Cimanes-Benavente. De la reserva a la carretera

Aurelio Argüelles, minero del pozo Carrio de 41 años, se estrena hoy en la marcha y reconoce que «tenía ganas de vivir esta experiencia». Por asuntos familiares no pudo sumarse en Mieres, pero ahora que ya forma parte de la marcha del carbón, destaca el carácter «histórico» de la misma. «Ninguno de mi generación vivió algo así, va a ser recordada, sin duda. Esto es que te pase la Historia por delante», apostilla. Y tiene que claro que le sobra «aguante» para alcanzar Madrid.

Secundino Menéndez, langreano, trabaja en el Pozo Santiago. Se incorporó el lunes. «Tenía muchas ganas de venir desde que supe de la iniciativa, de la que me enteré por la tele, y llamé al responsable sindical». Secundino explica que no necesita «ninguna motivación, yo la tengo de muy atrás». Y es doble. Asegura que las fuerzas le vienen, por un lado, al pensar en la lucha de su abuelo. «Nos contaba de las huelgas en las que los Guardias Civiles les amenazaban con detenerlos si no iban a trabajar. Ahora, quieren quitarnos el fruto de esa lucha». La otra inyección de moralina se debe «a mi descendencia: transmitir a los hijos que llevamos muchos años peleando, que todo lo que se tiene es a base de esfuerzo y coraje.». Secundino sobrepasa el medio siglo, pero es tajante en este punto: «No hay años ni edad para hacer esta marcha, es cuestión mental».

Hilario Suárez, trabajador del Pozo Carrio, de 43 años, también ha salido disparado de la recámara para enfundarse las zapatillas deportivas. «Yo ya estaba apuntado de mano. Tenía la ilusión de hacer esto porque es una causa justa», asegura. El tiempo que ha pasado en Asturias desde el inicio de la marcha del carbón no ha estado precisamente mano sobre mano. «Estaba haciendo piquetes y demás acciones. Ahora, tengo ganas de llegar allá a ver si nos reciben». ¿Hay esperanza? «Sí, pero lo veo muy difícil», dice dudando.

Isabel Garea vive en San Cristóbal de las Viñas, una localidad entre Cimanes de la Vega y Benavente. Asturiana de origen, esta mañana salió al encuentro de la marcha del carbón para animarlos. Y terminó secándose las lágrimas de la emoción. Al paso de los mineros reconoció, precisamente, a su primo Secundino, que lleva caminando desde la etapa del lunes, y fugazmente, aún sin creérselo, se saludaron. Él no podía apenas pararse, pero fue suficiente para que Isabel reconociera que verlo le había «llegado». «No me esperaba para nada verlo, no lo sabía, yo venía a apoyarlos en su lucha, y mira», comenta mientras recobra el aliento.

Si bien las poblaciones que visitan ya no se vuelcan institucionalmente hasta el punto de ofrecerles un cóctel de bienvenida a los mineros asturianos y leoneses, son muchos los vecinos que a título particular les brindan ánimos. Y en el caso de Benavente, la marcha del carbón ha recibido el saludo del alcalde Saturnino Mañanes, del PP. Y también trabajadores en situaciones de conflicto laboral, como el caso de esta empresa zamorana, Interpanel, que acudió a la carretera que se adentra en Benavente para aplaudirles, acción que repetirían poco más tarde dentro del polideportivo.

Sí procede apuntar que nuevamente la marcha del carbón hace uso de las instalaciones municipales, en este caso «Los Salados», de manera gratuita, y que reciben del Consistorio cena y desayuno.

También continúan las dádivas desinteresadas de algunos hosteleros y comerciantes, como el caso de esta empanada de gran tamaño, que viene con mensaje. Mañana, a las dos de la tarde, podrán contar con los ánimos y la música del grupo «Nuberu», así como con la presencia del Eurodiputado Antonio Masip.

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