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Pese a que la marcha minera pasa gran parte del día en lugares sin nombre, que se solo se definen por puntos kilométricos, y áreas de descanso que no aparecen en los GPS, no son ajenos a los grandes acontecimientos. La noche en la que ... la Selección se ha proclamado tricampeona puede resumirse en varios datos. Una televisión de 42 pulgadas, 20 kilos de arroz, y diecisiete tabletas de chocolate a la taza. Y de postre, casi 300 frixuelos al modo de Laciana, la comarca minera leonesa donde se ubica Villablino. Todo esto, preparado en cubos y servido a paladas, ha posibilitado que se rubricara una etapa muy dura frente al fútbol y con el estómago lleno. Entre gritos de «¡Vivan los mineros!» y «¡Vivan los cocineros!» se han visto pasar los cuatro goles de España. Y no solo se han llevado agradecimientos los artífices. Los integrantes de la marcha firmaron una pala de horno como recuerdo para una de las chef.
Los mineros asturianos y leoneses han comenzado la décima etapa, que supone el ecuador de su camino hacia Madrid, temprano y con relativo mal pie. La Guardia Civil, ante el inicio de la «operación salida» de julio, en un primer momento desvió el recorrido hacia el camino de tierra y piedras que discurre paralelo a la Autovía del Noroeste, uniendo Benavente con La Mota del Marqués. Sin embargo, tras casi cuatro kilómetros andando sobre un piso inestable, el grupo se plantó, literalmente, y negoció con la Benemérita para que les fuese permitido caminar sobre el asfalto, tras hora y media de avance aguantando las irregularidades del terreno. A esas tempranas horas, pasadas las siete y cuarto de la mañana, el tráfico era escaso. Tras conseguir su objetivo, la etapa se completó sobre el asfalto con la cooperación del servicio de mantenimiento de las carreteras estatales y los propios guardias civiles, que juntos, se ocuparon de ir protegiendo y señalizando el carril por el que caminaba la marcha del carbón. Algunos mineros apuntaron a que, precisamente, uno de los objetivos de la marcha es hacerse ver para comunicar la protesta, y sopesaban la posibilidad de que se les estuviera «ocultando» de la visión de los conductores. En este sentido se expresaba Víctor Santos, de Cerredo. «Nos echaron por el camino de las cabras para que no se nos vea».
José Manuel Amigo, de Coto Minero Cantábrico, va más allá. «Si seguimos por ese camino, íbamos a acabar con los pies destrozados y muchos iban a tener que abandonar. Hay muchas piedras, nos iban a salir más ampollas de las que ya tenemos. Nos negamos». Continúa aseverando que «yo, personalmente, pienso que lo que hay que hacer es molestar algo a la gente. Ellos quieren que no se nos vean, por eso nos meten por caminos auxiliares, y yo no estoy de acuerdo. Además, suponía caminar diez kilómetros más sobre el recorrido de hoy».Por otro lado, Protección Civil informa de que durante el día de hoy algunos mineros han sufrido las consecuencias del desgaste propio de llevar diez días caminando a razón de veinte kilómetros diarios de media, y se está valorando la idoneidad de que continúen en la marcha. La evolución, favorable o no, de sus lesiones en la noche de hoy, determinará esta posibilidad a lo largo del día de mañana.
A su llegada a Mota del Marqués, el recibimiento fue cálido gracias a dos bandas de música que los recibieron al sol de flautas y otros instrumentos de viento, escoltándolos hasta el colegio donde esta noche descansarán, además de aportarles ánimos en tono festivo.Como en el domingo anterior, muchas familias se han acercado a territorio zamorano aprovechando el asueto para acompañar a sus padres, maridos, hijos y nietos en esta décima etapa. Incluso se ha escuchado algún ladrido de apoyo.
El jugador del Sporting se dirigía «a Madrid, para ir de vacaciones» acompañado por su novia, cuando a pocos kilómetros de Villalpando, en la Autovía del Noroeste.se encontró con la retaguardia de la marcha minera, que hoy, tras unos kilómetros caminando sobre la pista de tierra que discurre paralela, persuadieron a la Guardia Civil para que los dejase avanzar sobre el asfalto, que ofrece mucho menos riesgo de lesiones. «Apoyo a los mineros», asegura el futbolista gijonés. «Mi padre trabajó en La Camocha, y por eso los he saludado al pasar». Junto a este ascendente, Cases también expresó su deseo de que la marcha del carbón alcance su objetivo y quiso transmitirles ánimo a su paso por carretera.
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