Damián Manzano, Antonio Fernández-Escandón, María Calvo, José Luis Alperi y Félix Baragaño, en una de las mesas de debate. DAMIÁN ARIENZA

La transición energética, «una oportunidad» que peligra por la falta de mano de obra

El presidente de Femetal propone crear un instituto del hidrógeno y otro sobre eólica: «Hay mucha tecnología en la que formar a los trabajadores»

Miércoles, 8 de marzo 2023, 02:04

6.300 empleos netos creados en 2030. Es el objetivo que se marca la estrategia de transición energética en Asturias para dicho horizonte y con una inversión de 6.500 millones de euros. Lo recordaba ayer la directora general de Energía, Belarmina Díaz, en Langreo, ... en el transcurso de un foro para analizar las oportunidades de empleo que supone esta transformación. El director general de Empleo, Pedro Fernández-Raigoso, consideró incluso que dicha cifra de generación de empleo se modificará al alza porque «solo con la rehabilitación energética de edificios se las estimaciones apuntan a que se pueden crear más de 4.000 puestos de trabajo directos e indirectos en la construcción, y en la eólica marina (construcción de parques y mantenimiento), unos 2.000 puestos de trabajo».

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Las cifras ya dan una dimensión de la «oportunidad» que supone la transición energética. De hecho, «oportunidad» fue la palabra más repetida por los intervinientes (administración, empresarios, sindicatos) en pleno proceso de descarbonización tras el cierre de las minas y centrales térmicas. Félix Baragaño, presidente de la Cámara de Comercio de Gijón, fue sincero: «Reconozco que al principio este cambio nos asustó y pensábamos que la transición iba a ser más lenta. Pero ha habido una aceleración tremenda y ha traído una cantidad de proyectos nunca vista en Asturias. Es una explosión». Dicho esto, expresó sus dudas sobre «si seremos capaces de poder llevarlos a cabo porque se necesitan grandes ingenierías y muchísimas empresas intermedias de apoyo para fabricar equipos, componentes y ejecutar los proyectos».

Y no será «por la base industrial de Asturias, por tradición sólida», sino por las dificultades para encontrar mano de obra. Baragaño, con una empresa de 300 trabajadores, aludía a esos problemas para captar personal en una compañía que ya cuenta con trabajadores de doce nacionalidades. «Lo que pedimos es que estén dispuestos a trabajar y quieran aprender».

Esta situación y la búsqueda de perfiles salió a colación continuamente en las mesas de debate moderadas dos de ellas por María Calvo, de Fade. Ana Pedrosa, de EdP (con una nueva unidad de negocio en renovables), se refirió a la importancia de que «las empresas estemos preparadas para cuando podamos producir hidrógeno, que aún es caro», mientras que Héctor Arto, de Iberdrola. Se refirió sobre todo a los instaladores de paneles, técnicos en instalaciones de puntos de recarga y perfiles de ciberseguridad, apuntando que la empresa trabaja con agentes en el territorio para generar programas de capacitación. E insistió en la «educación temprana» en los institutos para hacer atractivos estos sectores, con perfiles de FP.

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En este sentido, el director general de Isotrón, Alberto Cuesta, que también dijo tener problemas de personal «en todos los niveles», insistió en la importancia de «quitar el estigma a esta formación. ¿Quién dice que teniendo un título universitario sabes de tu nivel y de lo de abajo también?». Y Mariola Villarón, directora de Recursos Humanos de Daniel Alonso, ahondó en la misma idea y en la importancia de que empresas, centros educativos y Administración colaboren estrechamente para enseñar a los jóvenes que «nuestras fábricas están mucho más especializadas». También se comentó la fuerte competencia entre empresas para captar conductores de máquinas en el sector forestal.

«Aspas difíciles de destruir»

Antonio Fernández-Escandón, presidente de la patronal del metal, apuntó que una cuarta parte de estas empresas ya trabaja para la energía, pero quiso ser «crítico». «Mi pregunta es ¿a dónde irá el dinero? Lo que tenemos que hacer es preparar a la gente para que haga toda la ingeniería y la del hidrógeno no venga de fuera. No sé si seremos capaces. Igual que se creó el Instituto del Carbón debería haber uno del hidrógeno, porque hay que formar en tecnología, y otro sobre eólica, en el que se investigue también sobre la contaminación, ya que las aspas no se destruyen fácilmente». José Luis Alperi, del SOMA, se mostró optimista, pero no eludió el «escepticismo» sobre las alternativas que palíen los empleos mineros perdidos, y Damián Manzano, de CC OO, pidió que «no haya tiempos muertos» y «empleo de calidad».

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