El apoyo sin ambajes que el Banco Central Europeo (BCE) ha vuelto a dar este jueves a la economía de la zona euro, en forma de estímulos millonarios, no esconde la realidad económica a la que se enfrentan sus países durante el próximo año. Tras ... el socavón de 2020, la recuperación será mucho más lenta de lo esperado hasta ahora. El futuro a corto plazo dibuja un panorama desalentador, según las nuevas previsiones actualizadas por el organismo con sede en Fráncfort (Alemania): la economía de la eurozona caerá un 7,3% este año, algo menos del 8% previsto en septiembre. Pero en 2021, el PIB apenas mejorará un 3,9%, un punto menos de lo estimado hasta ahora. Ya en 2022 la economía crecería un 4,2% (frente al 3,2% estimado previamente). Y no será hasta bien entrado 2023 cuando el áera del euro recupere el estado que tanía antes de la pandemia, después de que el PIB aumente ese año un 2,1%.
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La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha reconocido que los riesgos a los que se enfrenta la economía de la zona euro siguen presionando «a la baja», aunque también ha reconocido que ahora «son menos pronunciados». Aunque la institución es consciente de los efectos que puede tener la vacunación masiva de la población, ni siquiera esta protección sanitaria sería suficiente para avanzar a un ritmo más rápido con el que recuperar todo lo perdido en los últimos meses. Aunque las noticias sanitarias «son alentadoras», Lagarde ha afirmado que los riesgos siguen muy vinculados a las «implicaciones de la pandemia» en las condiciones económicas y financieras de los países.
Tan frágil es la situación que el BCE prevé que los precios se mantengan con subidas mínimas del 1% para el próximo año, del 1,1% en 2022 y de un 1,4% en 2023. En todos los casos, muy lejos del objetivo del 2% que históricamente vienem marcando las decisiones monetarias del banco central.
Ante esta situación, Christine Lagarde ha insistido en que es «fundamental» mantener las medidas de apoyo económico a hogares y empresas. «La débil demanda y el mayor riesgo de una recuperación retrasada justifican el apoyo continuo» de estas políticas. «Las tres redes de seguridad aprobadas por el Consejo Europeo para trabajadores, empresas y soberanos proporcionan un importante apoyo financiero en este contexto», ha indicado en la rueda de prensa posterior al consejo de gobierno.
También ha instado a los Ejecutivos a activar las cuantías previstas en el Fondo de Recuperación europeo «sin demora». Por ello, ha pedido a los Estados miembros que los usen siempre que lo hagan bajo la máxima de un «gasto público productivo, acompañado de políticas estructurales que mejoren la productividad». Estas acciones contribuirán a «una recuperación más rápida, sólida y uniforme y aumentaría la capacidad de recuperación económica y el potencial de crecimiento de las economías».
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Ante esta situación, el BCE no ha defraudado en su última reunión de este año, como tampoco lo había hecho desde que comenzó la pandemia. La institución ha sorprendido con más artillería para evitar que la crisis se cronifique y actuar como un escudo ante la pandemia. Y lo ha hecho con su propia vacuna: ha elevado en otros 500.000 millones de euros su programa extraordinario de compra de activos contra los efectos de la pandemia (el denominado PEPP). De esta forma, la cuantía total del programa alcanzará los 1,85 billones de euros.
El organismo ha indicado que ha optado por esta decisión «hasta que juzgue que terminó la fase de crisis del coronavirus», al menos «hasta marzo de 2022», y estimó que por ahora «la incertidumbre es grande».
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Además, el insituto emisor ha autorizado prolongar hasta marzo de 2022 esta línea de acción estratégica, lo que supone seis meses más de lo que había acordado en junio y por más tiempo de lo que esperaba el propio mercado. Las Bolsas han reaccionado a la baja ante las frágiles expectativas. El Ibex-35 retrocede ya un 1% y cede el nivel de los 8.200 puntos.
Por otra parte, ha decidido prolongar la bonificación del 1% para las inyecciones de liquidez TLTRO III a la banca hasta junio de 2022. Así trata de dotar de la máxima liquidez disponible para que presten a hogares y empresas. También ha mejorado ligeramente las condiciones para que la banca accede a estas inyecciones, ya que las peticiones podrán ser equivalentes al 55% del stock de crédito que computa para ello, un umbral que se eleva desde el 50% y que ya había sido aumentado con anterioridad desde el 30%. Por otra parte, se extiende hasta junio de 2022 la posibilidad de que el BCE acepte deuda deteriorada como colateral (avales) que la banca ofrece para obtener liquidez del banco central.
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La institución ha dejado sin cambios la facilidad de depósito (lo que le cobra a los bancos por los ahorros) en el -0,5%. Y mantiene los tipos en el 0% con vistas a un más largo plazo.
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