Arcelor prevé prescindir de uno de sus dos hornos altos de Asturias. DAMIÁN ARIENZA

Los planes de Arcelor se desinflan en Europa y los países redoblan su esfuerzo por mantenerlos

Bélgica duplica la ayuda prevista para la planta de DRI de Gante para intentar forzar su ejecución y Alemania aprueba la subvención de 1.300 millones

Domingo, 16 de junio 2024, 02:00

El proyecto de la planta de reducción directa del mineral de hierro de Gijón (DRI) sigue congelado, a pesar de que en apenas cuatro semanas se cumplirán tres años del anuncio por parte de Arcelor de la millonaria inversión. En este tiempo, la ... multinacional ha constatado que la ambiciosa ruta para la descarbonización por la que apostó entonces tiene aún más problemas de los previstos y que su viabilidad económica se encuentra lejos de estar asegurada. Sucede en Asturias con los precios de la electricidad del mercado español, pero también en Francia, Alemania o Bélgica, donde también se presentaron proyectos similares. En todos los países existe el temor de que no lleguen a ejecutarse y que sus factorías siderúrgicas pierdan actividad, autonomía y empleo.

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Con el rabillo del ojo se miran, por ejemplo, en las instalaciones de Gante y Dunkerque, separadas por apenas 120 kilómetros, pero también por la frontera de dos países. La primera, belga, es hasta ahora la más competitiva de Europa, pero de inicio contaba con la menor ayuda pública de todas para ejecutar la planta de DRI: 280 millones. Frente a esa cuantía, el Gobierno galo pone sobre la mesa 850 millones, compartidos entre la planta vecina y la mediterránea de Fos-sur-Mer. Además, Arcelor firmó con la energética estatal EDF un compromiso de suministro eléctrico a precios competitivos, ligados a la nuclear.

El primer ministro de Bélgica, Alexander de Croo, que acaba de dimitir ante los malos resultados en las elecciones europeas, dijo entonces que no iba a entrar en una guerra de pujas y subvenciones, pero las distintas administraciones del país acaban de mover ficha. Por un lado, el Ejecutivo promete ahora electricidad a precios reducidos también ligada a la nuclear y, por otro, el poderoso Gobierno regional de Flandes suma 250 millones de euros más de ayudas en concepto de préstamos, que se añaden a otros 350 anteriores en el mismo formato. El objetivo es intentar amarrar el proyecto y poder competir con Dunkerque.

A pesar del acuerdo entre Arcelor y EDF, del lado francés tampoco está nada claro que la factoría de DRI vaya a salir adelante. En una entrevista al presidente de Arcelor en ese país, Eric Niedziela, publicada por Le Express, este avisa de que si no pueden «conseguir un precio de la electricidad razonable» la producción de los prerreducidos de hierro «tendrá que realizarse en otros lugares», mientras que en las plantas galas se quedará solo «la finalización de los productos, que requiere el uso de hornos eléctricos». En las factorías del país vecino comienza también a cundir ese temor, a pesar del apoyo explícito del Gobierno de Macron, con visitas habituales de sus ministros a las instalaciones.

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En Asturias, donde la ayuda es de 450 millones de euros, la opción de que se vaya a deslocalizar parte de la actividad de cabecera también gana enteros. La compañía acaba de comenzar la obra del horno eléctrico híbrido de la acería de Gijón, que permitiría emplear esos prerreducidos para producir acero y después laminarlo en las líneas acabadoras, pero sin la planta de DRI estos tendrían que importarse. Con el proyecto completo se preveía un recorte de plantilla de alrededor de mil personas, sin esta instalación será mucho mayor.

El presidente de Arcelor en España, José Manuel Arias, así como el consejero del Clúster Asturias, Philippe Meyran, reconocen que los contactos con el Gobierno central son constantes para intentar sacar adelante el proyecto íntegro, pero también advierten de las dificultades que hay para «conseguir que las condiciones económicas sean sostenibles y que no sean ficticias», apuntó el primero en el inicio de la obra del horno híbrido. «No tiene ningún sentido que carguemos nosotros con una fabricación aquí más cara que la que se puede obtener fuera de Europa», recalcó.

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Mientras, Alemania mantiene su estrategia para que las inversiones de Arcelor se lleguen a ejecutar. El Ministerio Federal de Economía y Protección del Clima acaba de confirmar la ayuda de 1.300 millones de euros para el proyecto conjunto de descarbonización de las plantas de Eisenhüttenstadt y Bremen, que incluye una cofinanciación del Estado federado de Bremen de aproximadamente 251 millones. La inversión total rondaría los 2.500 millones de euros e implicaría la sustitución de dos hornos altos.

El director general de ArcelorMittal Flachstahl Alemania, Thomas Bünger, reconoció en la visita ministerial que era «un día importante», porque se aseguraban parte de los costes necesarios para construir y operar las nuevas plantas, pero avisó de que hay que seguir trabajando en los siguientes pasos.

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Alemania toma ventaja

El proyecto alemán es el que quizás mira con mejores ojos la dirección europea del grupo, según reveló su consejero delegado en el Viejo Continente, Geert van Poelvoorde, que espera que en ese país se den las condiciones más favorables para su desarrollo y que apuntó a después del verano para conocer qué planes pueden seguir adelante y cuáles caerse. Sin embargo, tampoco está todo hecho y la decisión podría aún demorarse más. Explican desde la filial germana que los precios de la energía internacionalmente competitivos y las suficientes cantidades disponibles de hidrógeno verde siguen siendo un factor importante para que se tome una decisión de inversión positiva por parte del grupo «a mediados de 2025».

Los distintos gobiernos son conscientes de las dificultades que tiene Arcelor para desarrollar sus ambiciosos proyectos, que precisamente están recibiendo el apoyo de la Comisión Europea para contar con ayudas de Estado por su innovación. Sin embargo, también toman esta indefinición como un elemento de presión para lograr más ayudas, que se amplíen los plazos para los proyectos y que se permita utilizar el gas como combustible de transición más tiempo, a la vista de que el hidrógeno verde aún tardará en llegar en las cantidades que se necesitan.

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También para conseguir más protección para la siderurgia comunitaria. «El precio del acero es mundial y Europa deja abierta la puerta a las importaciones, no evolucionamos a una competencia leal», lamenta Niedziela, que duda de la eficacia del CBAM (el arancel ambiental), mientras destaca cómo la Ley de Reducción de la Inflación ayuda a la industria en Estados Unidos y recuerda que con el hidrógeno verde a ocho euros el kilo no se puede competir.

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