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P. L.
GIJÓN.
Lunes, 19 de abril 2021, 16:30
Las minas del suroccidente pueden tener una segunda vida después del carbón. Son varios los proyectos relacionados con las fuentes renovables y el almacenamiento energético que están sobre la mesa para aprovechar los recursos que ofrecen los yacimientos en desuso. El más ... reciente es el planteado por una empresa valenciana -Ingesanc Energy- para instalar un parque fotovoltaico en la antigua mina a cielo abierto de Cerredo, ubicada en el monte denominado Navariegos, Bustatán y Los Collados, en Degaña. Según el documento presentado ante el Principado para iniciar la tramitación ambiental, la firma prevé la colocación de 93.500 paneles solares que ocuparían cien hectáreas de extensión. Asimismo, apunta la posibilidad de realizar los estudios pertinentes para conocer la viabilidad de completar el proyecto con un electrolizador de hidrógeno que almacene la energía y con una minicentral hidroeléctrica aprovechando el cono invertido de la mina (se usaría como embalse y se soltaría el agua a unas turbinas por la noche para generar electricidad).
Con una potencia instalada de 47 megavatios y una inversión de 30,7 millones de euros, el proyecto Cerredo Solar resulta llamativo por las cifras que maneja y, sobre todo, por el avance que supondría en la producción la energía fotovoltaica en Asturias, un recurso aún poco explotado. Pero en términos de empleo, los números son modestos. Tal y como recoge el documento público, se crearían alrededor de 51 puestos de trabajo en la fase de construcción entre directos e indirectos. Una vez finalizada la infraestructura, se estima la creación de nueve empleos fijos.
Ingesanc Energy eligió este enclave porque «las antiguas minas con una exposición al sol favorable pueden ser buenos lugares para la generación de energía», ya que a menudo cubren áreas extensas con formas de terreno planas remodeladas por la actividad minera, «y también incluyen pendientes y crestas artificiales en una elevación más alta formada por la acumulación de relaves y otros residuos de la mina». Además, el desarrollo de un proyecto de estas características «se beneficia de la existencia de infraestructuras que evitarían costos adicionales de capital».
En otra mina del suroccidente, en la de Buseiro (en Tineo y Cangas del Narcea), Grupo Lamelas Viloria plantea otra ambiciosa iniciativa, que prevé una inversión de 120 millones de euros para levantar una central depuradora de reversión (CDR) para generar y almacenar energía hidroeléctrica. Con esta tecnología, se conseguiría el doble objetivo de producir energía y depurar los residuos, de modo que no lleguen a los cauces cercanos. El agua procedente de Buseiro llega hasta el arroyo de Reguera Fría, lo que provoca la contaminación de dicho caudal, al contener un elevado porcentaje de metales sólidos en suspensión. Además, las instalaciones estarían conectadas a la subestación eléctrica de la térmica de Soto de la Barca mediante una línea aérea para aportar o consumir energía de la red por su condición de reversible.
Por su parte, la mina de Tormaleo, en Ibias, tiene asegurada una segunda vida. A finales de marzo, la Consejería de Industria anunció que destinará 5,3 millones de euros a la restauración medioambiental de esta mina a cielo abierto. La idea es poner en marcha proyectos de reactivación que tengan un retorno económico para la zona, relacionados con las energías renovables o la agroalimentación, aunque no se descarta un uso recreativo. Para su ejecución, se echará mano de los avales que tuvieron que depositar en su día las empresas mineras para lograr la concesión y se intentará optar a fondos europeos.
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