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El 16% de la riqueza asturiana procede del sector químico y de procesos, que emplea al mismo porcentaje de la población activa asalariada de forma directa, indirecta e inducida. Con una cifra de negocio de 6.045 millones de euros y unas exportaciones ... que rondan los 3.884 millones (el 63% del total), es el mayor exportador de la economía regional. Dado su peso en el Producto Interior Bruto (PIB) y en el mercado laboral, despejar las trabas que tiene que sortear en el camino hacia la descarbonización es de suma importancia para Asturias.
Entre los obstáculos que tiene ante sí destacan la falta de regularización en energías renovables –que provoca inseguridad jurídica a la hora de acometer inversiones–, el «exceso» de permisos y autorizaciones, los cortos plazos de los PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica) –que «no permiten desarrollar iniciativas industriales de cierto tamaño»– y medidas como el arancel ambiental en frontera (CBAM), que protegerá las importaciones de algunos productos, pero que no aclara el sobrecoste de las exportaciones «por nuestros mayores niveles de ambición climática», explica el presidente del Clúster de Industrias Químicas y de Procesos del Principado de Asturias, Ignacio Vigil, en el último informe sobre el sector. Son incertidumbres de la industria que «se deben abordar de una forma decidida, aumentando el nivel de apoyo y de ambición, y que requieren de la colaboración público-privada», añade.
No son los únicos retos a los que se enfrenta el sector asturiano. En los últimos tiempos, su actividad se ha visto alterada por precios de la energía «difícilmente asumibles» y grandes tensiones en todas las cadenas de suministro, «derivadas principalmente de la difícil recuperación de la pandemia, la inflación que dañó nuestra competitividad y de la invasión de Ucrania», indica Vigil. A este complejo escenario se añaden los conflictos en Oriente Medio, los cambios estratégicos en el modelo de globalización y la desaceleración de la economía global, con especial incidencia en China, especifica.
Además, las empresas asentadas en Europa se ven obligadas a competir con el programa de ayudas de la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos, que apoya directamente la competitividad de las compañías de ese país, «y que se opone a nuestro modelo de planes país por país». Debido al sistema europeo, los Estados pueden divergir en la aplicación de las ayudas y llegar, o no, al máximo de las compensaciones indirectas por el CO2, por ejemplo. Lo mismo sucede con la decisión de prorrogar las compensaciones por la factura energética y con el desarrollo del hidrógeno verde en cantidad y precios competitivos, lo que provoca grandes desigualdades en el seno de la industria europea.
En este escenario, las empresas españolas juegan con peores cartas que sus competidores del Viejo Continente, sobre todo Francia y Alemania, cuyas industrias disfrutan de menores precios energéticos –la factura para un electrointensivo en España es 2,4 y 1,8 veces mayor que en el país galo y el germano, respectivamente– y de compensaciones por CO2 indirecto sustancialmente superiores, ya que en nuestro país están limitadas por la disponibilidad presupuestaria.
Hay que recordar que forman parte de este clúster empresas con un elevado gasto en energía en su proceso de producción, con Arcelor como principal consumidor. Asturiana de Fertilizantes, Asturquimia, Bayer, Corteva, DuPont, Ence, Eumedica Pharmaceuticals Industries, Fertiberia, Química del Nalón, Nippon Gases y Saint-Gobain completan el colectivo.
Aunque el escenario es sombrío, el presidente del Clúster de Industrias Químicas y de Procesos de Asturias –y también director de Sostenibilidad de DuPont España– hace énfasis en la fortaleza del sector, que aporta solidez a la región mediante «la creación de riqueza y empleos estables y bien remunerados». «Talento, innovación y capacidad exportadora son pilares sobre los que construir nuestro futuro en Asturias, en el que el sector seguirá actuando como tractor de la economía y ejemplo en sostenibilidad», manifiesta. Respecto al primero de ellos, resalta que las industrias del papel, química y metalúrgica se encuentran entre las cuatro posiciones más altas de salarios en la industria asturiana, con un sueldo medio de casi 40.000 euros anuales.
En 2021 –último año de la serie estadística consolidada recogida por el clúster–, el sector daba empleo directo a 14.287 personas, cifra que supera las 48.500 si se incluyen los empleos indirectos e inducidos. No obstante, son un 23,3% menos que en 2008, cuando sumaban 18.635. Este talento es el promotor de la innovación, en la que el sector químico «también es líder», destaca Vigil. En 2021, el número de investigadores contratados a jornada completa en esta actividad era de 74 y se destinaron cerca de 15 millones de euros a I+D+i, lo que representa el 41% de total de la industria asturiana. Durante ese ejercicio, el sector «demostró una fuerte resiliencia y capacidad de recuperación tras la crisis sanitaria con un aumento de la cifra de negocios (+14%) y de la productividad (+19%), y con una pequeña bajada del número de ocupados (-4%)», indica. Afirma el presidente del clúster químico que, junto a los retos descritos, aparecen nuevas oportunidades ligadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 –reducción de gases de efecto invernadero al menos del 55% y neutralidad del carbono de Europa en 2050– y a la necesaria digitalización de los procesos industriales.
El Pacto Verde Europeo aspira a compatibilizar crecimiento económico y respeto al medio ambiente, lo que implica «el desarrollo de diversos paquetes de reformas legislativas e impulsa una ley de cambio climático que asegure una transición justa, a la que seguirán en corto plazo otras normas que resultarán esenciales para acometer el cambio de modelo productivo que impulsa.
En este contexto, el sector químico y de procesos de Asturias afronta numerosos retos, pero también tiene ante sí oportunidades para crecer y asentar su posición en este proceso de transición ecológica. Explican desde el clúster que «es muy difícil delimitar», dentro de un marco industrial, esta actividad productiva. «La química es una ciencia compleja que abarca tantos y tan variados productos, procesos y fenómenos, que existen muy pocas transformaciones en el universo que escapen a sus dominios», señalan. A ella se une la industria de procesos, que basa el grueso de su actividad en la química.
En la región, el sector químico y de procesos aglutina a 285 empresas, que representan el 1,5% del total que se dedican a este negocio en España. Esta cifra supone una caída del 2,1% respecto a 2021, según las estadísticas recogidas en el último informe del clúster, correspondientes al pasado año. La inmensa mayoría de las empresas que se enmarcan en esta actividad son pymes, es decir, que tienen menos de 250 empleados. Son el 98% del total (279), mientras que las de más envergadura se mantienen en seis. Respecto al Valor Añadido (VAB) sobre el total de la industria asturiana, el sector químico y de procesos «representa el 35,5%».
El Clúster de Industrias Químicas y de Procesos de Asturias (Clúster IQPA) nació el 27 de diciembre de 2010, «como respuesta a las inquietudes e intereses de las empresas del sector y con el propósito de dar un paso más al trabajo llevado a cabo por la Asociación de Industrias Química (AIQPA)». Sus objetivos son: representar, defender y promocionar los intereses económicos, sociales y profesionales de sus asociados; fomentar y desarrollar proyectos de investigación para el desarrollo de nuevos productos, así como la adaptación a los nuevos mercados y hábitos de consumo, y promover la cooperación entre sus miembros.
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