El nuevo recibo de la luz se estrena con el precio de la electricidad desbocado

Familias y gran industria sufren este brusco incremento sin margen de maniobra. Según datos proporcionados ayer por Facua-Consumidores en Acción, en mayo se registró una subida interanual del 45,4% en el recibo. Calculan que el usuario medio recibirá una factura de 82,13 euros, casi 26 euros más que la de hace un año. Sería, además, el cuarto recibo más elevado, tras los 88,66 euros del primer trimestre de 2012, los 87,81 euros de enero de 2017 y los 83,55 euros de septiembre de 2018.

La escalada actual coincide en el tiempo con dos cambios con los que el Ejecutivo intenta intervenir el mercado eléctrico: por un lado, la llegada hoy de la nueva factura eléctrica, que exigirá un cambio de hábitos de los consumidores acogidos a la tarifa regulada, al encarecer los precios en los horarios de mayor consumo y reducirlo en los de menor y, por otro, la aprobación en el Consejo de Ministros, hoy también, de un anteproyecto de ley para eliminar el exceso de retribución que las nucleares y las hidráulicas perciben por su generación en el mercado mayorista.

La ministra de Economía, Nadia Calviño, insistía este lunes en que la discriminación por horas rebajará el precio de la luz. «Es como cuando cogemos un billete de avión, que el precio varía según la demanda que hay», defendió. Desde Facua, sin embargo, califican de «insultante» el mensaje, criticando que «no se puede hacer responsable al consumidor de que su factura de la luz es cara porque no ha planchado o puesto la lavadora en los horarios más económicos». Estos corresponden a los fines de semana y festivos y entre la medianoche y las ocho de la mañana.

Por otro lado,Calviño también defendió el anteproyecto de ley con el que se pretende poner fin a los denominados beneficios caídos del cielo ('windfall profit')que algunas empresas del sector perciben bajo el actual sistema de fijación de precios, que se basa en subastas diarias marginalistas en las que el coste de la electricidad se establece según el último 'cruce' en el mercado para cubrir la demanda.

El problema es que la producción más barata, como la hidráulica o la nuclear, entra primero en la subasta (pool) y, si no se cubre la demanda, otro tipo de energía más cara (como el gas o el carbón, más costosos de por sí y muy afectados ahora por los derechos de emisión) acceden para cubrir ese hueco. El último precio que entra es el que establece la retribución para el resto, por lo que nucleares e hidráulicas salen beneficiadas. Según explicó ayer Calviño, el objetivo para el que trabaja el Gobierno es evitar que la subida del coste de las emisiones de CO2 (que ha pasado de 19 a 52 euros por tonelada en solo un año), se traduzca en un encarecimiento de la electricidad.

El acuerdo de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos ya contemplaba medidas en esta dirección. Pero es ahora cuando el Ministerio de Transición Ecológica, comandado por Teresa Ribera, lo traslada al Consejo de Ministros para iniciar su tramitación. Al tratarse de un anteproyecto de ley, no es previsible que la norma entre en vigor en el corto plazo. Igualmente, la perspectiva derivó ayer en un duro correctivo en Bolsa a las eléctricas, con caídas que superaron el 5% en Endesa y el 2% en Iberdrola en los peores momentos de la sesión. Se calcula que el impacto puede alcanzar los 1.000 millones anuales, lo que representaría casi el 5% del resultado bruto de explotación (ebitda) del conjunto del sector. A falta de conocer los detalles, analistas de Banco Sabadell señalan a Endesa como la más expuesta a nucleares e hidroeléctricas, suponiendo casi un 15% de su ebitda en 2020, frente al 8% de Iberdrola, el 5% de Acciona o el 4% de Naturgy.

Mientras, la gran industria continúa alertando del impacto que tiene el alto recibo eléctrico en su competitividad. Según el barómetro del mes de mayo hecho público ayer por Aege, el precio medio del mercado diario fue de 67,12 €/MWh, un 215,8% superior al del mismo mes de 2020, un 25,8% superior al de Alemania y un 21,4% mayor que el de Francia. Con los cambios en los costes regulados y el escaso impacto del estatuto, la industria electrointensiva estima un precio para fin de año en España de 76,95 €/MWh, más del doble que el francés (35,59 €/MWh) y casi más de 30 €/MWh que el alemán, que es de 48,67 €/MWh.