar es comprobar que esa inversión no mejora nada. Por ejemplo, el uso de ordenadores en las aulas, aun con ayuda informática, no beneficia a los alumnos. Eso nos hace sugerir a los políticos que deberían dedicar el dinero público a otras cosas.

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