La junta de accionistas de Unicaja celebrada este jueves en Málaga se ha convertido en una especie de reprobación para su consejero delegado, el asturiano Manuel Menéndez, que ha visto cómo pierde el control del consejo de administración, al menos de forma teórica, y ... que también ha soportado las duras críticas de los accionistas que han tomado la palabra, algunos a título personal, pero la mayoría representantes sindicales que le han afeado que haya trasladado a la entidad andaluza, tras la fusión con Liberbank, el modelo de relaciones laborales que imperaba en el banco de origen asturiano, conflictivo y judicializado. También tomó la palabra Sergio Corral, en nombre de la Fundación Bancaria Unicaja, máximo accionista de la entidad, con un 30,23% del capital y crítica con Menéndez, que abogó por «una gestión sana y prudente», «un adecuado clima laboral» y destacó la defensa que tiene que realizar la entidad para velar por «unos sólidos procedimientos de gobierno corporativo».
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Con un 86% del capital representado en la junta, no han salido adelante los puntos 5.5 y 5.6 del orden del día, claves para los intereses del asturiano: las ratificaciones de los consejeros independientes nombrados el año pasado, Maite Costa e Isidoro Unda, que contaban con el plácet del Banco Central Europeo y que ya estaban ejerciendo. El patronato de la Fundación Unicaja había anunciado el martes que votaría en contra al considerarlos afines a Menéndez y no realmente independientes.
Aunque aún no se ha desvelado en detalle el porcentaje de rechazos, todo apunta a que también votaron en su contra otros accionistas relevantes, como la familia propietaria del Grupo Mayoral y el empresario murciano Tomás Olivo, alineados habitualmente con el conocido como bloque malagueño -juntos llegarían al 48% del capital-, frente al liderado por Menéndez, procedente de la extinta Liberbank. También habían anunciado su voto en contra los representantes de los sindicatos que tomaron la palabra durante la junta, que afearon la gestión del consejero delegado, el trato que está recibiendo la plantilla y la nueva reorganización de la red de oficinas. De hecho, a las puertas de la sede de Unicaja, en la que se celebraba la junta, los trabajadores se estaban manifestando.
Sí salió adelante la sustitución de los cuatro consejeros dominicales de la fundación -Juan Fraile, Manuel Muela, Petra Mateos y Teresa Sáez-, que perdieron la confianza del patronato con la salida de Braulio Medel de su presidencia -se le acusó desubvertir el canje acordado en la fusión-, por Miguel González, José Ramón Sánchez, Juan Antonio Izaguirre y Natalia Sánchez. También se aprobaron las cuentas anuales, aunque la Fundación Unicaja se abstuvo, en un nuevo gesto crítico con Menéndez.
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Con estos cambios, a los que se suma la salida de la asturiana María Garaña del consejo, cuya dimisión se hacía efectiva tras la junta, el bloque malagueño recupera el control de la entidad en un momento clave, ya que en julio está prevista la jubilación de Manuel Azuaga (procedente de la antigua Unicaja) como presidente ejecutivo y la «reevaluación» de Menéndez (procedente de Liberbank) como consejero delegado. Se trata de un cambio de gobernanza acordado hace dos años y medio, cuando se cerró el pacto de fusión, pero que cerró en falso la posible sucesión. De este modo, la presidencia pasaría a ser no ejecutiva y todos los poderes de decisión recaerían en el consejero delegado, un control que el bloque malagueño niega para Menéndez.
El juego de poderes en el banco resultante de la fusión por absorción de Unicaja sobre Liberbank ya fue el principal escollo para que la operación saliera adelante cuando se negoció en 2020, tras un intento previo frustrado. Finalmente, se llegó a un acuerdo, forzado en buena medida por el Banco de España, pero fue una especie de patada hacia adelante que ha dejado demasiadas incógnitas y una pugna interna digna de Juego de Tronos.
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Desde entonces, una parte y otra han movido sus piezas para intentar ganar un poder que, en principio, parecía que debía decantarse del lado andaluz, que contó con el 60% en el canje de las acciones. Sin embargo, la alianza entre el que fuera presidente de la Fundación Unicaja, Braulio Medel, ya apartado de esta, y de Menéndez propició la escalada del bloque procedente de Liberbank. Todo ello desembocó en un reguero de dimisiones y una profunda crisis en el seno del consejo, que hoy se ha hecho aún más patente, tras la decisión del patronato de la fundación de votar en contra de ratificar los nombramientos de Maite Costa e Isidoro Unda.
Igualmente, no todo el camino queda despejado para el bloque malagueño. Los nuevos cuatro consejeros dominicales nombrados en representación de la Fundación Unicaja tienen aún que recibir el visto bueno del BCE, lo que habitualmente se demora varios meses -en el caso de Unda y Costa fueron cinco-, aunque la fundación espera ahora que sea cuestión de días, para que puedan ejercer ya en el siguiente consejo. Además, queda por decidir quién sustituirá a Garaña. De hecho, el consejo sale de la junta de accionistas con solo nueve de sus quince miembros activos. Ya que salen Unda, Costa y Garaña, a los que hay que sumar las bajas de Muela, Sáez y Mateos, que han renunciado también hoy para dificultar el relevo, sin poder ejercer aún sus sustitutos -Fraile seguirá hasta que el BCE dé el visto bueno a Miguel González-.
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Criticas de los sindicatos
Los sindicatos señalaron también que esperan que el nuevo consejo dé un golpe de timón a la gestión de la entidad. María Isabel Casquet, representante de Comisiones Obreras, denunció «la liberbankización» del modelo de negocio, que «ha introducido incertidumbre entre la plantilla y zozobra comercial» en la entidad: «No es un pulso entre dos territorios, sino entre una forma de gestión tóxica y conflictiva y otra de consenso».
Desplazado desde el Principado, Marco Antuña, representante de CSI, recordó que ya advirtió de lo que podía venir si Unicaja adoptaba el modelo de Liberbank y recordó «los varapalos» judiciales que ha tenido la entidad tras sucesivos expedientes de regulación. «Llevamos sufriendo un modelo tóxico contra trabajadores y clientes», denunció.
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Otros sindicatos como Cesica y Suma-T culparon a Menéndez de romper la histórica paz social «y el modelo de banca honesta» que había caracterizado a Unicaja y sustituirlas por «un modelo abusivo de relaciones laborales irrespetuoso con los trabajadores y con los clientes».
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