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Lunes, 10 de febrero 2020, 14:48
Sea por una mala planificación del viaje o por un día de estrés en el que olvidamos pasar por la gasolinera, lo cierto es que cada vez más conductores fuerzan la autonomía de su vehículo hasta el último litro de gasolina o diésel. Aunque aún hay algunos pocos precavidos que cuando tienen su depósito a la mitad ya están pensando en pasar por la gasolinera más cercana. Lo cierto es que circular justos de gasolina o diésel es una mala idea y, no solo porque pueda poner en riesgo a nuestro vehículo, sino porque también pone en riesgo al resto de conductores y sin olvidarnos de la costosa multa que esto puede suponer.
Aunque el hecho de quedarse sin combustible no está sancionado por ley, las circunstancias que conlleva el hecho sí que son sancionables. La Dirección General de Tráfico (DGT) está autorizada a poner varios tipos de multas si sucede esta circunstancia y la más alta puede alcanzar los 3.000 euros.
Una de estas circunstancias que recoge la DGT es que si un conductor se queda sin gasolina en mitad de la carretera, está obligado a acercarse con rapidez a un punto donde pueda estacionar su vehículo. Y este hecho puede conllevar dos multas: Si la maniobra que realiza el conductor pone en riesgo al resto de conductores de la carretera, la multa puede ascender a los 200 euros, que se podrían cumplimentar con otros 200 euros de sanción si se estaciona el coche en una zona indebida.
Si finalmente el conductor se acerca a la gasolinera más cercana a comprar gasolina y la lleva sin estar envasada correctamente, la DGT le puede multar con la friolera de 3.000 euros. En este caso, es importante asegurarse de que el envase esté homologado.
Es importante recordar que quedarse sin combustible no solo acarrea problemas económicos por la multa, sino también al coche en sí. En los coches diésel por ejemplo, el hecho de quedarse sin combustible hace que el aire entre en el circuito del motor, lo que provoca que el sistema de inyección no sea capaz de restaurar la presión normal para que el vehículo pueda arrancar.
En el caso de los coches de gasolina la respuesta del vehículo puede ser algo mejor, pero aún así puede acabar dañando a la larga el motor. Después de reponer la gasolina, lo más probable es que al coche le cueste arrancar varios intentos. A pesar de esto, el motor y el circuito se verán resentidos. ¿La razón? El poso del combustible es donde acaban quedándose todas las impurezas que contiene el líquido y estas acaban entrando en el interior del motor ensuciándolo. Esto puede acabar provocando un colapso en los inyectores.
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