El plan industrial de Arcelor potenciará el uso de renovables y gas natural en sus plantas asturianas

Durante el encuentro, Koeberle constató las buenas perspectivas del negocio para los próximos meses, con los precios del acero entre un 20% y un 40% más altos, dependiendo del tipo de producto. No obstante, el margen de beneficio no es tan alto, dado que también se ha disparado el coste de las materias primas. Entre los aspectos en los que insistió: la necesidad de dar respuesta a la gran demanda que ahora tiene el sector, que incluso ha sido criticado por la falta de abastecimiento que ha sufrido la industria transformadora, así como mejorar los índices de fiabilidad y que la seguridad y la salud en el trabajo sean la máxima prioridad.

Del departamento que ahora lidera Koeberle dependen las factorías del Principado. Aunque de ellas salgan también productos largos -carril y alambrón-, el grueso del negocio es de planos, de ahí que la multinacional coloque a las plantas regionales en esa área. Aunque la compañía calificó la reunión de ordinaria, al recuperar los encuentros trimestrales que se realizaban de forma rutinaria antes de la pandemia, entre los asuntos que se pusieron sobre la mesa se encuentra la total transformación de las factorías asturianas, sobre todo, la de Gijón, que será la que concentre la mayor parte de las inversiones, ya que en ella se encuentran las principales instalaciones de cabecera, las que más recorrido pueden tener en el proceso de descarbonización.

Arcelor necesitará basar su descarbonización en el gas natural, el hidrógeno gris procedente de los procesos industriales y las renovables antes de dar el salto al hidrógeno verde de forma masiva, salto que está previsto a más largo plazo, con la vista puesta en la neutralidad climática que se pretende alcanzar en 2050, ya que su despliegue no llegará a tiempo para afrontar la gran transformación de las factorías de la región. De ahí que la multinacional prevea emplear como fuentes energéticas el gas natural, la electricidad, que tendrá que ser de carácter renovable para poder reducir así su huella de carbono, y el hidrógeno gris que ya se encuentra presente en los gases que salen de Arcelor. Todo ello combinado con la economía circular y, en la medida de lo posible, con la captura de carbono.

El cok seguirá siendo importante en Asturias, puesto que uno de los dos hornos altos, el 'B', remodelado recientemente, continuará empleando este combustible fósil, aunque de una forma más reducida al haberle logrado inyectar gas de cok de las baterías. Sin embargo, para el 'A', cuya vida útil finaliza, como muy tarde en 2024, ya no se prevé un futuro con un combustible procedente del carbón. De hecho, todo apunta a que Arcelor decidirá desmantelar esta instalación para que sea sustituida por otro tipo de tecnologías. En transformar el proceso derivado de este horno alto, así como el sínter 'B', que no dispone de filtro de mangas -en él se mezclan y tratan el mineral de hierro, el cok y los materiales fundentes antes de introducirlos en el horno alto-, y la acería de Gijón se centrarán el grueso de las inversiones que se presentarán la próxima semana, aunque se prevé que toda la actividad de las factorías se vea afectada de una u otra forma con la incorporación de tecnologías de última generación y automatizaciones. Sin embargo, estas tres son las instalaciones más obsoletas de la multinacional en Asturias y las que, por uno u otro motivo, más deficiencias presentan. Por tanto serán en las que se centren los esfuerzos, ya que tienen más recorrido para reducir sus emisiones.

No se trata de realizar una remodelación de lo ya existente, sino efectuar una transformación total del proceso. A largo plazo, se opte por la vía 'Smart Carbon', que se basa en el carbono circular, la electricidad limpia y la captura y almacenamiento de CO2, o la reducción directa de mineral de hierro (DRI) y el uso de un horno de arco eléctrico, el futuro será el hidrógeno verde. La compañía tiene claro el camino, pero también la imposibilidad de alcanzar esa meta en el corto plazo. De ahí que ponga el foco en el gas natural, las renovables y el hidrógeno gris procedente de los procesos industriales -está presente, por ejemplo, en el propio gas de cok- para realizar esta transición energética de sus procesos.

Las cantidades de hidrógeno que necesitaría la planta asturiana para descarbonizarse por completo mediante este gas renovable son ingentes, entre 150.000 y 200.000 toneladas de hidrógeno al año, según fuentes consultadas por este periódico. Y para lograr esas cifras serían necesarios alrededor de 2.600 MW de potencia, «por absorber márgenes de redondeo por las tecnologías, eficiencias, horas de trabajo... de un lado y del otro sería entre 2.000-3.000 MW de potencia de hidrolizadores».

En la actualidad, los hidrolizadores más grandes del mundo tienen una potencia de entre 20 y 30 MW, aunque se proyectan de incluso 200 y 300 MW, cifras igualmente muy lejanas para las necesidades de Arcelor. Como ejemplo, los dos parques eólicos marinos que se plantean para Asturias, que serán de carácter flotante, son de 50 MW y esa potencia no se traslada directamente al hidrógeno que se pueda generar con la electricidad que produzcan.