El sierense Fernando Presa, 'preparacionista' e instructor de supervivencia, en su almacén. IMANOL RIMADA

El temor al desastre impacta en los precios

La tendencia a acaparar bienes de primera necesidad y artículos para la supervivencia puede contribuir a subir aún más la inflación

P. LAMADRID

GIJÓN.

Martes, 7 de diciembre 2021, 01:02

La ministra de Defensa austriaca, Klaudia Tanner, puso en alerta, no solo a los ciudadanos de su país, sino de toda Europa, hace varias semanas, cuando advirtió del riesgo de que un gran apagón deje sin servicios básicos a hogares y empresas del viejo continente. ... No se quedó en un simple aviso, sino que las Fuerzas Armadas de Austria difundieron un vídeo en el que enseñaban a los civiles cómo deben prepararse para hacer frente a un suceso de tal magnitud, que podría suceder, según sus cálculos, en los próximos cinco años.

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Algunos han tachado esta predicción de apocalíptica y desmedida, con pocas probabilidades de que realmente ocurra. Pero otros muchos han decidido hacer caso a la campaña informativa desplegada en octubre por el Gobierno austriaco. La onda expansiva se propagó por Europa y algunos negocios registraron mayor demanda de estos productos. De hecho, cadenas como Leroy Merlin constataron un aumento en las ventas de grupos electrógenos del 87% respecto a la semana anterior al anuncio del Gobierno austriaco y del 88% frente al mismo periodo de 2020.

No es un fenómeno provocado solo por la alerta por el posible apagón, sobre el que Red Eléctrica de España apunta que no existe «ningún indicio objetivo», sino que una conjunción de factores influye en esta tendencia a acaparar bienes de primera necesidad. La pandemia, la subida del precio de la luz, 'Filomena' y el miedo al desabastecimiento explican esta tendencia. En el grado más alto del acaparamiento están los llamado 'preparacionistas', personas que se entrenan en habilidades de supervivencia y acumulan víveres, herramientas y otros artículos en previsión de una emergencia o hecatombe. Es el caso del sierense Fernando Presa, que está al frente de la asociación SKS-Survival.

Volver al pasado

«La gran ventaja de la sociedad de consumo es que disponemos de todo y prácticamente en cualquier momento y al lado de casa. Cuando vemos que esta situación se puede romper, volvemos a lo antiguo», señala el sociólogo asturiano Jacobo Blanco. Es decir, «a lo que antes era normal», desde una gran cantidad de conservas hasta carne en salazón o cualquier otro alimento que pueda conservarse durante meses. Estas reservas resultan ahora «algo extraordinario», pero la disponibilidad, en ocasiones y con ciertos sucesos, como la pandemia, puede parecer frágil. «Cuando pensamos que esto puede cambiar, reaccionamos con el acaparador reptiliano que llevamos en el cerebro» porque no hay que olvidar que «el acaparamiento es algo consustancial a la naturaleza humana», subraya Blanco. A esto se suma otro factor: «Ver actuar así a los demás hace pensar que los productos acaparados escasearán por la mera sobredemanda, de manera que habrá más gente que los demande, con lo que se crea una bola de nieve».

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Un fenómeno que, como es lógico, tiene repercusiones en la economía. La primera, es el aumento de la inflación. A mayor demanda, más suben los precios. Susana Álvarez Otero, profesora titular de Economía Financiera de la Universidad de Oviedo, hace un llamamiento a la calma. Si la tendencia inflacionista llega a cotas demasiado elevadas -el 5,6% interanual-, «el Banco Central Europeo tomaría una serie de medidas». La más urgente y efectiva: subir los tipos de interés.

Pero, por otro lado, la subida de los tipos «perjudica a la economía» porque es más difícil obtener financiación. Para evitar situaciones como la actual, Álvarez Otero pone el acento en la necesidad de «subsanar la dependencia que tenemos de China, que es el grifo mundial en muchísimos productos». Coincide con ella el economista Juan Carlos Álvarez: «Si toda la parte asiática corta el suministro de materias primas, quedaríamos en una situación caótica porque dependemos de esa parte del mundo para todo».

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Reacción en cadena

Este desequilibrio -al que se suma la dependencia energética de España y la subida desorbitada del precio de la electricidad- sí tiene un fuerte impacto en la inflación, mientras que la tendencia a acaparar productos no influye, a su juicio, de manera excesiva. También «la política expansiva del Banco Central y los tipos de interés a cero» inciden en este incremento imparable de la inflación, que, «una vez que la se incorpora a los procesos productivos, origina una reacción en cadena y se va trasladando de un producto a otro».

El decano del Colegio de Economistas, Abel Fernández, advierte de otra situación que puede darse con este aumento del aprovisionamiento. «Habrá una mayor demanda, pero, por otra parte, ante este temor puede ocurrir que se dejen de consumir otros productos; es impredecible la manera en la que va a responder la gente», subraya. Por ello, insta a «racionalizar» las compras y no dejarse llevar por el pánico. La consecuencia lógica del acaparamiento de víveres es un aumento de la demanda, aunque, «en un caso muy extremo, intervendría el Banco Central». Por el momento, la tendencia alcista iniciada a partir del segundo trimestre, se mantiene.

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