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LAURA CASTRO
OVIEDO.
Miércoles, 25 de julio 2018, 04:16
Las propuestas de transición energética del Gobierno de Pedro Sánchez y de otros partidos como Unidos Podemos han recibido una negativa tras otra en Asturias. Desde el principio, los grupos parlamentarios regionales, sindicatos y empresarios dijeron alto y claro 'no' a un proceso exprés que ... supondría, aseguran, el cierre inmediato de las centrales térmicas y, como consecuencia, la pérdida de decenas de miles de empleos, un incremento en los costes de la energía, una despoblación de las cuencas mineras y una crisis sin parangón que afectaría a toda la industria asturiana. El debate por excelencia en Asturias abrió ayer un capítulo más con la jornada 'Smart Energy: Las vías hacia la transición energética'. Un encuentro, organizado por 'El Economista', en colaboración con Thyssenkrupp, que pretendía servir de escenario para intercambiar soluciones ante el polémico proceso que está afrontando Europa y su industria.
La inauguración corrió a cargo del consejero de Industria, Isaac Pola, quien plasmó en su ponencia las perspectivas energéticas desde el punto de vista del Principado. Explicó que Asturias tiene una cuyuntura energética «peculiar» en la que el sector industrial intensivo tiene un peso del 22,5% del PIB y consume un 68,8% de la energía final, que procede en su mayoría del carbón (35,1%) y de productos petrolíferos (12,5%). «El objetivo que nos planteamos es lograr una transformación paulatina y sostenible del sector energético en Asturias potenciando, a su vez, la actividad industrial», señaló Pola, quien agregó que «la tecnología será el vector transversal clave que determinará la transición energética».
De hecho, es en este ámbito en el que llevan años centrados desde Thyssenkrupp. «Los objetivos de la Unión Europea son ambiciosos. Antes se hablaba de una descarbonización, pero no es algo posible. De hecho, nosotros mantenemos un porcentaje mínimo de un 10% de carbón en nuestras plantas», indicó Reinhold Achatz, vicepresidente de Tecnología, Innovación y Sostenibilidad de Thyssenkrupp. Explicó que la finalidad no es acabar con este mineral sino con las emisiones contaminantes a la atmósfera. Para ello trabajan en una planta piloto en la captura y reutilización del carbono por medio de la electrólisis, proceso de descomposición del agua en oxígeno e hidrógeno. «Combinando el CO2 resultante de las acerías y las cementeras con el hidrógeno podemos producir fertilizantes, plásticos y combustibles artificiales», explicó Achatz, quien añadió que la energía necesaria para este proceso provendría de fuentes renovables. Esperan implementar esta tecnología en cualquier lugar donde haya grandes emisiones contaminantes. «Esto es algo sostenible, puede funcionar a largo plazo. Podemos seguir trabajando con las infraestructuras de hoy, sin renunciar del todo al carbón, solo hace falta añadir algo para que sea más limpia», concluyó.
Sin embargo, estos avances no dejan de estar en una fase muy incipiente lo que preocupa al sector que ve a la vuelta de la esquina la obligatoriedad de cumplir con los estrictos límites de emisiones marcados por la Unión. «Es la primera vez que se legisla antes de tener las soluciones ecológicas totalmente extendedidas. Los objetivos para 2050 se basan en tecnologías de captura y almacenamiento de CO2 que a día de hoy no están implantadas a escala industrial», criticó Esther Alonso, responsable de Energías y Medio Ambiente en Arcelor Mittal, quien destacó que la economía circular es una práctica «habitual» en la siderurgia desde hace años. Puso como ejemplo la reducción del consumo energético que cifró en un 60% menos desde hace medio siglo. «Estamos en el límite de la eficiencia termodinámica con las tecnologías actuales. Tenemos un consumo de en torno a 20 gigajulios por tonelada de acero y conseguir una mejora de la eficiencia de un 10% en esto va a ser extremadamente difícil», detalló, antes de añadir que «la transición energética debe acompasarse con la realidad o sino, la industria siderúrgica desaparecerá, el acero deberá importarse por completo y el beneficio para el planeta será cero». Alonso concluyó que «el objetivo del 20% del PIB industrial puede compatibilizarse con el cambio climático y ser un avance en el desarrollo tecnológico».
Otro de los aspectos que están sobre la mesa a consecuencia de la transición energética es el autoconsumo. Una tendencia que en Portugal cuenta ya con 18.000 instalaciones frente a las 467 de España. El problema, según Javier Sáenz de Jubera, consejero director general de EdP España, «es que no hay unas reglas claras del juego y cada comunidad autónoma impone su propia legislación».
Sin embargo, Sáenz de Jubera se mostró convencido de que en el futuro habrá cambios estructurales y «los consumidores pasarán a ser productores» de energía gracias al avance de la digitalización.
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