Un agente del grupo de Delincuencia Económica y Tecnológica de la Policía Nacional de Gijón revisa una página web. DAMIÁN ARIENZA

La pandemia eleva a más de 96.000 los equipos que registran ciberataques en Asturias en un año

El peligro de padecer un quebranto en la seguridad virtual aumenta por la extensión del trabajo en remoto a raíz del coronavirus

SANDRA S. FERRERÍA

GIJÓN.

Lunes, 22 de marzo 2021, 01:17

Empresas y administraciones coinciden: la ciberseguridad es una pata fundamental, y más ahora, cuando el teletrabajo y la tramitación digital están a la orden del día. Los expertos aseguran que nadie está libre de sufrir un ciberataque. Sin ir más lejos, hace unos días ... el Servicio Público de Empleo Estatal (Sepe) sufrió un ataque informático que provocó retraso en las citas, paralización en la tramitación y aún se desconoce si habrá demoras en el pago de las prestaciones.

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Según el Informe de Ciberseguridad de 2020, elaborado por el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), durante el año pasado los equipos afectados en Asturias -en los que se incluyen ordenadores, sistemas y redes- ascendieron a 96.513. El 29,84% de los dispositivos vulnerados se situaban en Oviedo. En segundo lugar, con el 26,41%, en Gijón, mientras que en Avilés se ubicaba el 10,12% de los equipos afectados. El 3,22% correspondió tanto a Siero como a Mieres, y el 2,42% a Langreo. Cierran la distribución de los diez concejos con mayor número de ataques Laviana, Luarca, Llanera y San Martín del Rey Aurelio.

Para concienciar de la envergadura de este problema, Modesto Álvarez, responsable de Ciberseguridad de Seresco, señala que «cada empresa tiene que pensar qué es lo peor que le podría pasar. Pues la respuesta que dé puede ser consecuencia de haber sufrido un ciberataque». Esta preocupación ha aumentado en los últimos meses a raíz de la pandemia y la implantación del teletrabajo.

El peligro de sufrirlos ha aumentado «muchísimo», explica Álvarez, y lo fundamenta en dos hechos: el aumento de la «superficie de exposición», debido a que ahora cada trabajador usa su propia conexión y algunos utilizan su ordenador personal para trabajar; y que se han variado las técnicas de ataque, que ahora se centran en los escritorios virtuales y los correos electrónicos. A ello hay que sumar que, en los primeros meses de la pandemia, la seguridad informática quedó en un segundo plano frente a la necesidad de poder seguir trabajando pese al confinamiento. «Se ha improvisado, y se ha tenido nula atención a la seguridad», asegura. Sin embargo, eso ha cambiado. Desde Izertis, Manuel Estévez, responsable de Ciberseguridad, explica que han aumentado las empresas que han pasado de la preocupación a la iniciativa «analizando la forma de empezar a gestionar su nivel de seguridad o de riesgo». Asimismo, las compañías son cada vez más conscientes de que «ninguna organización está libre de ser víctima de este tipo de delincuencia». Respecto a los sectores más proclives a la hora de optar por sistemas de ciberseguridad, Estévez apunta que «todos» van tomando conciencia de que un incidente de seguridad «tiene repercusiones en el negocio».

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En este punto coincide Álvarez, que explica que en una oficina pequeña un ataque podría conllevar pérdida de pedidos o de datos de clientes, mientras que en una fábrica donde hay robots podrían provocarse accidentes. «Las de mayor tamaño están, generalmente, en un nivel de madurez más alto en seguridad de la información; y la pequeña aún no asume completamente la necesidad de definir una estrategia y avanzar en su desarrollo», señala Estévez.

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