Después de los bancos, los coches

Ningún sector parece librarse. La rentabilidad se vende cara en el mercado globalizado actual, en el que la digitalización cada vez tiene más peso y la competencia es feroz. Y, ante ese panorama, hace falta ser más grande y, a la vez, aprovechar ese mayor tamaño para ganar sinergias y reducir costes fijos, como pueden ser los derivados de personal y de sedes. El ejemplo paradigmático es el de la banca, que acumula fusiones, ajustes de plantilla y cierres de oficinas en un proceso que parece no tener fin. De hecho, el sector cierra cada año en Asturias alrededor del 5% de su red comercial. El trabajo que antes se daba por seguro y para toda la vida ya no es tal. Pero no son solo las entidades financieras. La mayoría de negocios se encuentra en una coyuntura similar.

Las firmas de coches cargan también con una dilatada trayectoria de uniones de marcas, que antes eran independientes y que ahora suman fuerzas mientras concentran la producción, clausuran fábricas y adelgazan plantillas en todo el mundo. Ahora Stellantis traslada ese proceso a los concesionarios, algo que ya han promovido otras compañías, aunque de una forma menos drástica. Y a esta búsqueda de sinergias se suma que las ventas presenciales, incluso de vehículos, están en retroceso ante el auge de internet y el mundo digital.

Las compañías energéticas, las inmobiliarias o el sector de las tecnologías de la información y la comunicación también están viviendo procesos similares de fusiones. De hecho, los expertos del mercado español auguran que en la segunda mitad del año se realizarán numerosas operaciones de este tipo. Y lo que sucede en España es igual en el resto del mundo: el pez grande se come al pequeño.