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«Mi sobrina estaba asustadísima». La joven Alba Prieto, como tanta gente de Pola de Lena durante la noche, salió a la calle a ver qué pasaba y a hacer fotos de la batalla campal que se estaba produciendo en su villa. Y se las ... mandó a su tío, Manuel Suárez, que muestra las instantáneas recibidas en su móvil con conexión a Internet. «Las hizo y se metió en casa, tenía miedo», explica. Hoy él se encuentra haciendo el tramo Sanchidrián-Villacastín, como siempre, ayudando con el avituallamiento de la marcha minera. Pero muy pendiente de su familia en Pola. «Creo que fue una cosa tremenda», asegura.
La noticia de los enfrentamientos se ha vivido con preocupación, que se suma al cansancio, el recuerdo de los compañeros encerrados, y también del accidentado en Cerredo. Y a las ganas de llegar a Madrid. Todo un combo de sentimientos que acabarán por confluir en una marcha nocturna. El día 10 llegarán a meta alumbrando con las lámparas de los cascos, apoyados por diversos colectivos en un recorrido hacia Sol. Harán noche en la Ciudad Universitaria. Previamente, habrán partido de Aravaca, donde pernoctarán gracias a la Asociación Rosa de Luxemburgo, que les facilita locales.
El caso es que, en la décimoquinta jornada de marcha negra, los mineros empiezan a ver la luz al final del tunel, aunque solo sea en el sentido de terminar la caminata. Porque de otro modo, el objetivo último de sus medidas de presión sigue sin dar frutos. Por ello es palpable en la columna asturiana una determinación y una rabia contenida que se revuelve con imágenes como las captadas por la sobrina de Manuel Súarez. A la escalada de tensión se han referido los líderes sindicales autonómicos de UGT y CC OO, Justo Rodríguez Braga y Antonio Pino, usando términos como «alarma social», «tensión» y «excesos de la policía donde hay ciudadanos y niños que pagan los desmanes». Ambos llegaron de Asturias más tarde de lo que tenían previsto debido a que se vieron afectados por el corte en la A-66 por barricadas.
Y el lado bueno de caminar un mínimo de cuatro horas al día es la experiencia de grupo que todos están viviendo. En la recta final de la marcha del carbón, ya hay quien tiene camisetas conmemorativas. Y no faltas de cirta sorna. En el caso del círculo de amistades del minero Diego González, una camiseta que desgrana el rol de cada compañero en la marcha. Está el que siempre sale en los medios, la que no quiere que le graben los maltrechos pies para que no lo vean en casa y la manden de vuelta, el que se encarga de organizarles la vida, el líder. Con gran parte del camino recorrido ya es el momento de recordar con humor las peripecias de cada uno, y vestirlas es la forma elegida por Diego y los suyos.
Hoy descansan en San Rafael, y mañana repetirán. Pese a haberse ofrecido el Consistorio de Villacastín a alojarlos, las instalaciones municipales no eran suficientes para que cupieran todos con comodidad. Sin embargo, en el lugar elegido de San Rafael, las llaves a distancia de los coches no funcionaban en las inmediaciones del polideportivo que les acoge, y hubo quien se preguntó en voz baja si sería cosa de inhibidores de frecuencia.
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