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La tarta es grande –140.000 millones de euros hasta 2026–, pero hay demasiados comensales para que todos reciban un trozo del pastel de los fondos europeos, los conocidos como Next Generation UE. Y, este martes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dejó ... claro que el reparto se hará «priorizando proyectos maduros y con un fuerte potencial de arrastre que lleguen cuanto antes a la economía real, y sea percibido lo más pronto posible por los ciudadanos en su día a día». Esto deja a las grandes apuestas asturianas de transformación debilitadas, al menos para el primer paquete de ayudas de 70.000 millones previsto para el periodo 2021-2023, porque a las grandes iniciativas de la región les quedan años de desarrollo. Es el caso de la transformación verde de los hornos altos de Arcelor, que se relaciona directamente con las plantas de hidrógeno que estudian distintas energéticas y que, a su vez, estarían alimentadas por electricidad renovable de parques eólicos 'offshore'. EdP, por un lado, y la alianza de Naturgy y Enagás, por otro, plantean instalar esos aerogeneradores flotantes en el Cantábrico, pero las tres reconocen que los proyectos están muy verdes.
Sin embargo, el Gobierno quiere iniciativas cuyos resultados se vean de inmediato. «Las consecuencias beneficiosas del plan van a comenzar a notarse desde el primer minuto de su ejecución», subrayó Sánchez. Esto implicaría, por ejemplo, que los grandes proyectos del hidrógeno que podría financiar el plan diseñado por el Ejecutivo con los fondos comunitarios –en noviembre ya anunció que se destinarían 1.500 millones– estén fuera de Asturias, en industrias en las que los proyectos están ya mucho más avanzados, entre otros motivos, porque son las consumidoras tradicionales de hidrógeno. Hasta ahora lo utilizan gris –procedente de combustibles fósiles–, pero ya cuentan con tecnologías maduras, como es el caso de las refinerías o las plantas de fertilizantes. Su reto es 'únicamente' lograr que ese gas que ya emplean proceda de fuentes renovables, mientras que la siderurgia tiene que, prácticamente, inventar un nuevo proceso de producción. Aún no está claro ni siquiera que ese acero pueda ser viable.
De ahí que en esta carrera ya partan con ventaja proyectos como el de Iberdrola y Fertiberia en la planta de esta última en Puertollano (Ciudad Real), que contempla el desarrollo de 800 MW de hidrógeno verde, con una inversión de 1.800 millones de euros en los próximos siete años, pero que podría estar en marcha en uno. Solo la alianza de estas dos compañías para las factorías de Fertiberia en Puertollano y Palos de la Frontera (Huelva) cubriría el 20% del objetivo nacional de hidrógeno –que prevé 4GW de potencia a 2030–.
Otro ejemplo similar se encuentra en las necesidades de descarbonización de las petroleras. Petronor ya anunció hace casi un año su proyecto para construir una planta de producción de combustibles sintéticos a partir de hidrógeno verde en el entorno del puerto de Bilbao y otra de generación de gas a partir de residuos urbanos.
El director general de la patronal siderúrgica Unesid, Andrés Barceló, ya advirtió de que si los planes del Gobierno iban destinados a proyectos maduros y «rentables per se» la siderurgia se quedaría fuera. Este martes, Pedro Sánchez confirmó que su objetivo es precisamente ese, que el dinero procedente de Bruselas tenga «un impacto inmediato en el crecimiento del país».
Lo que está claro es que resulta imposible que Asturias pueda captar las cantidades que maneja en la actualidad la Oficina de Proyectos Europeos del Principado, que ha recibido 262 propuestas de más de un centenar de promotores y que suman una inversión superior a los 17.000 millones de euros. De ejecutarse se llevarían más del 12% de todos los fondos comunitarios de aquí a 2026, y en todas las comunidades el listado de peticiones es enormemente largo.
La baza que puede jugar la comunidad en este proceso es la de ser una región muy afectada por la descarbonización y necesitada de esa transición justa que tantas veces se ha citado desde el Gobierno central. Del primer paquete de 70.000 millones hasta 2023, un 39% se destinará, precisamente, a la transición ecológica. Sin embargo, la industria pesada, que requiere grandes inyecciones económicas para abordar este proceso, ni siquiera cuenta con un apartado específico en el plan estatal.
Almacenamiento energético. Asturias tiene 17 proyectos por 8.481 millones, como centrales de bombeo reversibles e instalaciones de aire criogénico.
Hidrógeno. 24 iniciativas por 3.236 millones, como el plan de Enagás y Naturgy que incluye un parque eólico 'offshore' flotante o el polo del hidrógeno para Aboño que prevé EdP. También tienen planes Duro, Hunosa y Nortegás e Iberdrola.
Economía circular. 16 proyectos de 688,9 millones, con acciones de valorización de gases siderúrgicos, iniciativas relacionadas con nuevos materiales, subproductos y gestión de residuos.
Renovables. 22 iniciativas por 594,2 millones sobre biomasa, investigación eólica marina, fotovoltaica y minihidráulica.
Así, el área denominada 'Nueva Política Industrial España 2030 y Estrategia de Economía Circular', que abarca a todo el sector, contará con apenas 3.780 millones de euros, un 5,4% del total, muy por debajo de la movilidad sostenible, con 13.200 millones; la rehabilitación de viviendas y regeneración urbana, con 6.820; o la modernización de la Administración, con 4.315. Para el despliegue de renovables se prevé una inversión de 3.165 millones.
Ante este panorama, uno de los temores que ya se apuntan desde el sector industrial asturiano es que estos fondos se acaben convirtiendo en un gigantesco 'plan E', impulsado por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en 2008, o que solo permitan la transformación de las energéticas (tendrían fondos de movilidad sostenible, industria, renovables...), pero no que la industria básica dé el salto que requiere.
¿Llegarán fondos a Asturias? Sin duda, aunque de momento los grandes proyectos transformadores no tienen el grado de madurez al que ayer se refirió Sánchez, al menos los más ambiciosos relativos a la industria y las eléctricas. Sin embargo, sí tendrían cabida iniciativas más modestas o que ya se había decidido ejecutar, como algunas de pequeña escala para las térmicas de carbón, o la ampliación de Ence, en Navia, que asciende a casi 500 millones, paralizada el año pasado por el bajo precio de la celulosa, y para la que el grupo ha pedido fondos.
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